Ana Obregón ha desvelado a través de su perfil de Instagram la muerte de su padre, Antonio García Fernández, a los 96 años de edad. El empresario llevaba un tiempo delicado de salud, especialmente tras septiembre de 2021, cuando sufrió una grave infección. 

    La actriz se ha despedido de él con un emotivo texto en el que desvela su gran soledad: "Ahora las tres personas que más quiero en mi vida no estáis aquí conmigo y te juro, papá, que no sé cómo lo voy a hacer". 

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    Una dura infancia que le ayudó a madurar

    Antonio nació en la capital madrileña en 1926, y en plena pubertad ya tuvo que conocer de primera mano lo que suponía traer dinero a casa para poder salir adelante. A los 13 años, comenzó a trabajar como limpiador y recadista en una tienda. Pero además, una vez terminada su jornada laboral, por las noches, aprovechaba para estudiar y sacarse el título de delineante proyectista. Se graduó con todos los honores y fue entonces cuando consiguió trabajo de calcador. Gracias a su talento, enseguida pasó a convertirse en aparejador y de ahí a arquitecto técnico. Estaba comenzando su fulminante carrera cuando conoció a la mujer de su vida, Ana María Obregón, y pronto se casaron.

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    Matrimonio muy fructuoso

    En 1953, Antonio García y Ana María Obregón se dieron el 'sí, quiero' rodeados de sus seres queridos, y muy pronto crearían su propia familia y fortalecerían su propio negocio inmobiliario. "Me casé y fundé JOTSA, que es una sociedad familiar: el cincuenta por ciento de mi suegro y el otro cincuenta por ciento, mío, y mi mujer, que es la secretaria del consejo", confesó en una entrevista a ABC.

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    Familia numerosa

    El matrimonio trajo al mundo a cinco hijos, Ana, Celia, Amalia, Javier y Juan Antonio. Cuando se tomó esta fotografía navideña, en la que Antonio tenía 29 años y su esposa, 26, el promotor inmobiliario era ya muy exitoso tras adquirir los terrenos que hoy son La Moraleja, lugar de residencia de toda la familia.

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    La relación con sus hijas

    Su faceta paterna se mostraba de dos modos: por un lado, cuidaba al máximo de sus hijas, pero por otro, tenía una visión muy estricta de la educación. Este último hecho hizo que en los inicios de la carrera de su hija más mediática él no se mostrara muy de acuerdo: "Al principio lo llevaba bastante mal, pero como empresario y como trabajador de toda la vida soy muy realista, y he visto que no había nada que hacer. Entonces, era mucho más fácil el ayudar a mis hijas en el camino que habían emprendido que el enfrentarse con ellas. Porque si no, corría el riesgo de perderlas. No me disgusta que me conozcan ya como el padre de Ana García Obregón, al contrario, en cierta forma me alegro del éxito de mis hijos en el camino que han emprendido", relató en una de sus últimas entrevista.

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    El apoyo a su pequeña Ana

    La actriz, por su carisma especial, siempre fue una de las debilidades de su padre. La joven Ana Obregón se labró su carrera con esfuerzo, estudió y viajó a las mejores escuelas para cumplir su sueño. A su lado permaneció siempre su familia, y en concreto su padre, que siempre estuvo acostumbrado a protegerla y a dejarle claro que trabajase duro para alcanzar sus metas. Antonio nunca faltó a las citas más importantes de la carrera de su hija y se mostró orgulloso de ella siempre que tenía ocasión.

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    Un amor sólido

    "Tengo 90 años y cada día pido a Dios que me conceda más tiempo para estar al lado de Ana, ya que sin ella prefiero soñar que la tengo cogida su manita y que ya no me despertaré nunca", fueron las palabras que Antonio escribió a su mujer en el día de su aniversario hace ya cinco años. Su hija las hizo públicas en sus redes sociales para demostrar al mundo la inquebrantable unión que existía entre sus padres y así dar a conocer el ambiente de amor intenso en el que creció.

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    Nuevas generaciones y portadas de revistas

    Antonio siempre aseguró que ninguno de sus cinco hijos quiso ser "un niño de papá" y todos ellos se labraron su carrera sin necesidad de usar su apellido. Sus hijos crecieron, se fueron de casa -de hecho viven todos en una misma edificación pero en diferentes viviendas- y crearon su propia familia. Con la llegada de sus primeros nietos, el empresario y su esposa se mostraron felices. Pero el hombre de negocios no lo pasaba tan bien con las relaciones amorosas de su hija Ana que eran, además, portada en las revistas. Fue muy sonada su mala relación con Darek, pues Antonio nunca ocultó ante la prensa que el polaco no era de su agrado. Pero el amor por su hija estuvo siempre por encima de cualquier anécdota mediática.

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    La importancia de la familia

    Los García Obregón han sido siempre personas muy familiares. Cualquier fecha especial se ha celebrado con almuerzos entre varias generaciones. Estos reencuentros eran unas de las citas más esperadas por Antonio, que siempre disfrutó de la compañía de sus consanguíneos, a los que deleitaba con su sabiduría. "La familia que sonríe unida, permanece unida", deslizaba Ana Obregón en una de las fotografías tomadas en una de esas reuniones.

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    El mejor ejemplo

    "Gracias Papa por tanto. Has sido, eres y siempre serás mi ejemplo", escribía Ana Obregón en uno de los últimos días del padre que vivió junto a su progenitor. Tras la muerte de su madre, en mayo de este año, y la dura pérdida de su hijo, Álex Lequio, en la primavera de 2020, el patriarca era el mayor pilar de la actriz. De hecho, cuando se produjo el último ingreso hospitalario del empresario esta semana, Ana prácticamente suplicaba a Dios que le permitiera disfrutar de la sonrisa de su padre un tiempo más.

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    Las pérdidas de Ana

    Con el adiós de su padre, ya son tres los duros fallecimientos a los que ha tenido que hacer frente la actriz en poco más de un año. Sus padres y su querido hijo permanecen vivos en su recuerdo, pero en la actualidad su hogar se ha quedado muy vacío. Sus grandes pilares han desaparecido, aunque siempre podrá contar, por supuesto, con el cariño profundo de sus hermanos, de sus sobrinas y de sus fieles admiradores.