El creativo fue (algo) infiel a sus volúmenes y los ha convertido en costura con pedrería. A las que no abandona la firma es a sus clientas en su continua “búsqueda de la belleza con las flores realistas tejidas a mano como elemento principal”, para seguir siendo, en esencia, siempre Duyos. 

En su presentación cibelina “contrapongo volúmenes longilíneos con otros más anchos, otorgando amplitud a una manga o en la trasera. Aparecen estampados grandes, pero sin ser evidentes”, confiesa Juan Duyos a EL ESPAÑOL.

Cortes asimétricos en telas vaporosas.

El diseñador madrileño ha realizado un “trabajo de maximalismo” en la colección primavera-verano de 2017, que veremos en su estudio y showroom de Barquillo. Si en su anterior colección sólo escapaba del blanco con un fuerte rojo carmesí, para el próximo verano recurre a los tonos pastel, que van del mostaza al azul suave o a un delicado verde con algún toque en negro.

Vestido color mostaza.

Duyos se declara como el anti “ve, compra y usa ahora”, como método de venta para su marca, que ya se ha implementado en las pasarelas de Tommy Hilfiger o Burberry. Más bien se declara “adepto a la corriente de Dries Van Noten, y muchos otros, que provocan desear un objeto. Le dan valor, lo encarecen y lo hacen más bonito”. 

“Si pasa un tiempo, y lo quieres, al final lo desearás todavía más. Mis compras no son por impulso”, nos confiesa. Sus clientas son adeptas a esa parte “romántica de la moda”, cuando debes esperar un mes por un vestido, e incluso un año, si es de novia, como si las prendas acogieran una belleza que debiera reposar.

Después de once años desfilando en Cibeles, Juan Duyos se traiciona a sí mismo -en el mejor sentido de la palabra- cuando la colección del madrileño se ciñe en ocasiones al cuerpo con solo unas pequeñas concesiones a sus característicos volúmenes, dando paso a conjuntos donde prima la pedrería (cristales, lentejuelas y abalorios) incrustada en gasas.

Cuerpo de pedrería.

El lema de la marca “con un ojo en el pasado y otro en el futuro” peca más del último y, como ejemplo, el vestido joya basado en la botella de Mar de Frades, con cientos de horas de trabajo artesanal en una pieza que se asienta como un guante.

Una prenda que brilla en sí misma.

Las modelos danzaban a ritmo de Max Richter, con su original interpretación de Las Cuatro Estaciones de Vilvaldi, mientras calzaban unos Custom&Chic (marca que también colabora con Ion Fiz), zapatos hechos a medida que incorporan abalorios en cascada en el empeine, de color salmón y plata, con dos opciones contrapuestas: o prominente tacón de metacrilato o babucha plana.