Música, humor, vida de barrio y ostentación. Omar Montes (32 años) tuvo el honor de ser el primer invitado de El Hormiguero en la ansiada vuelta a la normalidad y el de Pan Bendito (Madrid) fue fiel a sus principios. Para empezar, quiso ganarse a Pablo Motos (54): “Te he traído un regalito, como sé que es el primer día, te he traído esto, que sé que te gusta el deporte”, le explicó mientras le regalaba unos guantes de boxeo. Acto seguido, presentador y cantante se lavaron las manos con gel, tal y como marca el protocolo anti Covid-19.

Como era de esperar, uno de los aspectos a destacar era el atuendo que llevaba Montes: “La verdad es que ya que iba a venir aquí he querido ponerme mis mejores galas. Sí, el reloj que llevo vale bastante, pero el tuyo no se queda corto”, dialogó con Motos, demostrando que no se corta ante nada ni ante nadie.

Eso sí, este intercambio de piropos no le sirvió para salvarse de la pregunta más incómoda de la noche: “¿Vas a hacer otra fiesta ilegal?”, inquirió el presentador, en relación a un aspecto que ya había levantado ampollas previamente en las redes sociales:

Sin embargo, Omar Montes venía preparado para ello: “No la hice yo. Di una imagen horrorosa, pedí perdón, no pretendo ser referente de nadie, no soy ejemplo de nada. Me llamaron para presentar un tema, fui allí y ya está. Estuve mal y lo admito. No me gustan las fiestas, realmente fui a trabajar, que está la cosa malamente, tengo a mi cargo a mucha gente y ayudo a muchas personas”, se excusó.

Acto seguido llegó el momento de hablar de sus éxitos musicales. “Tengo diez discos de platino, que son como el doble que los de oro”, rectificó el invitado a Pablo Motos antes de regalarle otro halago: “Para mí es un sueño es estar aquí contigo, si no hubiera la distancia de seguridad, te estaría todo el rato dando abrazos. Yo he crecido con El Hormiguero, lo veía con mi abuela, que es súper fan. El Cigala me marcó.

Orígenes humildes

Preguntado por cómo se ganaba la vida antes de la música, Montes recordó que “antes me buscaba la vida en el barrio como podía. Me dedicaba al deporte, al boxeo, a veces trabajaba de seguridad. Fui portero de discoteca, pero de los que te abrazan, era muy mal trabajador porque acababa tomándome coca-cola con la gente. Me echaban siempre”.

Esa vida en el barrio también había algo que le caracterizaba: su peculiar coche. “Tenía un Peugeot 206, con aire acondicionado gratis, iba sin puerta. No me lo tocaban porque en el barrio nos conocemos. Vivo en la casa de mis abuelos, la mantengo igual, de los años 70, porque me gustan las cosas vintage. Lo del coche no hacían nada porque enfadado soy mal cliente. Como tú, que me han dicho que te llamaban la ardilla de Requena. Al final me pusieron una multa porque no tenía ITV, a veces cuando iba a cogerlo había un niño durmiendo o alguien leyendo el periódico. Cuando tuve dinero puse una puerta roja, aunque el coche era azul”, evocó.

Y hablando de coches, con la fama llegó el cambio. “Tuve un Ferrari, pero tuve que venderlo, porque metí a mi abuela a plomo entre varios amigos y fue complicado a sacarlo. Me compré un Mercedes, que es más espacioso. He estado mirando algo de segunda mano en el tema de los aviones, no me fío con lo de los kilómetros. Los precios dependen, van desde 100.000 euros hasta un millón”.

Tras ver una pequeña parte del videoclip de ‘Alocao’, con Bad Gyal, Montes presumió de ser una mezcla “entre Aquaman y Julio Iglesias”. En ese tema, Omar Montes recurre a la ayuda del ‘autotune’, por lo que Pablo Motos le invitó a cantar sin esa ayuda. El madrileño no se arrugó y se arrancó a cantar a capella.

Cuando parecía que la entrevista no iba a dar para mucho más, un cuestionario de Trancas y Barrancas sacaron algunas respuestas ingeniosas del invitado. Sobre cuánto dinero llevaba encima, reconoció que “vengo sangrao porque he estado cenando en un sitio. Cuando salgo suelo llevar lo justo, 10.000 o 20.000 eurillos. Imagínate que te apetece comprarte un pantalón de Gucci y no puedes comprártelo, es terrible”.

Sin embargo, las dos grandes anécdotas llegaron con la música y la televisión. Para empezar, las hormigas le preguntaron si en Superviventes sobornó a algún cámara para conseguir comida. Al no responder, Trancas y Barrancas le invitaron a pestañear dos veces en caso afirmativo para no incumplir ningún contrato. Su respuesta fue afirmativa, aunque también matizó que no consiguió que le dieran alimento alguno.

La otra novedad fue una futura colaboración: “El otro día estuve hablando con Rosalía (26). Se lo propuse y me dijo que sí. Estamos viendo a ver qué hacemos. Es una grande, no teniendo porqué se ofrece a hacer esto para echarme un cable, es de valorar. Me encanta ella y el talento de España, que hay mucho”.

Ambiente especial

El de este lunes no era un programa cualquiera en El Hormiguero. La semana pasada Pablo Motos ya había anunciado que el público regresaría al plató, aunque fuera con un aforo reducido. Lo que no sabíamos era que esa vuelta iba a servir de homenaje a un sector clave en este país durante los últimos meses: los sanitarios. Eso sí, para saberlo, hubo que esperar unos minutos, ya que al principio las gradas estaban vacías.

Entonces, Motos tomó la palabra para contar aspectos desconocidos que reflejan la dureza de haber hecho este programa durante los meses del estado de alarma por el Covid-19: “Este plató dejó de tener público hace 101 días. Cuando volvimos a hacer el primer programa durante el confinamiento, todos tuvimos mucho miedoHubo caras muy largas, muy mal rollo, muchos compañeros habían discutido con las parejas por poner en riesgo su salud. Algunos me preguntaron que si estaba loco por seguir adelante. Volvimos porque sentí que era importante que la gente no perdiera la esperanza, para que os llegara un mensaje de que íbamos a salir de esto, para que tuvierais una rutina. 

Ha habido noches que hemos hecho el programa rotos de dolor, ha habido gente del equipo que ha perdido a su padre, a su abuelo…Hubo un momento en el que éramos un grupo de personas tratando de ayudar a otras. Y esa conexión con vosotros es de lo mejor que nos ha dejado la pandemia. Esta primera noche con público hemos querido que todos ellos fueran sanitarios”, argumentó el presentador.

Después de estas palabras, el equipo del programa recibió con aplausos a los elegidos para estar en el público de este regreso a la nueva normalidad en el talk show de Antena 3. “Mientras todos huíamos del Covid, ellos se dieron la vuelta para pelear contra él. Hay una diferencia entre ellos y nosotros. Nosotros no hemos visto los enfermos, no hemos visto a la gente muerta, no hemos sentido la impotencia de ver a un compañero arriesgarse por ir a atender a un paciente sin apenas medios. Espero que esta noche os divirtáis, y a lo mejor pasan cositas”, les dijo a los sanitarios.

Como era de esperar, en las redes sociales estas palabras tuvieron una gran acogida:

Al final del programa, todos y cada uno de ellos se llevaron varios regalos, como viajes o un jamón, e incluso una participante en un concurso fue agraciada con la famosa tarjeta OpenBank.

A medio camino

A pesar de este intento de vuelta a la normalidad, lo cierto es que El Hormiguero de este lunes tuvo un formato un tanto desconcertante. No seguía el guion de antaño, pero tampoco era el de estas últimas semanas. Tras la presentación, la bienvenida al público y el corte publicitario, no fue recibido Omar Montes, sino que los contertulios, El Monaguillo (46), Luis Piedrahita (43) y Marron (40) contaron algunas anécdotas de sus carreras, en una especie de conversación que se parecía a la tertulia que hasta el pasado jueves se hacía previamente a las entrevistas por videollamada con los invitados.

Tras esas confesiones y el reto de El Monaguillo con la báscula, los colaboradores se marcharon del plató.

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