Aunque Úrsula Corberó (27 años) siempre ha sido muy celosa de su intimidad -apenas se conocen detalles de su vida exceptuando algunas de sus relaciones amorosas-, esta semana, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, decidía abrirse en canal para todos sus seguidores y confesar detalles de su vida hasta ahora desconocidos.

[Lea aquí: Úrsula Corberó prefiere desahogarse en la prensa extranjera]

Concretamente ha desvelado aspectos sobre la nada fácil vida de su madre, que es toda una heroína para Corberó, pues se quedó embarazada muy joven y tuvo que trabajar muy duro para sacar adelante a sus hijas.

"Mi madre se quedó embarazada de mi hermana con 17 años. Cuando le empezó a asomar la barriguita pasó a ser la peste del barrio, se quedó sin amigas y aún siendo una estudiante brillante la echaron del colegio porque era un mal ejemplo para las demás niñas. Ella siempre me cuenta que aún así siempre estaba contenta, los sábados por la tarde se iba a la discoteca sola y se subía al podium a bailar sin parar con su bombo, a las dos horas se volvía para casa.

Ha trabajado de corsetera, de floristera, de pescadera, ha limpiado casas, ha sido auxiliar de clínica dental, ha vendido colchones... Y cuando le dije con 6 años que quería ser actriz le suplicaba a su jefe que le diera la tarde libre y le decía que se lo descontara del sueldo para llevarme a los castings. Vivíamos a 62 kilómetros de Barcelona y mi madre no tenía coche ni carné, hacíamos autoestop en el pueblo para que nos llevaran al pueblo de al lado y allí cogíamos un tren que nos dejaba en Barcelona. Después metro. Las colas de los castings de publicidad eran infernales y durante un año no me cogieron para ningún anuncio, pero quien la sigue la consigue.

Corberó, durante la campaña publicitaria de unos helados hace casi una década. Gtres

Mi hermana tampoco se queda corta, ha trabajado sin parar toda su vida, pasando por momentos muy críticos con un hijo al que alimentar, desesperada por conseguir un empleo reunió dinero de donde pudo y se formó para ser tanatopractora, pero resulta que ahí las mujeres no estaban bien vistas y le ponían pegas para todo. Nunca le dieron trabajo aunque terminó sus prácticas con notas sobresalientes.

Las mujeres no se merecen un día, se merecen una vida digna con igualdad. Soy quien soy y he llegado donde estoy gracias a la garra que he heredado de ellas. Unas jefazas que han podido con todo y más. Siento no tener una foto de las tres. Us estimo i estic molt orgullosa de vosaltres (os quiero y estoy muy orgullosa de vosotras)".

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