Este jueves 2 de julio los integrantes de El Hormiguero se marchan de vacaciones y para ello nada mejor que dejar un buen sabor de boca entre su legión de seguidores con un viejo amigo del programa y uno de los cocineros más mediáticos de este país: Karlos Arguiñano (71 años).

Quizás por ese final de temporada o lo por especial del invitado, el talk show volvió al formato de siempre, es decir, sin prolegómenos en forma de monólogo de Pablo Motos (54) o tertulia de colaboradores. El cocinero de Beasain entró al plató asegurando que estaba “con ganas de bailar. Me da una envidia cuando os veo bailando. Me encantan las tonterías”.

Ya sentados en la mesa, Motos recordó una llamada telefónica del cocinero cuando comenzó la pandemia: “Me acuerdo del mensaje que me dejaste: Pablo, éramos felices y no lo sabíamos”. El propio Arguiñano evocó cómo se gestó la llamada: “Yo vivo en el campo y recordaba a los amigos y a los familiares que no podía ver. Te llamé y te dije eso”. Eso sí, la coyuntura no hace al cocinero perder el optimismo: “Hay que darle la vuelta, las noticias siguen siendo igual de pesadillas. Es muy difícil llevar esta historia, cuando se complican las cosas de esta manera, qué difícil es manejar todo. Vamos a salir adelante, fijo. El bicho este ha sido muy cabroncete”.

Después de estos momentos de seriedad, salió la vena más humorística de Arguiñano. “He estado grabando programas y todos decían “seguridad, que Karlos es población de riesgo”. Yo les decía que “de riesgo seréis vosotros”. Me dejaban allí solo con cuatro verduras. Esa sensación la hemos tenido todos”, valoró. Y aunque se pudiera pensar que ha tenido más tiempo que nunca para cocinar durante el confinamiento, el cocinero ha hecho mucho ejercicio: “He caminado mucho, 800 kilómetros. En el confinamiento he recorrido 12-14 kilómetros de media. Después de hacer la compra, atendía a los animales y luego andaba mucho”.

Después de los malos momentos, Karlos Arguiñano ya ha podido volver a reunirse con todos los suyos. Eso sí, mientras contaba esto, el de Beasain recordó un duro momento familiar: “Somos 27. Nos casamos un gallo y una gallina. Ocho partos hubo en casa. Los dos primeros hijos se nos murieron con siete meses. Mi mujer lloraba y lloraba y luego llegaron otros seis. Después adopté otro. Todos emparejados, menos mi hija. Y todos con hijos. Ahora me tengo que aprender los nombres”.

Un gran reconocimiento

Tras el paso por publicidad, el invitado quiso tener un detalle con el presentador, aludiendo a otro habitual de El Hormiguero: “Quería mandar un saludo a Miguel Ángel Revilla (77), que viene muchas veces aquí. Siempre trae productos, pero todos de secano. Traigo este vino, que lo hago yo, K5. Nos han dado un premio en Lyon, y para que los franceses nos den un premio a un vino español tiene que ser bueno de cojones”.

Al margen de su actividad vinícola, Arguiñano ha aprovechado el confinamiento para seguir explorando asuntos en la naturaleza. Este ámbito dio pie a anécdotas de lo más gracioso: “He aprovechado para hacer vídeos. Tenía un pavo real solterón, se llama Manolo, y le he traído compañía. Se llama Felisa. Al principio no le hacía casa, de repente les vi subidos en un arbolito. Tengo muchas ganas de que pongan huevos”.

Pero, sin duda, lo que más risas causó fue su experimento con dos especies: “Tenía dos jabalíes jóvenes, que los compré en Francia. Cogieron como cien kilos. Estaban solos y decidí comprar dos cerdas enormes. Los junté y dieron un montón de crías: cerdalí. El jabalí es impresionante el armamento que lleva, unos 80 centímetros, empiezas a ver la herramienta que saca, delgadita, pero muy nerviosa. Lanzaba el semen muy lejos, igual a 6 metros. Mi padre no había visto nada igual, y había estado en dos guerras. Después de la actuación y de dejar embarazadas a las cerdas, los jabalíes se caían de espaldas y las cerdas seguían como si nada. Somos muy poca cosa”.

A continuación, llegaron las preguntas de Trancas y Barrancas, donde lo más sobresaliente fue lo más relevante fue saber quién ganaría una carrera andando, si el propio cocinero o Mariano Rajoy (65): “Ahí va a haber pelea, pero yo apostaría por Arguiñano”, respondió el invitado.

Como si fuera el reverso de un programa habitual durante el confinamiento, Pablo Motos decidió despedirse con un monólogo: “Noto que aunque no aunque no te hayas contagiado del coronavirus, todos hemos cogido miedo, nos han quitado la esperanza de un futuro mejor. Ves que las consultas de psicólogos, psiquiatras y fisios están llenos. A la crisis sanitaria y económica hay que sumarle la de salud mental. La solución, como siempre, está en las personas. Un buen amigo puede curar muchas cosas. Si tienes capacidad para escuchar a alguien y un poco de empatía, puedes ayudar mucho. Buen verano a todos".

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