Creo que cualquier persona con un mínimo de corazón se emociona viendo a nuestra tercera edad esprintar hacia lo imposible, hacia el más allá, hacia lo que no tenemos y, peor, no se espera ya. Vamos, viajando al inconformismo más absoluto. Yo, que me he criado con una abuela maravillosa pero anclada en la premisa, que ahoga, de que todo lo pasado fue mejor, viendo la gala de estreno de este miércoles de La Voz Senior la lágrima no se ha despedido de mi párpado ni un solo minuto. Qué emoción, qué alegría. Felicidades a Antena 3 por tamaña proeza. Lo digo de verdad y sin un ápice de ironía; que, oye, aquí en MinutosTV cabe de todo, desde Supervivientes a La Voz en todas sus versiones. 

Me ha emocionado todo -menos que la publi es larga para enjugar las lágrimas e ir al baño-. Vaaaale, venga, seamos un poco francos. Paulina Rubio (47 años) ha sido una roca corta rollos y de hormigón, un ser impertérrito, de hielo. Una piedra emocional que cuando le dices que sonría, sonríe; que se levante, se levanta. Pero, qué sacrilegio, no le pidas que lo haga de manera espontanea, tú. Hazle un manotazo fuera de tiro de cámara y todos nos entendemos, como a ese público que se le alecciona/esclaviza para que aplauda hasta que le sangren las manos. Igual. Ay, Pau, tía, ¿qué pintas en La Voz? ¿Qué haces en un programa en el que hay que mostrar, jolín, un mínimo de emotividad, de humanidad? Tú no estás hecha de nada de eso. ¿De qué estás hecha, querida? No, me niego a creer que solo de silicona. Deseo pensar que hay algo más ahí habitando

La cantante en un momento dado sacándose un chicle en la gala. Mediaset

Bueno, vayamos a lo mollar y luego volvemos a los grandes artistas que han desfilado por el escenario de La Voz Senior. Les pongo una miaja en pista: sale a cantar Adriana Ceballos, una mujer de 60 años, natural de Argentina, que un día quedó atrapada por la magia de Palma de Mallorca. Ay, España querida. Allí se fue a vivir de lo que mejor se le da: la música. Cuenta la señora en el programa que su actual pareja y su hijo forman parte del arte que la habita; que todos barren para lo mismo. Que son una piña. De hecho, su hijo está viéndola cantar entre bambalinas junto a una Eva González (38), me van a perdonar, desaliñada y más humana y profesional que cuando sale a escena -claro, cuando aparece en plató va de gala, hecha un témpano y metiendo gazapos a cascoporro: Eva, te prefiero escondidita. ¿No se puede votar para que estés ahí toda la edición?-. 

¿Ven? Me pierdo. Decía que llega a plató Adriana, canta como los ángeles, con esa voz rota, a punto del esputo quejumbroso, y a la vez aterciopelada que solo la cultiva la trabajera, y esta imitadora de la magna Tina Turner provoca que dos figuras de alcurnia, David Bisbal (39) y Paulina se den la vuelta. Primero el almeriense y después la... ¿de dónde es Paulina? -Es que le pasa como a Eva, que depende de dónde estén así son y casi así hablan/entonan-.

Bueno, retomemos a Adriana. La cantante, después de un temazo para quitarse el sombrero, opta por quedarse con la ex de Colate Vallejo Nágera (47). Como decía antes, esta se levanta -creo que tiene en el asiento como un resorte para no hacerla quedar mal-, se acerca a Adriana, le da dos gélidos besos, le dice que gracias por ese detalle y, después de que lleguen a escena los demás compañeros, la ¿mexicana? se aparta del círculo y congela su sonrisa. 

Venga que sí, mona, que estás conmigo. Da gracias a la vida, parece decir Rubio con su actitud. Agárrense, momento trágico. Está a punto de despedirse la cantante Adriana y, atiborrada de calor humano por parte de Pablo López (35), Bisbal y Antonio Orozco (46), se derrumba cuando este último le pregunta por una medalla que la señora tiene en su cuello: "Es de mi marido, que murió hace poco". Lo suelta la argentina a punto de explotar a llorar, de soltar toda la tinta del dolor. De dejarse ir por el lamento. Mientras, Paulina se mantiene impertérrita. ¿Cuánto queda, regidor?Tía, ¡es tu elegida! Y aunque no lo sea, ¿no crees que merece un mínimo de consideración? ¿De qué estás hecha? ¿De hormigón?

Y ya no es solo este caso. ¡Es que siempre actúa igual; como si la vida no fuera del todo con ella! ¿Qué estafa es esta? ¿Por qué tenemos ahí, pagándole una pasta gansa -vale, es una cadena privada y puede hacer lo que le dé la gana- cuando hay muchos artistas válidos y capaces de triplicar, ya no su arte, sino su sensibilidad? ¿En qué nos estamos equivocando, España? Lanzo esa pregunta. Vale que es probable que si todo el jurado fuera como Orozco acabaría el país como un manantial de lágrimas sin coto, vale. Pero de Malaga a Malagón, ahí un trecho.

Además, sé que casi nadie soporta a esta señora que ha venido a España con unos modos cuanto menos trasnochados y de diva en decadencia. ¿Cómo puede existir alguien que no se emocione con La Tata y su canción La Boheme; con Germa del Barrio, la más veterana con 87 años? Insisto, ¿cómo se puede vivir sin que te convulsione el cuerpo de emoción el escuchar entonar lírica a Javier; al ver cómo José Luis se desgaja con su estilo rockero? ¿Cómo no crear un manantial de lágrimas con Carmen Blanco y su Último trago? Ay, ¡¡cómo!! Me habrá pillado sensiblero, oye. 

[Más información: La sucia jugarreta de Supervivientes a Pantoja: apechuga con tus "mierdas" o te piras]

Noticias relacionadas