Filósofo, escritor y ensayista español. Uno de nuestros grandes intelectuales patrios, una mente lúcida y brillante -generosamente- al servicio de la colectividad. Recomendación: su último trabajo, Dignidad (Galaxia Gutenberg), donde desmenuza un concepto que resiste "al interés general y a la rentabilidad", un patrimonio -incluso- del "peor de los delincuentes". Conversamos con Javier Gomá sobre nuestra crisis más urgente, la pandemia del Covid-19, y sus tentáculos. 

¿Qué ha aprendido de usted mismo en este encierro? ¿Y de los demás -del ser humano, en sentido profundo-?

Antes pensaba que el hombre era débil y la humanidad fuerte. Ahora pienso que la humanidad entera también es débil.

¿Cuál es el pensamiento más extraño que le ha asaltado estos días?

Que me dejasen ser Dios unos minutos para mejorar este mundo chapucero.

¿Qué es el mundo interior; cómo se cultiva? ¿Realmente puede la cultura salvarnos de algo?

Soy contrario acérrimo a la beatería de la cultura y entiendo por tal aquella cultura que, como un sustituto de la religión, promete salvación. La cultura no salva, pero sí puede conseguir que la vida se convierta en vida humana, digna de ser vivida.

“Para los desgraciados, todos los días son martes”, cantaban las Vainica Doble. ¿Cómo cree que afectará esta situación a nuestra concepción del tiempo, del trabajo y del placer?

Es que sabemos cómo ha empezado la crisis pero no cómo terminará. Si no se encuentra pronto la vacuna, el virus podría volver el próximo invierno. ¿Afectará esto al roce corporal, a la interacción, a la promiscuidad natural de los cuerpos? Cada cuerpo ajeno, ¿podría ser visto como una amenaza biológica? ¿Tendremos que llevar en la cartera un documento de haber dado negativo en el test?

Esta crisis, ¿le ha vuelto más humanista o más misántropo?

Hoy nuestra manera de ser humanistas, amantes del género humano, es comportarnos como misántropos que huyen del hombre, encerrados en casa para no contagiarnos y sobre todo no contagiar.

Decía Blaise Pascal: “Todos los males derivan de una sola causa: nuestra incapacidad de quedarnos quietos en una habitación”. ¿Está de acuerdo? ¿Encerrados sacamos lo peor -la verdad- de nosotros mismos, como en El ángel exterminador de Buñuel?

Pascal se refiere a que el hombre no soporta el aburrimiento y se inventa falsos problemas que llevan al crimen sólo para salir del tedio. El Apocalipsis para sacudirnos el spleen. Ahora tenemos un Apocalipsis real. ¿Quién lo hubiera dicho hace solo un mes?

¿Cree que los ciudadanos españoles han mostrado responsabilidad individual? ¿Qué valor le da a ésta?

Es difícil saberlo. La curva de nuestros infectados/muertos es aparentemente la peor del mundo. ¿Por qué? La tentación sería echarle la culpa al Gobierno de todo, pero no estoy seguro. Tampoco lo estoy de echársela al ciudadano común. Sé, eso sí, que la única solución posible descansa en la ejemplaridad del ciudadano corriente, que cada uno desarrolle una conducta prudente por la que ni contagie ni se contagie. Cada cuerpo humano puede ser cómplice de una muerte, colaborador necesario de ella, aun estando aparentemente sano. Y ahí no puede llegar ni el gobierno ni las instituciones.

¿Qué idea tiene ahora mismo de la libertad? ¿En qué se canjea?

Llevo años abogando en mis libros por un cambio en el concepto de libertad. Somos hijos de un concepto romántico y absoluto de la libertad, para el que todo límite es enajenarte. Yo he propuesto pasar “ser libres” al “ser libres juntos”, de la pura “vivencia” subjetiva a la “convivencia” intersubjetiva, lo que implica la aceptación de determinados límites positivos a nuestra libertad. Creo que la pandemia ayudará a hacer la transición.

¿Qué lectura política y económica hace de esta crisis? ¿Qué cree que sucederá? ¿Cómo valora la gestión de Sánchez?

Para mí el papel de intelectual es criticar en tiempos de prosperidad y dar esperanza en los tiempos calamitosos. Estamos en uno especialmente calamitoso, así que no saldrá de mi boca una crítica al Estado o al Gobierno que desgaste tu labor de salvación nacional.

¿Reforzará esta crisis nuestra idea de colectividad? ¿Empezará a estar mejor vista la palabra “España”?

Sí, la pandemia ha hecho evidente la importancia de un Estado fuerte que posea instrumentos poderosos para proteger a sus ciudadanos.

Una canción, una película y/o un libro para resistir en cuarentena.

Se me ocurre la película que casualmente volví a ver ayer: Solo ante el peligro de Zinnemann con Gary Cooper y Grace Kelly. Al final, nuestro enfrentamiento al virus es individual, uno por uno, y en ese sentido estamos solos frente al enemigo.