Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. La serie basada en la novela homónima Lo que escondían sus ojos esconde mucho más que una historia de amor. Sus personajes se han ficcionado para atrapar al espectador hasta el punto de perder ligeramente su esencia.

Una de las escenas de la ficción protagonizada por Rubén Corada y Blanca Suárez.

Aunque desde Mediaset se han afanado en decir que la serie no pretende ser una recreación histórica estricta, EL ESPAÑOL repasa las diferencias que alejan a cada uno de los personajes de ficción con su alter ego histórico.

Serrano Suñer Vs Rubén Cortada

Cortada (izda) y Serrano Suñer (dcha).

El cuñado de Franco, y ministro de Asuntos Exteriores por aquel entonces, obviamente no era cubano. Ni siquiera relativamente alto ni moreno. La elección del actor Rubén Cortada (32 años) responde quizá al atractivo que suscita entre el público sobre todo después de su participación en la serie El príncipe.

Pero en realidad, Serrano Suñer era más que un familiar del dictador. Mucho más germanófilo, calculador, inteligente y menos bondadoso de lo que su personaje en la serie ha hecho ver, su escasa ingenuidad, dulzura y candidez también distan notablemente de lo que la pequeña pantalla ha transmitido.

Sonsoles Icaza Vs Blanca Suárez

Suárez (izda) e Icaza (dcha).

Si Rubén Cortada está en las Antípodas de Serrano Suñer, sucede otro tanto con la actriz Blanca Suárez (28) y el personaje que interpreta. Según relatan los libros de historia, la marquesa de Llanzol era de esas mujeres aristócratas que acaparan miradas a su paso gracias a su elegancia y belleza. De hecho, llegó a ser musa de Balenciaga debido a su savoir faire. No en vano era considerada por sus coetáneos como una de las mujeres más influyentes y glamourosas del momento.

Nada que ver, por tanto, con la imagen que transmite Suárez en la ficción. Los peinados, los vestidos y los zapatos que luce la intérprete se alejan notablemente de lo empleado en Lo que escondían sus ojos

Aunque sí hay algo en lo que Blanca Suárez supera a Sonsoles de Icaza: belleza, pues esta última suplía su sencillez física con su elegancia.

Los otros dos protagonistas: los engañados

Pero si hay dos afectados en esta historia son los dos respectivos cónyuges de la marquesa y el ministro.

Por un lado, Francisco de Paula Díez de Rivera, marqués de Llanzol, que se casó con Sonsoles de Icaza en 1936 cuando ella tenía sólo 22 años y él 46. Profundamente enamorado de su esposa, toleró la infidelidad de ésta e incluso el embarazo que se produjo entre Icaza y Serrano Suñer. Tanto es así, que le dio sus apellidos a la niña que nació de ese amor, Carmen.

Emilio Gutiérrez Caba se ha metido en la piel del marqués de Llanzol.

Emilio Gutiérrez Caba (74) es el actor que da vida a Francisco de Paula, el marqués engañado. Pese a que su gran calidad interpretativa está fuera de toda duda, lo cierto es que protagoniza otra de las mentiras de la ficción, pues si el matrimonio aristócrata apenas se llevaba 24 años, la diferencia de edad entre Gutiérrez Caba y Blanca Suárez -pareja en la serie- es de casi medio siglo, por lo que la credibilidad del papel ha quedado ligeramente cuestionada.

Por su parte, la actriz Loreto Mauleón (28) es quien da vida a Zita Polo, la cuñada de Franco, en este caso también superando en belleza al personaje histórico. Como el marqués, Polo decidió hacer la vista gorda ante la deslealtad de su marido.

Loreto Mauleón, en la piel de Zita Polo (esposa de Serrano Suñer). Gtres

Lo más llamativo fue, en este caso, que uno de los seis hijos que tuvo con Serrano Suñer se enamoraría años después de Carmen Díez de Rivera, hija de la relación extramarital del ministro y Sonsoles de Icaza. Tras cuatro años de idilio y justo cuando los enamorados iban a prometerse, la familia les desveló su parentesco (eran hermanos de padre), lo que les produjo una auténtica conmoción.

De hecho, Carmen Díez de Rivera huyó rumbo a un convento y posteriormente se marchó al extranjero para dedicarse a la cooperación internacional. Años después volvía y se incorporaba al equipo de Adolfo Suárez, lo que la convirtió en la primera mujer jefa del gabinete de un político y musa de la Transición Española.

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