Hace dos meses Jeff Koons infló uno de sus globos más grandes, tal y como tiene acostumbrado al público. La burbuja del mal gusto se ha elevado por encima de los 13 metros de altura y tiene forma de bailarina que se ata sus puntas de ballet. La ocurrencia ha sido colocada en el Rockefeller Center de Nueva York y además es una copia de una pequeña estatua de un artista ucraniano. El artista es asiduo a la plaza de los mercados, donde ya ha colocado las monumentales estatuas Puppy y Split Rocker.

La galería Gagosian desveló el día de la presentación de este Gulliver de nylon plateado que su artista se había inspirado en la pieza de porcelana de Oksana Zhnikrup, una mujer que se dedicó a las figuras similares a Lladró en el Este. Creó decenas de estatuillas para producirlas en masa durante la Unión Soviética. El nieto de Zhnikrup, Maxim Lozovoy, aseguró a la prensa ucraniana que los representantes de Jeff Koons compraron los derechos de dos obras en septiembre de 2010. Una de ellas es esta bailarina sentada.

El artista Jeff Koons en una de sus poses favoritas.

El beneficio se dedicará a la Art Production Fundation y pretende que el proyecto se utilicé para crear conciencia sobre los niños desaparecidos. La compañía de cosméticos Kiehl's donará los ingresos de las ventas de una lata conmemorativa al Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados. A pesar de ello, Koons ha hecho también una estatuilla de madera, en una edición de 50. Cada una ronda los 100.000 euros.

Zhnikrup nació en 1931 en Chita (Siberia), donde llegó su familia por el traslado de su abuelo a Siberia antes de la Revolución, para construir ferrocarriles. La madre del escultor era actriz y su padre funcionario público (ejecutado cuando Oksana tenía seis años, por orden de Stalin tras ser acusado de espía).

Una máquina de propaganda

Oksana no pudo estudiar en Kiev debido a sus antecedentes familiares y fue a Odessa, donde se casó con Vladislav Shcherbina. Ambos se graduaron en la escuela de porcelana de Baranovsky. En 1955 se trasladaron juntos a Kiev y comenzaron a trabajar en la fábrica experimental de cerámica y arte de Kiev (KEKHZ). Pronto se convirtieron en las figuras claves de la fábrica. Fue un matrimonio breve, y Oksana continuó trabajando en la misma fábrica entre 1955 y 1987. Más tarde colaboraría con la ceramista Olga Rapay.

La obra de porcelana original de Oksana Zhnikrup.

En la producción en masa, los artistas escultores estaban obligados a crear un número mínimo de obras para cumplir con sus tareas en la fábrica. Una vez cumplían con sus objetivos, podían dedicarse a sus tareas más creativas. Shcherbina era menos cuidadoso que Zhnikrup y finalizaba rápidamente sus piezas. Ella, sin embargo, lo hacía con más mimo y detalle. Trabajaba lentamente.

No tenían temas asignados. Era el propio artista quien elegía los temas para sus trabajos. Los favoritos de Oksana eran los dedicados a la danza y la plasticidad del cuerpo femenino. Las limitaciones que encontraban los trabajadores artistas tenían que ver con la complejidad de las creaciones: cuanto más simples y sencillas de pintar, mejor. Por eso los detalles de las piezas son tan pobres.

Una transformación capital

Durante las más de tres décadas que trabajó en la fábrica, cerrada en 2006, hizo figuritas sobre el Ejército y la glorificación del trabajo, similares a los asuntos tratados por el escritor ruso Nikolai Gogol. En la intimidad también debía colarse la propaganda. Todos eran “ingenieros del alma”. Jeff Koons recoge la tradición comunista para capitalizarla y colocarla en el centro del huracán mercantil, aunque el artista pop no haya especulado sobre este punto de vista. Bastaba con hacerlo más grande, más brillante y, en esencia, precario. "Espero que la Bailarina pueda transmitir a la gente de todas las edades un sentido de esperanza y optimismo para el futuro", dijo Koons al inaugurarla en mayo.

Oksana Zhnikrup durante una de sus jornadas de trabajo en la fábrica.

La familia de la artista se siente muy satisfecha con el trato alcanzado con Koons, porque los derechos de reproducción los tenía la antigua fábrica, que ya había firmado el acuerdo con el polémico artista. Además, después de tres décadas de trabajo, tanto Zhnikrup como Shcherbina les quedó una pensión de cerca de 70 dólares. Koons y la justicia poética capitalista.

Ahora, a pesar de las pocas copias que conservó la artista y los escasos bocetos que se salvaron de su destrucción, varias de sus esculturas se conservan en el Museo Nacional de Artes Decorativas Folklóricas de Ucrania. Una de ellas es esta llamada “Lenochka”, que de hacer las delicias de Stalin ha pasado a hacérselas a Goldman Sachs.