Cualquiera que compruebe la edad de Becky G. se siente terriblemente viejo. Este huracán californiano -con médula mexicana- nació en 1997 y apenas pudo ser niña: la vida la obligó a dar el estirón prematuramente y a salvar a su familia de la pobreza con sólo nueve años. Es una guerrera en frasco pequeño, una fuerza de la naturaleza controlada en cofrecito de plata. Se ríe con tintineos y agita las pestañas largas. Es una continua celebración de la belleza, de la alegría.

Entrevista a Becky G.

Ahora todo lo que toca se convierte en oro: su Mayores, su Pijama, su rosario de proposiciones sexys y desprejuiciadas desde las que reivindica un feminismo en el que cabe la laca y la purpurina. La mujer ha pasado de ser sexualizada en el reguetón a coger el micro y ser ella la que sexualiza al hombre la que juega con él, la reina y señora de sus propios caprichos. Tiemblen. Ha llegado Becky G. 

Cuando yo tenía nueve años, mi familia perdió nuestra casa y nos fuimos a vivir al garaje de mis abuelos. Podemos decir que fue difícil pero yo creo que aprendí muchas cosas y me ayudó a crecer como humana. Desde muy, muy joven yo tenía esa… no sé, esa madurez de querer ser mujercita, de ser un poco mamá con mis hermanos y cambiarles los pañales y cuidarlos… me fascinaba. Cuando llegó ese tiempo tuve la oportunidad de estar con ellos realmente y protegerlos, aunque yo era muy niña todavía y no podía conseguir un trabajo en una oficina, claro, ¡porque tenía nueve años! Solamente podía ir a la escuela.

Fue un momento en el que me sentí inspirada y conseguí un trabajo en algo que me encantó, el entretenimiento. Empecé en casa, en fiestas de familiares… yo era la niña de “quiero cantar una canción para ustedes y entretenerlos y hacerlos reír y sonreír”. Fue súper natural para mí. Sentí: “Ok, si puedo hacer esto a nivel profesional podré ayudar a mis padres”. ¿Por qué no? En Google, en internet, busqué unas ofertas… escribí un contrato, lo presenté a mis papás y les dije: dadme seis meses. Si nada pasa, os dejo en paz por el resto de la vida. Y si algo pasa, pues… (sonríe). Y ahora estamos aquí, y me siento muy agradecida.

Yo he trabajado mucho para llegar a donde estoy. Una parte de mí dice: “¡Es mi tiempo ahorita!”. Y otra parte de mí cree que nunca voy a estar lista. Es mi sueño. Compartir mi música, viajar por todo el mundo, conocer diferentes países, diferentes personas… ahora lo estoy haciendo y estoy como que ¡wao! Realmente está pasando. Estoy en shock. Es algo súper bonito que mis padres, al final del día, sólo son mis papás. No son mis mánagers, no son parte de mi equipo. Cuando llego a casa, después de una gira de promoción, ellos son mi normalidad. Aunque no soy normal, aunque mi carrera no es normal, me tratan normal. Soy hija en casa, soy hermana, soy nieta. Es importante porque en este tipo de trabajos te puedes volver loca.

¿Que si valoro más las cosas precisamente por haber conocido la pobreza…? Oh, totalmente. Y sí, sufrí bullying. Por salir en la televisión. ¿Qué dirían ahora, todos esos? ¡Mmm! (Ríe). Yo creo que ellos, simplemente, no me entendieron. No entendían lo que yo hacía: entretenimiento. No creo que fueran celosos. ¿Celosos de qué? No sabían que aunque yo estaba en la televisión, estaba viviendo en un garaje, sin dinero, tratando de ayudar a mi familia, con 9 y 10 años. Fue difícil. No eran celosos, solamente no entendieron. No podíamos conectar. Porque a esa edad yo ya tenía madurez, me sentía segura de mí misma y sabía lo que quería hacer por el resto de mi vida. En esa edad ellos aún se estaban conociendo a ellos mismos y no sabían… tenían esa energía de enojados. Fue difícil pero también parte de mi historia.

Becky G. Silvia P. Cabeza.

Me preguntas cómo me enfrenté a ese acoso y qué le recomendaría a los chicos que estén pasando por algo parecido. Bueno, yo creo que ahora es peor. Mira, yo tengo una hermanita, Estefanía, que tiene 15 años. Es súper bonita, pero tiene un poco de más amor para dar, como siempre digo yo: tiene caderas, más del lado de mi mami, y es más diferente que las otras, ¿verdad? Y cuando ella sube fotos a su Instagram o su Twitter, yo veo comentarios de ¡oh, my god!, ¡she’s fat!… y me da mucha tristeza. Ellos no más son personas que se están escondiendo detrás de una computadora o un teléfono porque no se sienten seguros de ellos mismos o felices.

Tienen que decir cosas negativas de otras personas sin pensar cómo va a afectar a esa persona. El bullying es peor porque ahora no es sólo en la escuela, es 24/7. Antes, por ejemplo, había niños que sufrían bullying en casa, tenían problemas con sus hermanos o sus papás… y podían esperar a llegar a la escuela con sus amigos y todo estaría bien. O al contrario: niños con problemas en el colegio que llegan a casa y se sienten en paz, más seguros… “Gracias a dios que tengo mis hermanos o mis papás porque en mi escuela me tratan negativo”. Pero ahora es que no pueden encontrar la paz en ninguna parte, por el móvil…Mi consejo para esos chicos que están viviendo tiempos difíciles con bullying es que va a pasar. Va a pasar. Pero tienen que ver la luz al final, ¿me entiendes? Tienen que continuar, ser fuertes y seguros.

Si no me hubiese dedicado a la música, me habría dedicado a algo con la comida. O maquillaje. Me encanta la comida, o sea… no aprendí mucho, porque empecé trabajando muy joven y me fui de casa, ¡mi hermanito sabe más que yo! Pero soy una buena chef. Y el maquillaje me fascina, es otra forma de expresarme. Cuando voy de gira yo hago mi propio maquillaje, mi pelo… es como terapia.

Sí que en la cultura latina se nos educa a las mujeres para ser serviciales con los hombres, para fregar, para planchar, para cuidarles… ¿que qué se hace para sobreponerse a eso? Yo creo que viene con la confianza y el saber sentirte segura. Gracias a dios en esta generación, aunque aún tenemos mucho que hacer, tenemos muchas oportunidades. Tenemos que unirnos, y yo me siento muy afortunada de ser parte de un movimiento de mujeres. Girl power, o sea, con mis amigas a mi lado, con Natti, con Ana Mena, con Karol G… somos un movimiento que estamos cambiando las cosas en la música latina. Sí, las canciones son más atrevidas, más sexys, pero, ¿por qué nos dicen a las mujeres que las latinas son las chicas más sexys de todo el mundo y oh, rarará, pero cuando nosotras queremos decir que somos sexys es: oh, my god, el fin del mundo? ¿Qué está pasando? Y yo: ¿qué, cómo?

Becky G. Silvia P. Cabeza.

Es verdad que el reguetón ha estado dominado por hombres, pero hay diferentes lados. Nicky Jam, Ozuna, Balvin… todos, no nos tratan diferente a las mujeres de la escena. Ellos quieren ayudar. Yo siempre estoy por Whatsapp mandando ideas y canciones: ¿qué piensas de esto, de lo otro? Y tenemos esa relación de familia, con confianza. El otro lado de eso es el público. Las generaciones de antes están más acostumbradas a “oh, no no, una mujer no debería hablar así”, y mira, lo respeto totalmente, tú vienes de otro tiempo y eso está bien, pero tú quién eres para decirme a mí cómo me puedo expresar como artista. Y la prensa… entre las mujeres quieren una competición, el “oh, no más puede estar una, no más una”. Y yo creo que cada una tiene su historia, sus razones para haber llegado… su estilo y sus cosas para compartir. Todavía estoy tratando de entender eso, pero paso por paso creo que estamos siguiendo adelante y cambiando poco a poco.

Me censuraron en OT, en TVE. No habría pasado lo mismo con Maluma, no, siempre lo digo. Esa presentación fue una oportunidad muy grande para mí, era mi primera vez en España haciendo algo así… yo quería ser súper respetuosa por la oportunidad de ser parte del show. Me inspiró mucho ver a otros jóvenes que tenían mi misma edad y luchando sus sueños también. Fue súper bonito, menos eso. Pero yo ya sabía que la canción era número uno por no sé cuánto tiempo aquí en España… y yo sabía que a los fans el cambio de letra no les iba a gustar y obviamente iban a decir algo. Sí, fuimos trending topic en todas las redes sociales y todos los fans estaban tan enojados… ¿por qué vas a cambiar la letra? Si hubiese sido yo un hombre, nadie habría dicho nada. Pero porque soy una mujer… ¡y no hay nada de malas palabras! Yo estoy hablando de los besos, lo que los otros están pensando no es culpa mía. Es parte de ser creativo con la música, es parte del doble sentido.

Los hombres hablan de sexo con nosotras, pero si nosotras hablamos de sexo se escandalizan. Exactamente. Pienso que igual que hay películas que los niños no pueden ir a ver, hay música que los niños no pueden escuchar. Okey. Si tú, como papá, no quieres que tu hijo escuche la música de Becky G., lo respeto totalmente, está bien. Pero hay padres que dejan a sus hijos escuchar a Bad Bunny, a Ozuna, a Maluma… o sea, yo no soy el problema, tú eres el problema, enseñando a tus hijos que cuando un hombre lo dice está bien pero que una mujer no puede hablar de sexo. Me pongo frustrada cuando estoy platicando sobre esto. El machismo lo deberíamos botar totalmente.

Becky G. Silvia P. Cabeza.

Me dices que en mis dos hits, tanto en Mayores como en Sin pijama, hablo de una doble cara como mujer, el ser una dama en la calle y una “perra en la cama”, como canta Natti. Esa línea me encanta. Hay algunas personas que dicen “oh, my god, es mucho, por qué lo dijeron”… pero ¡así es la música! Nosotras vamos a cantar lo que queramos. Me divierte que haya una línea que no se puede cruzar y nosotras estemos allí…, en esa línea, no hemos cruzado pero estamos divirtiéndonos, jugando. Hay personas que dicen: “Ay, Becky, pero cómo dices eso, si tú todavía eres niña, y tan preciosa, con una historia...”. O “¿cómo vas a cantar música reguetón?”. Eso es especialmente porque soy mexicana y en México son los más machistas de todo el mundo.

Me dicen eso y yo siempre digo: en mi experiencia personal, cuando yo era niña, mis papás tocaban de todo. A los 5 años bailaba a Daddy Yankee, a Shakira, a Tupac, ¡a Snoop Dogg! Y yo no estaba pensando en “ah, estas letras están hablando de sexo”. No. Tenía 5 años y quería bailar la música porque se siente bien y se siente rico y quiero aprender. Si te inspira, está bien. No es tan complicado. No estoy curando enfermedades, ¿ok? Estoy haciendo música como artista y si te gusta bien, y si no te gusta, también bien.

Claro que se puede ser feminista y ser una perra en la cama, como dice la línea de Natti. Es súper chistoso, porque ¿cómo puedes decir que quieres empoderar a las mujeres, pero cuando una mujer decide decir algo, dices ‘oh, no’? Sería como decir: “Me siento incómoda por como vas vestida”. No es mi lugar, no es mi lugar, si tú te sientes segura, qué bueno, te apoyo. Así debería ser.

Yo decidí hacer vídeos musicales que tuviesen conceptos que mis fans que no hablen español pudiesen entender. Hacerlo divertido. Con Mayores, yo y Bad Bunny somos un equipo, estamos juntos. Al final de Sin pijama, jugamos a eso también: empezó súper sexy… pero al final enseñamos que sólo es un sueño. La realidad es que nosotras cuando tenemos una ‘pijamada’ estamos ahí tiradas sin maquillaje, comiendo patatas y ya, ya con eso. Eso a mí me inspira mucho y ojalá en los próximos proyectos pueda involucrarme un poco más en ese lado creativo y a ver qué pasa.

Becky G. Silvia P. Cabeza.