La suya ha sido una historia que se ha fraguado lentamente y alejada de las miradas de la prensa. Porque ni a Pablo López (36 años) ni a Laura Rubio (28) les gusta que se hable de ellos más que por su verdadera pasión: la música. Pero lo cierto es que, después de muchas especulaciones y de haber conseguido escapar a los medios, la revista ¡HOLA! conseguía las imágenes en las que la pareja paseaba junto a la madre de él por las calles de Sevilla. El romance es un hecho.

Pablo y Laura se conocieron en La Voz. Él era su coach. Ella, a las órdenes del artista, consiguió llegar a la semifinal de aquella edición de 2017. Malagueña, como Pablo, y frutera de profesión antes de aterrizar en el mundo de la música con un padrino como López, el vínculo se generó entre bambalinas. Una vez finalizado el concurso no dudó, a través de las redes sociales, en reconocerle el trabajo que había hecho con ella.

"Sueña con subirse a un escenario y poder dedicarse a lo que le gusta realmente: cantar, algo que hace desde los 4 años, cuando ya se animaba a dar sus primeros pasos con canciones de Isabel Pantoja. Esta joven malagueña es alegre, escandalosa y con mucha energía", era la presentación que hacían de ella en la puesta de largo del programa. Un sueño del que, ahora, está más cerca. Como de López, junto al que ya se había visto a Laura en un viaje realizado a Nueva York en 2019.

Era noviembre de ese año cuando Pablo buscaba la inspiración, tras haber lanzado Mama No (casi dos millones de reproducciones en YouTube en estos momentos), en la ciudad estadounidense. Junto a su familia, aparecía Laura. Como una más. Integrada en un núcleo en el que se zambulló nada más salir del plató del talent de Telecinco. Y las imágenes que él colgaba, de manera inocente, atestiguaban la presencia de quien hoy es su pareja.

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Si es cierto que han tratado de esconderse, ha habido algunas pistas más a lo largo de este tiempo que señalaban que lo suyo trascendía la línea de la amistad. La última, no hace mucho. En pleno confinamiento, el pasado abril, López entraba como invitado de El Hormiguero por videollamada para presentar Mariposa, su nuevo single. Al fondo, aparecía una silueta de mujer. Se señaló a Laura Rubio. Pablo Motos (55) intentó sonsacarle, sin éxito, si su corazón estaba ocupado.

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Hermetismo

Poco más se puede conocer de ella, puesto que, en el momento que se empezó a hablar con más fuerza de este romance, tomó la decisión de cerrar su cuenta de Instagram al público. Poco más que su ubicación (Madrid) y el número de seguidores (roza los 10.000) es lo que podemos ver cuando accedemos a su cuenta (@laurarubio_music). También conocemos que es una gran amante de los tatuajes y que, como ella misma confesó en La Voz, utilizaba calabacines a modo de micrófono antes de dar el salto al espacio de Telecinco.

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El hermetismo que rodea esta relación es similar al que mantuvieron el propio y Laura Devesa, la mujer con la que compartió 12 años de su vida y con quien rompió, precisamente, en ese 2017. Según contó en su día JALEOS, a esta "le destrozaba simplemente leer su nombre en los medios", y en noviembre de 2020, aparecieron unas fotos de nuevo juntos, que llevaron a pensar que podrían estarse dando una segunda oportunidad. Pero no. Aquello es una historia del pasado. El presente (y esperamos que el futuro), también tiene nombre de Laura, pero de apellido, Rubio.

Aunque anoche, en el nuevo espacio presentado por Dani Rovira (40) en La 1, La Noche D, López se encargaba de seguir tirando balones fuera. "Yo nunca me he arrancado a decirle a una chavala estudias o trabajas, te invito a una copa, baila esta canción lenta conmigo ni nada de eso, ni lo que se diga. He sido muy de mirar fijamente, que algunas se han asustado, a ver si respondía. Yo he dado el primer paso", decía antes de añadir: "Lo típico que te vas a dar el primer beso y yo tardo y tardo y la gente se va a amargar ya. No me puedo quejar, pero, a día de hoy, a los 36 años que tengo, me sigue pareciendo un reto tremendo. Pocas veces me he declarado yo, soy muy cagón para eso, soy pudoroso. Si me hacen a mí una cobra me puedo hundir".

Rovira trataba de sacarle si estaba enamorado y Pablo, escueto, respondía a bocajarro: "Solo he tenido una relación". Aunque se daba cuenta de que podía herir susceptibilidades y, de manera vaga, zanjaba el tema: "Bueno, no sé... Es un compromiso... Yo solo estoy casado con la música".

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