Juro por lo más grande que estoy escribiendo estas líneas mientras me caen lágrimas, independientes e indómitas, que no paran, que se han tomado mi cara como esa república independiente en la que vive parte de España. Mientras el mundo llora, con razón, el dislate que atiza al país, y al mundo, sin control ni coto, yo me emociono viendo MasterChef Celebrity. Sí, ese es el planeta, ese es el contraste, esa es la condición, bella e irrompible, del ser humano. Los fanáticos del concurso me entenderán, ¡Ana Obregón (64 años) ha vuelto como repescada de pleno derecho! Ay, mi informante y chivato, ¡qué feliz debe estar! 

Cógeme el teléfono, tonto, que no es para tanto. Además, estoy emocionado. Esa Anita, alma libre, alma púber, alma sin destetar, alma que parece acristalada, débil, todavía a la espera de un príncipe que la malogre a los 63 años en los siempre decepcionantes caminos hacia la madurez, ha regresado de nuevo al concurso de cocina de TVE y lo hace con la luz y el candor esperado. Ana se merece flotar; Ana es eterna, incandescente, pizpireta, brillante, inmortal, impúber, siempre sexy y burbujeante. A Ana se le debe permitir todo, porque se lo ha ganado todo. Con la veteranía y el lumpen de lo trasnochado, Anita se come el mundo. Ana, la eterna niña, la eterna adolescente. Sí, poblada de una arruga que otra, dueña de una cara que se bate en duelo con el paso del tiempo. Regreso de mi fanatismo carcelario, ¡ha vuelto Ana! 

Ana Obregón y Elena Furiase, a las puertas del veredicto. TVE

Con esa risa que ya apenas si le dibuja líneas de expresión, pero que jamás le apagará la alegría de su iris golpeado por la miopía, Anita ha regresado. Y para quedarse con lazo rosa. El cáncer, un grupo sanguíneo. Y de pleno derecho. Hay que decir que ha hecho una prueba de exteriores muy digna en El Escorial y que se ha batido en duelo con Elena Furiase. Me cae muy bien la hija de Lolita Flores (61), pero con García Obregón tengo algo muy de víscera, de entraña, de tripa, de verdad. Crecí con Ana Obregón, con su impronta. Viví su historia de amor con el porcelánico Darek en primera línea, pero MasterChef Celebrity, lo siento Anita, quiere savia nueva y la ha encontrado con Tamara Falcó (37) y el jurado Jordi Cruz (41).  

El problema que veo es que el panorama está tomando unos derroteros que no me están gustando. Lleva tiempo sin hacerme gracia, no porque me crea un ápice de la historia de amor entre Jordi y Tamara -no soy tan naíf-, pero creo en dos grandes verdades y conceptos con los que el espacio se da de bruces tontamente: no le hace falta inventarse rollos que no van con él -y que alejan al espectador asiduo- y que suena demasiado cartón piedra, encorsetado, rollo drama amoroso de un Benavente venido a menos. Los veo coquetear - a la una por defecto y al otro por exceso engolado y falso- y me imagino un dramón en blanco y negro. No sé, como esos matrimonios de conveniencia que se ríen coquetamente por aquello de matar el tiempo y la atrocidad. 

Nadie se cree lo de Tamara y Jordi. Y más cuando entonan aquello del poliamor, ya no, fíjense, el polisexo. El jurado se ha acercado a ello, en ese rollo invítame a tu vida y a tu casa ya, nena, y Tamara, ni corta ni perezosa, le ha hablado del polisexo. ¡El polisexo! Acabásemos. Sexo en La Pública, dónde vamos a ir a parir. (léase la ironía, por Dios) Pero me resulta curioso es que alguien tan meapilas como Tamara Falcó blasfeme tanto entonando ese concepto -vuelvan a leerlo en ese tono, conózcanme- y me llama poderosamente la atención que Jordi Cruz tontee con Tamara cuando una explosiva brasileña le espera en casa. Ay, no sé, seré un amargado de manual, pero me cuestiono, tóxico, contaminante y congestionable -estuve media hora buscando su existencia, no la obtuve y lo dejé por estético-: ¿no será esto esto una maniobra de MasterChef para ganar audiencia? 

No puedo despedir este escrito sin vomitar lo que siento, sin soltar esa bilis que me amenaza con obstruir mi traquea y matarme en directo como no hable; como no sea sincero, como no pierda las buenas formas. Porque sí, -me dice amenazadoramente-, siempre hay un momento para cagarse en la vida: ¡cómo han podido echar a Ana Milán (45) y mantener a la inepta de Vicky Martín Berrocal (46)! ¿Qué es esto? ¿Con quién tengo que hablar? Da tono, sigue dando tono... ¿Rosa María Mateo? 

PD: Desde aquí, pido con pena en el alma y escasez en el banco: si cada español pudiera un peseta por repescar a Ana Milán...

Expulsadas: Ana Milán y Almudena Cid

Repescada: Ana Obregón

[Más información: Ana Obregón, ¡vuelve ya a MasterChef Celebrity! Las razones por las que debe ser repescada]

Noticias relacionadas