Han pasado seis meses desde que diera el último adiós a Jesús Quintero, con quien estuvo casada y tuvo una hija, y ahora es ella la protagonista de la noticia. Este pasado jueves, día 2 de marzo, Joana Bonet (57 años) desvelaba algo que había mantenido en el más absoluto secreto y que tenía que ver con su estado de salud.

La periodista y escritora, muy activa en redes sociales, donde suele subir contenido de su vida profesional con algunos retazos de intimidad, daba un paso adelante para contar el duro proceso por el que ha pasado y que, afortunadamente, ha tenido un final feliz.

Así lo comunicaba: "Ayer, mi oncólogo, Javier Cortés, me dio el alta. Entre la detección de un adenocarcinoma infiltrante de mama y el fin de la radioterapia -¡gracias, Madame Curie y a la doctora Natalia Carballo y equipo! - he atravesado un nuevo planeta, los primeros días a tientas". Joana pone nombre y apellidos a la enfermedad y no duda en contar su experiencia con positividad, pero también con realismo mientras posa con su médico.

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Siempre empática y con una marcada conciencia social, la periodista se acordaba en su texto de otras mujeres que han sufrido lo mismo pero que no disponen de los mismos medios. "He podido observar de cerca cuánto dolor hay en el mundo, y me he acordado de las mujeres con cáncer de mama en Ucrania, en Kabul o en los campos de refugiados. Pero también de las que, en nuestras ciudades, están solas; pensé en las maltratadas conteniendo el aire en el aparato de resonancia, las que son demasiado mayores para soportar las humillaciones terapéuticas, el terror de los pet tac full body, a pesar de su luz clarificadora".

Por todo ello, se considera una "afortunada" y da las gracias a todos sus doctores y amigos que la han acompañado y arropado durante estos meses. Aunque ha recibido el alta, sabe que no puede bajar la guardia: "Mi cáncer ha sido curable aunque hay que ser vigilantes y tocarán muchas revisiones. El doctor Cortés es un sabio que te coge la mano y no la suelta. Es pionero en investigaciones sobre el cáncer de mama, uno de los mejores del mundo. Su fundación está dedicada a las mujeres, y ahí me tiene para ayudar. Porque sí, nuestra sanidad está tocada pero nuestros profesionales son puro oro". Un alegato a favor de lo público, de paso.

El mensaje termina dándole visibilidad a una dolencia que, a su entender, aún es un tabú hoy en día. "En estos dos meses he advertido que en las salas de espera de Oncología casi nadie habla, que las pruebas importantes suelen practicarse en sótanos y que la humanización de los protocolos urge para que los pacientes puedan amortiguar su dolor con un poco de belleza. El cáncer -en un 66%- se cura, aunque te conduzca al borde de la vida. Sí, ves sus confines, la que podría ser la última vez de todo, pero también apela a tu dignidad como ser mortal. Lo he compartido con pocos, gracias familia y núcleo duro por aligerarme el miedo. El cáncer es una palabra a la que tenemos que darle la vuelta, y en esto estoy y estamos muchas, empujando para lograrlo. Mi pensamiento está con todas aquellas que siguen en tratamiento".