La moda sostenible, también llamada moda ética o slow fashion, tiene un largo camino por delante, no solo en la búsqueda de tejidos cada vez más naturales y libres de productos tóxicos, sino también en el encuentro de un comercio justo y una conciencia real sobre el reciclaje. Y las iniciativas van llegando y quedándose. Ayer se celebraba ya la sexta edición de unas Jornadas de Moda Sostenible que reunió a consultores, expertos en el sector, empresas de moda sostenible de éxito y periodistas para seguir dando pasos; pequeños, pero pasos al fin y al cabo.

El objetivo ha sido crear sinergias entre todos ellos, apostando por transformar la industria textil y compartiendo, cada uno de los participantes, su conocimiento y los avances en esta materia. Gema Gómez, una de las voces líderes internacionales de este movimiento, tanto en España como en Iberoamérica, se ha sentado con El Estilo para contarnos dónde estamos y hacia dónde vamos. Con su plataforma Slow Fashion Next, fundada en 2011, no ha hecho nada más que contribuir de forma activa a esa industria textil alternativa que promete un futuro más verde.

El Estilo (EE): para empezar con una definición que nos sitúe, ¿qué es la moda sostenible? Se habla de bajo impacto ecológico y de conservación de los recursos naturales, pero también es el respeto por unas condiciones económicas y laborables justas. ¿Qué engloba este concepto?
Gema Gómez (GG): efectivamente, este criterio engloba tanto criterios medioambientales como sociales y también económicos. Se trata de generar un empleo digno y aportar valor en todos los pasos de la cadena de suministro. No existe a día de hoy una definición concreta de términos como moda sostenible, moda ética, slow fashion, moda circular, -que es la recién llegada-; pero nosotros, como profesionales, cuando hablamos de moda sostenible nos referimos a identificar todas las etapas de producción de una prenda, desde la la propia materia y su transformación, la confección de la prenda, el packaging y etiquetado, la logística y retail, el consumo y uso de la misma y el fin de vida de ésta, identificando todos los impactos dentro de los tres criterios que hablábamos para aportar soluciones.
No tenemos planeta para seguir a este ritmo de producción y consumo.

Lily Cole, modelo británica que cambió las pasarelas por el activismo sostenible. | Foto: Getty Images.

EE: ¿Cómo se garantizan esas condiciones de trabajo? ¿Cómo se controlan que las empresas que dicen ‘ser verdes’ cumplen con los requisitos que permiten colgarse esta etiqueta?
GG: yo aquí distinguiría dos tipos de empresa: por un lado, las que nacen con estos criterios en su ADN, que lo que están es deseando contar lo que hacen, con quién producen, y cómo lo hacen y que, normalmente, son empresas más pequeñas o de tamaño medio. Y, por otro lado, a compañías más grandes.
Normalmente las empresas pequeñas producen ellas mismas la ropa o a través de talleres locales, de manera que muestran la trazabilidad de su cadena de producción y suministro. Sin embargo, esas empresas más grandes producen fuera de los países que comercializan y, para que estas empresas puedan asegurar esas condiciones de trabajo, se necesitan certificaciones del tipo Fair Wear Fundation o Fair Trade, por ejemplo.
Un punto importante que no debemos olvidar es que un salario legal, en la mayor parte de los países del planeta donde se producen estas prendas, no significa un salario digno. Para que ese salario legal se convierta en un salario digno habría que multiplicarlo de 2 a 5 veces, según la parte del planeta de la que estemos hablando. Debe ser suficiente para que una persona pueda comer, tener una vivienda, derecho a salud, educación para sus hijos, etc.
EE: ¿Es la sostenibilidad una tendencia dentro de la moda?
GG: más que una tendencia, yo diría que es una filosofía, una manera de entender la vida desde otra perspectiva mucho más ligada al bienestar; igual que ahora hablamos de alimentos detox o hacemos mindfulness, la moda sostenible es la expresión de esta necesidad de bienestar a través del vestir.
 
EE: el ritmo de la moda, con cada vez más colecciones por temporada, ¿permite respetar esa sostenibilidad a la que se quiere llegar?

GG: para mí, la gran pregunta sería si este nuevo ritmo permite respetar a la moda porque los grandes se van de las grandes casas. Quizás la moda se tiene que reinventar a sí misma y preguntarse si ese ritmo que se ha autoimpuesto es el correcto para hacer prendas y colecciones que tengan valor.

La moda debería de ser una representación cultural más, como otras del momento social en el que vivimos, y hoy la moda solo representa una pequeña parte del momento que vivimos, relacionada sobre todo con el capital.

Creo que hemos perdido riqueza y que existe talento que no llega a desarrollarse por ese sistema que se ha creado basado en cantidades y volumen de venta por encima de otros factores.
EE: el sector de la moda deportiva es uno de los más innovadores del mercado. Con el auge que está teniendo en los últimos años, ¿podemos considerarle un buen punto de partida en cuanto a investigación de tejidos y materiales para favorecer la sostenibilidad?
GG: depende del material del que estemos hablando. Existen nuevas materias ya comercializadas, por ejemplo mezclas de lana y seda, muy interesantes. En lo que se refiere al poliéster reciclado tenemos que saber que el poliéster, cuando se lava, desprende millones de partículas de microplásticos al agua que luego van a ríos y mares que terminan en los estómagos de los peces. Y nosotros nos comemos esos peces, con lo cual pasa a la cadena trófica. Por mucho que sea sostenible en la parte de producción, puesto que se consumen menos recursos al partir de una materia ya existente, esta materia no se puede considerar sostenible como tal, por el gran impacto que genera en el medio ambiente, y a día de hoy el poliéster, reciclado o no, es la materia que más se usa a nivel global.
Sí que hay que decir que estamos viviendo un momento muy interesante a nivel de investigación en nuevas materias y que en pocos años veremos el resultado de todas esas investigaciones.

Imagen de la VI Jornada de Moda Sostenible. | Foto: Topher Lily.

EE: el consumidor, al final, siempre busca la mejor relación calidad-precio. Es su prioridad a la hora de la compra ¿Cómo lucha la moda sostenible, aparentemente siempre más cara, para conseguir posicionarse por delante?
GG: yo diría que al consumidor de la calle se le ha enseñado para ser poco exigente en materia de calidad y muy exigente en el tema del precio, contándole que el precio normal de una camiseta son 3€; mientras que los que trabajamos en este sector sabemos que esa camiseta no está pagando lo que se denominan costes externalizados, es decir, sueldos dignos e impacto medio ambiental.
Es cierto que existe ese consumidor más masivo, pero también es cierto que, una vez que nuestras armarios están llenos de cosas que casi ni nos ponemos, triunfan libros que nos hablan del minimalismo, de vivir con menos y de elegir cosas que no satisfacen más.
Estoy convencida de que vamos a vivir una época, más o menos larga, de incoherencias en este sentido, pero igualmente estoy convencida de que el valor que tiene una prenda de estas características, si se sabe comunicar bien, llega al consumidor y tenemos experiencias dentro de las marcas y empresas que nos rodean muy positivas en este sentido.
 
EE: ¿Podríamos decir que los consumidores están cada vez más mentalizados?
GG: más que mentalizados, yo diría que cada vez están más despiertos y entienden el impacto que hay detrás de un acto tan sencillo como es comprar una prenda. Los consumidores son personas y, como personas, nos gusta formar parte de algo positivo. Preferimos pensar que al abrir nuestro armario, detrás de cada prenda hay una historia positiva más que una historia de explotación de recursos o personas. Por eso, cada vez más, las iniciativas que nazcan con estos criterios conquistaran el mercado.
EE: ¿Cómo es el consumidor español frente a ese reto de moda sostenible?
GG: yo creo que al consumidor de la calle todavía no le ha llegado de manera masiva esta idea. Lo que sí es cierto es que la información que escucha le lleva, cada vez más, hacia otro tipo de consumo y se plantea más preguntas en relación con su manera de comprar.
Creo que las marcas que quieran aportar este valor diferencial primero deben aportar otros valores específicos de una marca de moda como estética, valores intangibles asociados, un producto excepcional, etc. Y estos criterios de sostenibilidad deben de ser los que ayuden en el último momento de la compra, cuanto todos los demás pasos están cumplidos. De esta forma, el consumidor puede optar por ese plus en querer participar de algo que aporte valor, pero que tenga en cuenta sus necesidades, conscientes e inconscientes.
También es cierto que existe una tendencia cada vez más interesante y emergente que es lo que llamamos el consumidor sin culpa (guilty free consumption) y que, unido al consumidor responsable, van haciendo cambiar las tornas del mercado.

Moda sostenible en Green Fashion. | Foto: Green Fashion.

 
EE: gigantes de la moda como Inditex o H&M se han unido recientemente a esta tendencia. ¿Es la sostenibilidad un elemento más estratégico para ellos que, realmente, ético (como sería para los consumidores)?

GG: efectivamente yo creo que si las grandes marcas se unen de alguna manera es porque hay una demanda del consumidor. No tenemos que olvidar un concepto fundamental cuando hablamos de sostenibilidad, que es el tema de la escala. Cada año se producen entre 80.000 y 100 mil millones de prendas, lo que significa una media de entre 12 y 14 prendas por persona y año. Sabiendo que, solo una pequeña parte del planeta consume ese tipo de productos, tenemos que entender el gran impacto que esta pequeña masa consumidora está generando en el medio ambiente es enorme. 

Por ejemplo, el Banco Mundial estima que la industria textil es la responsable del 10% de las emisiones de CO2 globales del planeta, y según el informe McKinsey este 10% aumentará en un 77% hasta el año 2025, ahora que los mercados emergentes están siguiendo la tendencia de consumo que nosotros hemos establecido. 
No tenemos planeta para seguir a este ritmo de producción y consumo. Tenemos que entender, por tanto, que si no hay una limitación a su producción, estas grandes compañías, aunque utilicen tejidos y materias sostenibles, nunca podrán considerarse como tal.
 
EE: entonces, ¿podríamos decir que la sostenibilidad da imagen de marca?

GG: yo diría que forma parte de los intangibles de la marca que, según los expertos en marketing son cada vez más importantes, y que ahora que nuestros armarios están llenos, serán los que marquen la diferencia a la hora de seguir llenándolos con uno u otro producto. 

La innovación es un concepto natural asociado a la sostenibilidad.

EE: hay muchas iniciativas internacionales, como los Kering Awards o Slow Fashion en España, ¿alguna iniciativa empresarial o concreta que merezca la pena destacar y que pueda marcarnos el camino a seguir?

GG: exacto. Afortunadamente, empiezan existir muchas iniciativas y proyectos muy interesantes dentro de los diferentes aspectos de la moda sostenible. Para los que quieren realmente conocer los criterios más esenciales, les invitaría a leer el libro Cradle to Cradle (2002) de los que fueron los precursores de este cambio de paradigma hacia la sostenibilidad.

Dentro de iniciativas más concretas en moda, os invitaría también a seguir a la consultora de referencia a nivel global Made By y a la campaña Fashion Revolution, de la que somos coordinadores aquí en España y que está generando un nivel alto de conciencia en el entorno de los consumidores haciéndoles preguntar a las marcas #Whomademyclothes o #Quienhizomiropa

EE: para terminar, en términos de moda y sostenibilidad, ¿en qué punto nos encontramos y hacia dónde vamos?
GG: creo que nos encontramos en un momento apasionante. Ya sea por conciencia o por necesidad, están naciendo muchas marcas nuevas e innovadoras que están dando respuesta a estas nuevas necesidades del mercado cuando hablamos, por ejemplo, de producción local, de calidad o de conceptos más innovadores como upcycling, zero waste, diseño para el desembalaje y nuevos materiales, como habéis visto en la exposición del Museo del Traje o ese vestido de Salvatore Ferragamo de Orange Fiber realizado con los residuos de la cáscara de naranja. La innovación es un concepto natural asociado a la sostenibilidad. Por eso, creo que esta nueva manera de entender el vestirnos calará en la sociedad, porque es fresca y apetecible.