Las drogas y la enfermedad, el amor y el abandono, el éxito y el fracaso convirtieron la vida de Carrie Fisher en una auténtica montaña rusa. Será recordada siempre como la princesa Leia en La Guerra de las Galaxias, pero sin duda lo que mejor define su existencias son aquellas ‘Postales desde el filo’ de su novela autobiográfica y la posterior película.

Nació en 21 octubre de 1956 en Beverly Hills (Los Ángeles) en lo que la prensa norteamericana llama una familia de la realeza de Hollywood. Su padre fue Eddie Fisher, cantante y actor, toda una celebridad en los años 50. Tuvo su propio show en la televisión. Fue el intérprete de los grandes clásicos de la canción. Todavía en la reciente Carol (Todd Haynes, 2015) se podía oír su canción That's the Chance You Take. Carrie quedó marcada para siempre cuando su padre abandonó a la familia –se fue con Elizabeth Taylor- cuando tenía sólo dos años.

Su madre fue y es –todavía vive- Debbie Reynolds, la chica de Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen, 1952). La rubia de míticas series de los 70 y 80 como Hotel y Vacaciones en el mar. Fue una infatigable trabajadora del cine, la televisión y la canción, a la que se ha podido ver en múltiples cameos, como en El guardaespaldas (Mick Jackson, 1992) haciendo de sí misma. Incluso llegó a estar nominada al Oscar en 1965 a la mejor actriz por su papel en Molly Brown siempre a flot (Charles Walters, 1964). Su segundo matrimonio, con el director de una cadena de zapaterías, concluyó a la vez que se esfumaron todos los ahorros familiares.

Con este panorama, no es extraño que la niña Carrie buscara consuelo en los libros. Leía cuanto caía en sus manos, especialmente a los clásicos, y escribía poesía con fruición adolescente, hábitos que más tarde serían decisivos en su carrera como escritora. La vida del mundo del espectáculo, de escenario en escenario, de plató en plató tras los pasos de su madre, le impidió acabar incluso los estudios elementales.

Siempre a la sombra de su madre, realizó pequeñas apariciones de niña y de adolescente en el cine y el teatro. Su primer papel destacado fue en la comedia Shampoo (Hal Ashby, 1975), como una de las chicas que seduce al sex symbol de la época, Warren Beatty.

El personaje de su vida

No tardó en llegarle el personaje que cambiaría para siempre su vida y la convertiría en mito: la princesa Leia de La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977). Aunque hoy resulte difícil de creer, Carrie Fisher fue un icono sexual en la época, ya fuera vestida con aquel biquini de bronce, como prisionera desvalida en una celda de la Estrella de la Muerte, torturada por DarthVader, besándose con el sinvergüenza de Han Solo, o condecorando a sus héroes y amigos con aquella túnica blanca que dejaba ver sus pechos.

Carrie Fisher como princesa Leia. Lucas Films

La Princesa Leia Organa entró en el firmamento de los mitos de Hollywood y fue ratificada como tal en las otras dos entregas de la saga: El Imperio contraataca (Irvin Kershner, 1980) y El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983).

Entre medias, en 1980, había aparecido en la generacional The Blues Brothers (John Landis, 1980), junto con John Belushi y Dan Akroyd, con quien por cierto mantuvo un romance. Durante el rodaje, Akroydle salvó la vida al practicarle con éxito la maniobra Heimlich, después de que la actriz se hubiera atragantado comiendo coles de Bruselas. Carrie interpretaba al personaje denominado en el reparto “La mujer misteriosa”.

En los ochenta son remarcables sus trabajos como April en Hannah y sus hermanas (Woody Allen, 1986), sobre todo por el gran éxito de la película; y en Cuando Harry encontró a Sally (Bob Rainer, 1989), como Marie, la mejor amiga de Sally. También son dignas de mención algunas interpretaciones teatrales en Broaway, como Agnes de Dios.

Actriz y escritora

Probablemente tan destacada como la carrera de actriz, o más, sea la de escritora. Entre sus novelas figuran Surrender the Pink, Delusions of Grandma y, sobre todas, Postales desde el filo, de carácter autobiográfico. Ella misma haría, además, el guión de la película que dirigiría Mike Nochols en 1990. En su faceta de guionista ha realizado trabajos tan diversos como el libreto de la ceremonia de los Oscar, en varias ediciones, o el telefilme These Old Broads (2001), protagonizado por su madre, Debbie Reynolds; la enemiga acérrima que le había arrebatado el marido, Elizabeth Taylor; Shirley MacLaine y Joan Collins.

¿Sabes eso que dicen de que la religión es el opio de las masas? Bueno, pues yo tomaba opiáceos en masa religiosamente

En 2009, publicó Whisful Drinking (que podría traducirse como el iluso bebedor), libro en el que relata con muchísimo sentido del humor sus problemas con las adicciones -especialmente, con el alcohol- y también con los hombres. Este chiste es revelador del tono utilizado por la actriz para confesarse: "¿Sabes eso que dicen de que la religión es el opio de las masas? Bueno, pues yo tomaba opiáceos en masa religiosamente".

Su carrera se relanzó, casi 40 años después de la primera entrega, con la continuación de la saga Star Wars: Episodio VII, El despertar de la fuerza (J.J. Abrahams, 2015).

Carrie Fisher en la película 'El despertar de la Fuerza'.

En 2016, publicó The Princess Diarist, el libro que estaba promocionando en Europa antes de volar a Los Ángeles. Tras su aparición, todos los medios se hicieron eco de la revelación sobre el romance que había mantenido con Harrison Ford –ya casado entonces- durante el rodaje de la primera película de la serie. “Han y Leia durante la semana, y Carrie y Harrison durante el fin de semana”, resumió la actriz con su habitual sentido del humor. El actor, muy enfadado, ha llegado a anunciar acciones judiciales contra ella.

Pero para conocer la vida sentimental de Carry Fisher hay que volver casi 49 años atrás. En 1977, con apenas 19 años, conoció a Paul Simon (Simon & Garfunkel), con el que mantuvo una relación llena de interrupciones, encuentros y desencuentros y, sobre todo choque de egos. Llegó a casarse con él en 1983, pero al año siguiente ya estaban divorciados. La tormentosa relación inspiró al compositor la canción Heart and Bones, que dio título a un álbum, y que recoge versos tan explícitos como “especulaban sobre quién de los dos había hecho más daño al otro”.

Tuvo muchas relaciones esporádicas y una más más estable, la que mantuvo a principios de los años 90 con el agente de actores Bryan Lourd, con el que nunca llegó a casarse, pero con quien tuvo a su hija Billie Lourd. Y otro trauma más: Bryan dejó a Carrie por otro hombre, lo que sin duda no contribuyó a que la actriz consiguiera centrarse.

A esas alturas, su carrera con las drogas y el cine había dado muchas vueltas. A los 13 años ya consumía marihuana, a los 19 se pasó a la cocaína. Su madre, Debbie, tomó cartas en el asunto. Pidió ayuda a sus amigos de Hollywood y fue el mismísimo Cary Grant quien intentó con insistencia, pero sin éxito, convencer a la joven para que se dejara ayudar.

Le di tanto a la cocaína en Star Wars, que incluso John Belushi me dijo que tenía un problema

El problema de Carrie no sólo era la adicción. Además, tenía diagnosticado un trastorno bipolar, para el que además se medicaba. Con su característico humor negro, definía así sus síntomas: "Promiscuidad sexual, tendencia al gasto excesivo y abuso de sustancias. Lo sé, es lo que para algunos sería un fantástico fin de semana en Las Vegas".

En una entrevista concedida en 2010 a un diario australiano, recordaba cómo fue aquel tiempo turbulento en el que confluyeron su lanzamiento al estrellato como princesa Leia y su irrefrenable consumo de sustancias: "Poco a poco, me di cuenta de que estaba tomando más drogas que las demás personas, y de que estaba perdiendo mi control sobre ellas (...) Le di tanto a la cocaína en Star Wars, que incluso John Belushi me dijo que tenía un problema". Efectivamente, tenía que ser muy grave para que un tipo no muy ejemplar como el mayor de los Belushi encendiera las alarmas.

Sobredosis de medicamentos

Otro hito en su relación con las drogas se produjo en 1985. Cuando llevaba ya varios meses limpia y al parecer de forma accidentalmente, tomó una sobredosis de medicamentos recetados por el médico para su trastorno bipolar combinados con somníferos. Fue trasladada de urgencia al hospital, donde milagrosamente consiguieron salvarle la vida. Este suceso está descrito con detalle en la ya mencionadas novela y subsiguiente película Postales desde el filo. Cuando los periodistas le preguntaron por qué no había encarnado ella misa en el cine a Suzanne, la protagonista, Carrie contestó: "Yo ya he interpretado antes a Suzanne”.

Por si todo ello fuera poco, más recientemente, en 2005, el ‘lobysta’ Gregory "Greg" Stevens fue encontrado muerto en la casa de Carrie. La autopsia reveló que había tomado cocaína y oxycodina, pero precisaba que lo que en realidad le había provocado la muerte había sido una enfermedad de corazón que no estaba diagnosticada. La actriz diría más tarde que el fantasma de Stevens vagaba por su casa, lo que le hizo vivir en un estado de pánico durante un año, tiempo en el que ni se le ocurrió probar las drogas.

Las drogas me hacían sentirme normal… me contenían

Carrie Fisher nunca ocultó su adicción ni su enfermedad. Al contrario. Apareció de forma estelar explicando sus problemas, primero en el programa 20 minutos de la ABC y más tarde en el documental La vida secreta de un maníaco depresivo, con Stephen Fry en la BBC. Aseguraba que las drogas le calmaban los síntomas de su bipolaridad: “Me hacían sentirme normal… me contenían.”

Más recientemente reveló a Oprah Winfrey que había sido sometida durante años a fortísimos e inhumanos tratamientos de electroshock, que le hacían explotar el cerebro en mil pedazos. Incluso llegó a confesar que hubiera rechazado el papel de princesa Leia de haber sabido el precio de la celebridad, precio que, según ella, ya habían pagado sus propios padres.

Carrie Fisher supo dar un buen uso a sus devaneos con las drogas. Aprovechó su fama y sus apariciones públicas para sensibilizar a la sociedad sobre los enfermos psiquiátricos, buena causa a la que dedicó mucho tiempo, sobre en sus años finales. Carrie Fisher habrá muerto, pero la princesa Leia no. En las últimas semanas, había acabado el rodaje del episodio VIII de Star Wars, que se estrenará en 2017, en que de nuevo volveremos a verla.

Carrie Fisher, actriz y escritora, nació el 21 octubre de 1956 en Beverly Hills (Los Ángeles). Murió el 27 de diciembre de 2016 en Los Ángeles. 

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