El libro de memorias de Isabel Preysler (74 años), que ha salido a la luz este miércoles, 22 de octubre, está cargado de bombas. Entre las mil historias que narra sobre su vida en primera persona en Mi verdadera historia, la socialité destapa por primera vez las intimidades de su relación con Mario Vargas Llosa.
Su historia de amor con el Nobel de Literatura comenzó en mayo de 2015. Se conocían de tiempo atrás, pero en un reencuentro surgieron las mariposas en el estómago. Entre ellos existían grandes dosis de química y pasión.
Sin embargo, tras casi ocho años juntos, la convivencia y las "escenas de celos" del escritor hicieron que las chispas dieran paso al hastío. Cansada de la actitud del hispanoperuano, la madre de Tamara Falcó (43) decidió poner fin al affaire de la peor manera posible: a través de una carta llena de reproches e insultos.
Mario Vargas Llosa pusieron fin a su relación en diciembre de 2022.
Isabel Preysler rompe con Vargas Llosa
En su libro biográfico, Isabel Preysler publica un total de ocho cartas. Todas ellas, de carácter absolutamente íntimo, retratan de manera fiel cómo era el vínculo entre ellos.
La última misiva la escribe Isabel Preysler. Y es una carta de despedida en toda regla. El adiós viene firmado a fecha de 12 de diciembre de 2022,. Entonces, la relación entre ellos había llegado a declive total.
Cabe recordar que la noticia de la ruptura se dio a conocer el 28 de diciembre de ese año, apenas 16 días después de que la filipina le enviara unas durísimas líneas.
Isabel Preysler envió una carta a Mario Vargas Llosa el 12 de diciembre de 2022. En ella ponía fin a su idilio con el Premio Nobel.
"Hemos perdido la ilusión"
"Después de unos años en los que hemos sido muy felices, la situación entre nosotros se ha ido deteriorando. Estarás de acuerdo conmigo en que nuestra relación no se parece en nada a la que teníamos al principio de los casi ocho años que llevamos juntos", empieza diciendo Preysler en la carta.
Sin dar rodeos, Preysler aborda de manera muy clara que el idilio entre ellos debe llegar a su fin: "Hemos perdido la ilusión, complicidad, alegría y se ha hecho más difícil la comunicación entre nosotros".
Elocuente, argumenta que, al no estar casados ni tener hijos "ni intereses en común que nos obligan a permanecer juntos", ya no existen motivos para continuar su historia de amor.
"Cuando ya no estamos bien el uno con el otro, lo mejor es que demos por terminada esta relación ya tan cargada de costumbre y de rutina", señala.
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, en una imagen de archivo.
"Ridícula escena de celos"
En su misiva, Isabel Preysler hace alusión a una de las muchas escenas de celos de las que tanto se ha hablado en los medios de comunicación.
"Me cuesta encontrar las palabras adecuadas para explicarte el asombro que me produjo tu ridícula escena de celos la noche después de la fiesta de Moët & Chandon. ¿Cómo pudiste decirme levantando la voz, a lo que no estoy acostumbrada, que me estaba tomando "demasiadas libertades"?", le reprocha.
Indignada, le explica que acudió dicha fiesta "porque formaba parte de mi trabajo" y que, "además, lo hice acompañada de mi hija Ana (Boyer)".
Sin ocultar su enfado, la filipina le echa en cara al escritor que su conducta era desproporcionada: "Y utilizo el adjetivo de ridícula porque, a nuestra edad y en nuestro caso, las escenas de celos infundados están totalmente fuera de lugar y dan hasta vergüenza", recalca.
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en el tenis en Madrid. Año 2019.
"Estás muy mal educado"
"Pero no quedó ahí la cosa: al día siguiente y cuando ya estaba sentada en la mesa esperando para cenar, me enteré por el servicio que te habías ido a vivir a Flora", añade, haciendo alusión al piso que Vargs Llosa tenía en la calle Flora, en el centro de Madrid.
"Y, asombrosamente", prosigue, "un par de días después y sin que te hubieras molestado en dar señales de vida, apareció Vanesa (su asistente personal) buscando tu pasaporte y algo de ropa.
La parte más dura de su carta se produce cuando echa en cara al genio de las letras su falta de modales. Incluso pone sobre el tapete las diferencias socioeconómicas entre ellos.
"Mira Mario, yo estoy acostumbrada desde siempre a vivir en un hogar rodeado de gente amable, cariñosa, desinteresada, nada egoísta y, sobre todo, educada. El origen social y el nivel económico diferente en dos personas que deciden vivir juntas no tiene importancia", le escribe.
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler en un acto en Bogotá. Año 2017.
El "egoísmo" y la "soberbia" de Vargas Llosa
"Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado. Mi casa no es un hotel en el que las personas van y vienen sin tener en cuenta a los demás y yo no voy a soportar tus idas y venidas sin, por lo menos, una explicación", le espeta.
Según narra Preysler, las escenas de celos eran frecuentes. Y, al parecer, por "la misma causa". Otro de los ejemplos que pone de los numeritos de Vargas Llosa tuvo lugar en una "fiesta del mundo de la moda a la que fui por trabajo con mi hija Tamara". En aquella ocasión lo acogió en su casa "cuando decidiste volver".
"Te reproché entonces tu egoísmo y tu mala educación ya pesar de que debido a tu soberbia ni siquiera me pediste perdón", le recuerda al hispanoperuano.
"Esta ha sido la segunda vez que lo has hecho pero no va a haber una tercera porque, por respeto a mí misma y porque no me lo merezco, no voy a dar por bueno tu comportamiento que considero totalmente inaceptable", destacaba.
Como colofón a su carta de ruptura, le hace una última petición: "Por favor, manda a alguien a recoger todas tus cosas. Un abrazo". Isabel".
Isabel Preysler el pasado 19 de septiembre, tras conocerse que había escrito sus memorias.
Una personalidad "compleja"
En su libro de memorias, Isabel Preysler cuenta en primera persona cómo fue su vida en común con Vargas Llosa. "Conviví con él casi ocho años y pude conocer su parte más humana, más cotidiana, la del día a día, su verdadera personalidad, muy compleja, con aspectos que mucha gente ignora porque conseguía ocultarlos", escribe.
"Cuando pienso en él, sólo quiero recordar nuestras épocas buenas llenas de felicidad y risas", rememora. "Es cierto que pertenecíamos a mundos diferentes, pero tengo que desmentir rotundamente que él se sintiera desgraciado en el mío".
Asimismo, echa por tierra la teoría de que el escritor no fuera feliz a su lado: "Mario fue muy feliz en nuestra convivencia diaria, con mis hijos y mis nietos, tanto en mi casa como en la de ellos. (...)".
"Tuvimos una vida social intensa y organizábamos cenas en casa con tertulias, debates, análisis y humor", relata. "Me acompañaba a los viajes de trabajo que me veía obligada a hacer y que a él le parecían apetecibles".
Además, subraya que su popularidad era algo que agradaba al Nobel. Y que su fama llegó, incluso, a beneficiarlo: "No ejercí la más mínima presión sobre él, incluso me llegó a agradecer, en alguna ocasión, que mi presencia atrajera a los medios cuando era yo la que le acompañaba a muchos de sus compromisos profesionales".
"Es imposible ocultar la infelicidad durante tantos años y yo, además, tendría que ser totalmente insensible para no darme cuenta. Más aún cuando él me aseguraba todo lo contrario, como se puede comprobar al leer las muchas cartas que me escribió a lo largo de nuestra relación, algunas de las cuales he decidido hacer públicas en mis memorias, aunque otras, las más íntimas y cariñosas, las guardo para mí", confiesa.
