Javier Sánchez (40 años) respiró más tranquilo cuando el juez admitió las pruebas de ADN obtenidas por el detective Luis Lara en Miami. Los datos sobre cómo fue la obtención de los objetos que se dispusieron para el análisis eran bastante confusos en un principio. No se quiso filtrar a qué miembro de la familia pertenecían y se dijo que habían sido adquiridos de forma ilegal hurgando en la basura de un Iglesias. Pero ahora el propio investigador ha querido sacar a la luz los detalles de cómo se espió y se consiguieron las pruebas definitivas.

Lara localizó siete objetivos en la capital de Florida: a Julio Iglesias (74),  a sus hijos Enrique (42), Julio José (44) y Chábeli (46), y a los hermanos del cantante, Carlos Luis, Jaime Nathaniel y Ruth. Pero no todos fueron tan fáciles de seguir. Así lo ha contado el propio detective a EL PAÍS, donde narra cómo fue vivir tras la pista de los miembros del clan durante 16 horas diarias.

Rostro de Javier Sánchez y Julio Iglesias.

El investigador afirma que intentar acercarse al patriarca, Julio Iglesias, resultaba imposible porque "tiene tanta seguridad como el presidente de un país". Tras intentarlo también con el resto de familiares, se concluyó que el seguimiento debería centrarse en el segundo hijo del cantante, Julio José, porque era el que menor grado de protección presentaba en su día a día.

Lara se convirtió en la sombra del modelo. Le acompañaba -sin ser visto- a sus salidas al gimnasio, al aeropuerto y en su vida nocturna, además de las horas que pasaba a la puerta de su casa, de la que supo la dirección gracias a Javier Sánchez que había estado visitando a su "hermano" -como se llaman entre ellos- en alguna ocasión.

Pero la prueba contundente se obtuvo el 24 de marzo de 2017. En un día de incesante labor espiando a Julio José, la rutina del joven le llevó hasta una playa, donde el hijo de Iglesias quiso surcar unas olas con su tabla de surf. Tanto deporte le agotó e ingirió agua de una botella tras su ardua tarea en el mar. Tras saciar su sed, Julio José se deshizo del recipiente de plástico en la primera papelera que vio en el parking público, momento en que el detective no dudó en apresurarse y hacerse con el ansiado botín.

Julio José en una de sus jornadas de surf. Redes sociales

Por lo tanto, según han indicado tanto Luis Lara como Fernando Osuna, abogado de Sánchez, las pruebas no se adquiriendo en ningún caso de la basura personal del objetivo, sino de ubicaciones públicas. Este hecho lo remarcan con relevancia ya que de ser tal como cuenta no constituye ningún delito.

Otra de las 'aventuras' a las que tuvo que hacer frente el detective fue el momento de subir al avión de vuelta a España. Lara temía que en el aeropuerto de Miami pudieran ver con malos ojos los objetos adquiridos y se los confiscaran o incluso tiraran a la basura. Así que no se arriesgó y no facturó las pruebas. Se las llevó consigo en la chaqueta, donde las empaquetó y selló de forma exhaustiva para que pudieran pasar todos los controles. Fue tal el cuidado que puso en su tarea que decidió no llevar la botella de plástico entera -por si los agentes lo tomaban como desperdicio y se deshicieran de ella- y optó por cortar solo la parte que necesitaba para el análisis, la boca, y la camufló con el resto de obsequios.

Noticias relacionadas