Dicen que los daneses tienen un gusto exquisito para la decoración y el diseño. También que envejecen con más calidad que el resto de europeos. Por eso no nos extraña que sean ellos, y no otros, los que hayan encontrado el secreto de la felicidad (o, al menos, algo parecido). Lo llaman ‘Hygge’, pronunciado ‘ju-ga’, su significado -aunque no tiene traducción literal- viene a ser algo parecido a ‘bienestar’ y se ha hecho tan popular, que hasta tiene su propio libro de cabecera:Hygge: la felicidad en las pequeñas cosas”. 

Escrito por Meik Wiking, director del Instituto de Investigación sobre la Felicidad (Copenhague), este libro desgrana todos los secretos para alcanzar un estado de plenitud practicando el Hygge, una filosofía de vida que consiste, ni más ni menos, que en disfrutar de los pequeños detalles y, sobre todo, de nuestro hogar, lugar en el que reside la verdadera fuerza de esta cultura. 

DISEÑO, FELICIDAD Y CONFORT

Materia de estudio en universidades de Reino Unido y también una de las tendencias más inspiradoras y copiadas del momento, para poner en práctica el Hygge es fundamental empezar cambiando nuestra conducta. Hay que tomarse las cosas con más calma, echar el freno al ajetreado y frenético ritmo de vida al que nos enfrentamos y, simplemente, comenzar a vivir. Parece sencillo y lógico, ¿verdad? Pero lo cierto es que lo olvidamos mucho más a menudo de lo que nos gustaría. Alcanzar el estado de confort es solo cuestión de actitud, así que dale al pause, desconecta el teléfono móvil y apaga el ordenador, tómate tu tiempo o dedícaselo a alguien y respira. Una vez hecho esto, lo demás es sencillo.

Porque el Hygge es barato y muy fácil de poner en práctica. No es un movimiento que nos obligue a redecorar la casa para conseguir atraer las buenas vibraciones, al contrario, solo hay que redescubrirlo y transformarlo con esos pequeños detalles que, aseguran, son los responsables de la felicidad. Y entre ellos está, por ejemplo, la luz. La importancia de crear una estancia acogedora no es nada nuevo. En este sentido Wiking nos anima a apostar por luces tenues, naturales y muchas (muchas) velas. Y es que a los daneses les encantan las velas, sobre todo las blancas y sin olor. Algo lógico si se tiene en cuenta que desde la antigüedad el color blanco ha estado asociado a la armonía y a la concentración, por lo que encender una vela de este color ayuda a calmar y purificar el ambiente. 

Decoración en tonos neutros para aportar mayor amplitud a la estancia. | Foto cortesía de Leroy Merlin.

Blancas deben ser también las paredes. Con intención de dar mayor amplitud a los espacios y aportarles un aspecto libre de desorden, los daneses recurren siempre a decoraciones en tonos neutros -como los grises perla- en contraste con tonos más oscuros. Además, resaltan la importancia de prescindir de todo elemento que recargue y dejar solo aquellos que sean necesarios. ¿La clave? Apostar por muebles sencillos, de madera con ligero toque vintage. Y en cuanto a los accesorios: cortinas claras, largas y muy vaporosas, alfombras por todos los rincones, cojines (también muchos) y en todos sus tamaños; pero, sobre todo, en nuestro hogar debe haber sillones, butacas o un sofá mullido que invite a sentarse, tumbarse y no moverse en todo el día. Porque en el Hygge, el confort es lo primero.

El Hygge siempre está en contacto con la naturaleza. | Foto cortesía de Leroy Merlín.

Por otro lado, la chimenea y las plantas son dos aspectos fundamentales para conseguir una decoración “feliz”. Por lo visto, en la gran mayoría de los hogares daneses hay una chimenea o, en su defecto, una estufa de leña. Lógico, su clima no es igual que el nuestro. Pero no solo la tienen para resguardarse del frío, sino porque les encanta todo lo que ésta supone. Es decir, reunirse frente a ella con los amigos o pareja, leer un libro al calor del fuego o simplemente admirar cómo se consume la madera son, para ellos, pequeñas cosas de gran valor sentimental. Pero como en España es muy difícil encontrar un piso que tenga una, se puede sustituir por una buena ventana o ese rincón de tu casa en el que siempre te refugias cuando quieres desconectar y recargar pilas.

Un buen ventanal como alternativa a la chimenea. | Foto cortesía de Leroy Merlin.

Ese sofá o cuarto al que Wiking ha denomiado ‘hyggekrog y en el que reside gran parte de la fuerza de esta tendencia. Porque será ahí donde alcances el momento Hygge y empieces a disfrutar de los pequeños detalles de la vida como tomar un café o un té, leer un libro, o admirar las notas de una canción. Un gesto simple y sencillo que, a la larga, se transforma en bienestar. Si a los daneses les ha funcionado, ¿qué perdemos por intentarlo?