Ágatha Ruiz de la Prada crea fantasía. Produce moda, sí; pero lo suyo ha sido siempre la magia y la diversión. Porque en su taller no se trabaja de otra forma. Un taller que, para su colección primavera-verano 2018, se ha exprimido al máximo. Utilizando nuevos patrones -siempre muy rompedores, como es ella- Ágatha propone prendas de mucho volumen para crear formas impensables.

La inspiración la ha encontrad, esta vez, en los recuerdos de sus propios inicios. Y ese recuerdo se llama Balenciaga. El modisto de Guetaria fue, según afirma su hija Cósima Ramírez, "una de las razones por las que mi madre se metió en esto de la moda". 

Una capucha escultórica en el desfile de Ágatha Ruiz de la Prada. | Foto: GTRES.

Una importante retrospectiva tanto en el trabajo propio de la diseñadora como en el colorido juego de siluetas llevadas al extremo que nos traslada a esos trabajos de principios de los años 80. Unos comienzos desenfrenados en los que la inspiración llegó de manos del maestro. Como él, Ágatha es escultora, es pintora y es pura arquitectura. Ágatha es artista.

Balenciaga era un artista, no solo un modisto. Él era el genio de la moda

Cósima Ramírez

VOLÚMENES EXTREMOS Y MUY ROTUNDOS

Uno de los grandes experimentos de la firma han sido, sobre todo, esos enormes volúmenes que valen tanto para un mini vestido como para el traje de una novia que sueña con sorprender. Miles de pliegues, faldas abullonadas, frunces y volantes que se suman, unos a otros, para crear una armonía abstracta que encuentra patrones nuevos y muy rompedores. Una colección que hay que ver en movimiento; porque la moda, sin duda, se vive.

Kilómetros de tela que se reciclan, crean formas amorfas y que se reinventan sin piedad. Es ahí donde reside la picardía de la marca, en ese despliegue de fuerza y color que consigue que creamos en eso que muchos se niegan en admitir: la moda (también) es una forma de arte.

Hay mucho trabajo de taller, se han hecho muchos experimentos para conseguir estas formas tan locas

Cósima Ramírez

TEJIDOS RECICLADOS QUE NO PIERDEN UN ÁPICE DE COLOR

En un desfile en el que una banda sonora guiada por Marie Kondo -la organizadora de armarios más mediática y efectiva- nos recuerda lo importante que es ser consecuente con el propio armario, Ágatha ha encontrado en su taller mil y una posibilidades para esta colección.

Las prendas se crean a partir de todo tipo de materiales, todos ellos reciclados, desde linos y sedas hasta neoprenos, algodones plastificados y organzas triples. Un alarde de imaginación en el que la costura cobra todo su sentido. Textiles rayados -en horizontal y vertical, lo importante es la mezcla-, inmensos lunares en contraste y flores grafiteadas que se descubren y se redefinen para crear una colección que también es consciente.

Es (quizás) una de nuestras pasarelas menos comerciales, pero de mucho impacto

Cósima Ramírez

UN DESFILE EN EL QUE TODO CUENTA

Desde la música, con ese Resistiré del final interpretado por el Alaska y el Dúo Dinámico (mientras la siempre divertida novia de Ágatha despliega su cola segura hacia el altar) hasta ese jardín vertical construido con miles de flotadores que nos sumergía de lleno en el verano.

Para los días soleados de esa primavera-verano 2018, chanclas fucsias con mucha plataforma, labios refrescantes en naranja y fucsia y una sencilla diadema en forma de corazón, la figura más reconocida de la diseñadora. Y es que todo en la firma de la diseñadora invita siempre a la celebración. Sí, a celebrar, la moda.

La novia de Ágatha Ruiz de la Prada para el próximo verano. | Foto: GTRES.