Hablar de Paz Padilla (56 años) es hablar de uno de los grandes talentos de nuestro país. La humorista se ha convertido en una de las mujeres más queridas de España, y no solo por su trabajo en televisión, sino porque sus más de 30 años de carrera la avalan.
"¿Tú bebes alcohol?", así comienza una distendida charla con la gaditana: sin filtros, sin tabúes y con mucho humor y sentimiento. Paz Padilla estrena Cuerpos locos el próximo 31 de octubre, una comedia con la que pretende que su humor traspase, una vez más, la pantalla.
En esta película comparte reparto con Miguel Ángel Revilla (82) y Antonio Resines (71), dos nombres de peso, aunque alguno sea más novato que otro. Sin embargo, su espontaneidad y su carisma han convertido la cinta en un éxito incluso antes de su estreno, al menos entre quienes ya la han podido ver.
La crítica podrá decir lo que quiera, pero el talento de Paz Padilla para hacer reír es innato. En conversación con EL ESPAÑOL, la actriz hace balance de su carrera, de su año y del momento tan especial que atraviesa.
En las últimas semanas, su hija Anna Padilla (28) ha anunciado su boda con Mario Cristóbal, y la cómica ha confesado sentirse emocionada ante esta nueva etapa. Además, no esconde sus ganas de convertirse en abuela: "¡Y pronto!", ha exclamado entre risas durante la entrevista.
Paz Padilla y Anna Padilla en un acto público.
¿Cómo está, Paz?
Súper bien, súper contenta, de verdad, que estoy muy contenta. A otros compañeros que han visto la película dicen que le ha gustado y eso me pone feliz. O sea, la aceptación está bien. Está muy bien hacer cine para niños.
¿Disfruta del momento en el que se encuentra actualmente?
A mí me gusta vivir. Me gusta disfrutar lo que hago y estoy en un momento de mi vida en el que quiero eso. Decir: "Estoy donde quiero estar y con quién quiero estar", porque yo ya he trabajado mucho. O sea, muchísimo. Y ahora quiero tiempo para estar con mi gente, para estar en mi casa. Estoy en otra etapa de mi vida.
Ya no necesito demostrar nada, ni conseguir, ni necesitar nada. Tengo una vida bastante cómoda, rodeada de amor y de gente maravillosa, y estoy perfecta.
En esta película, Cuerpos locos, conocemos una faceta suya diferente, pero ¿cómo de 'loca' es usted en la intimidad?
Loca, loca nunca. Soy demasiado cuerda, pero todos los cómicos lo somos. Para ser cómico hay que ser muy sensato y tener una perspectiva de la vida diferente. Soy muy intensa, pero eso no me impide hacer locuras, siempre que no haga daño a nadie. El humor es humor cuando nos reímos todos. Si me río de ti y no te ríes, ya no es humor.
¿Y, en esta película, ha coincidido con el gran Miguel Ángel Revilla, ¿cómo ha sido esta fantasía?
Qué gracioso. Justo recibió la noticia de que el Rey lo demandaba durante el rodaje. Fue un momento muy triste porque la gente ve al político, pero él es muy auténtico. Le dolió mucho, porque tenían amistad. Revilla es grande haga lo que haga. Actuó sin guion y lo hizo increíble. Decía: "Yo estoy acostumbrado a casar a gente, Paz".
Es la típica persona que se lanza a todo, ¿no?
Sí, él tiene claro lo que es comunicar y acercarse al pueblo: hablar con la gente, preguntar cómo están. Hay muchos que lo hacen desde lejos, y desde lejos no eres creíble.
Paz Padilla en un acto público.
En todos los años de carrera, ¿ha tenido miedo de quedarse sin trabajo?
Nunca. Llevo 30 años en esta profesión y no he estado ni un mes sin trabajar. Cuando no hago teatro, doy conferencias; cuando no hago eso, hago pódcast o televisión. Ya no tengo miedo a quedarme sin trabajo. Además, yo soy muy hormiguita, tengo un buen colchón y eso me ayuda a tener estabilidad mental.
Entonces, el patrimonio de Paz Padilla es elevadísimo, ¿no?
No sé el dinero que tengo, entre lo que hay en el banco, en ladrillos, en negocios… Pero es que he sido muy trabajadora y buscavidas. Como decía Felipe González, "parado no". Aunque sea sirviendo copas. Me encanta trabajar en mi bar, en mis tiendas, en la fábrica... Yo lo que sea pero parada, no.
Usted, que es una persona que se desvive por los demás, ¿cómo vive, por ejemplo, el cumplir años?
Ah, yo estupendo. Pero ¿sabe por qué? Porque digo: ¡otro año más aquí, qué regalazo! Yo cada día que me levanto pienso que es un regalo. Entonces estoy bien, estoy sana, no me duele nada… ¿y qué más quiero?
¿Qué más da la edad? Mira, me acuerdo estando en Quito, en el Amazonas con los Quechuas. Me fui con una señora a pescar y luego a preparar la comida, y yo la miraba y decía: no sé qué edad tiene. No sabía si estaba castigada por el sol, por la vida en el Amazonas o si era mayor.
Le pregunto: "¿Cuántos años tienes?" y me dice: "¿Y qué más da?". Y tenía razón. ¿Qué más da la edad que tengamos? ¿Qué más da si este cuerpo tiene 56, 68 o 15? Lo importante es que me sostiene, que estoy aquí gracias a él y que me sirve todavía.
Llegará un momento en el que ya no pueda andar tan rápido, ni ver bien, ni conducir un coche, ni escribir una carta, ni leer el móvil porque me tiemblen las manos. Pero nuestro cuerpo tiene una utilidad y no le damos la importancia que merece. Lo importante no es que a ti te guste mi cuerpo, sino que a mí me guste mi cuerpo.
Paz, y con el paso de los años, su familia crece con usted. Ahora, su hija Anna ha anunciado que se va a casar.
A mí lo que me gusta es que ella está feliz. Y me da igual si se casa tres, cuatro o cinco veces, con quien sea, con quien quiera. Que disfrute, que celebre la vida. El matrimonio es una fiesta: estamos felices, nos queremos y lo compartimos con nuestra gente. Si luego te tienes que divorciar, pues te divorcias, pero esto hay que vivirlo. Es celebrar la vida.
Y encima ha elegido Cádiz, como usted. ¿Cree que la cogerá como inspiración?
Yo creo que sí, que ha cogido algo de referente mío. Y es eso: el respeto, el amor, el no discutir con la pareja. Yo nunca he discutido con mi pareja. Siempre le he dicho a Anna: "Quédate con alguien a quien ames y que te ame, y que te trate como una reina, y tú a él como un rey". Eso es el verdadero amor.
¿Y Mario, su novio? ¿Cómo es?
Educadísimo, con clase, culto, un gentleman. Siempre quiere aprender, siempre está leyendo. Trata a Anna con ternura y dulzura. Y lo tengo claro, si tienen hijos, será un superpadre.
¿Le gustaría ser abuela?
¡Pero ya! Le digo a Ana: "Venga, ya nos hemos quitado la boda, ahora lo siguiente". Yo sí, yo tengo mucho amor para dar.
Anna siempre va a su ritmo.
Sí, ella a su paso. Nunca le he dicho qué tiene que hacer, ni lo haré jamás. Ya es adulta, puede pedirme consejo, pero mi opinión no es una verdad. No me gustan los padres que dan órdenes. Mi madre nunca lo hizo.
Si tuviese que elegir un mes para la boda, ¿cuál sería?
Yo me casé en octubre, es maravilloso. Pero ella decide.
¿Y usted se volvería a casar?
No, no. Mi boda fue de lo más bonito que viví y sé que eso no se repetirá.
Este año ha sufrido pérdidas. ¿Sigue entendiendo la muerte de la misma manera?
Sí. Cuando entiendes la muerte, ya la entendiste. Sabes que cada vez que viene, toca renunciar al ser querido, pero el fondo es el mismo: todos estamos de paso. Hay duelos anticipados y duelos bruscos, como el de mi hermano, pero al final hay que hacer el duelo. Cuando aprendes a transitar por las emociones, ya sabes que todas son necesarias.
La gente cree que sus madres son frágiles, pero no, son sabias. Han enterrado a padres, hermanos, amigos. Ellas ya cruzaron ese desierto muchas veces.
¿Y cómo se encuentra ahora?
Muy tranquila, muy a gusto. He estado en Mozambique, cooperando con África Directo, con personas albinas. Ahora viajo mucho, me voy a Bután. Estoy en un proceso de crecimiento personal, de escucharme, quererme y cuidarme.
