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Tatiana Schlossberg, nieta del 35º presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, ha fallecido este martes, 30 de diciembre.

El deceso ha acontecido a escaso un mes de revelar en un artículo del New Yorker -justo cuando se cumplían 62 años de la muerte de su abuelo- que le habían diagnosticado un tipo raro de leucemia.

En concreto, una leucemia mieloide aguda (LMA) con una mutación poco común conocida como Inversión 3.

Schlossberg tenía 35 años en el momento de su fallecimiento, el cual ha sido anunciado por su familia en una publicación en las redes sociales de la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy.

"Nuestra hermosa Tatiana falleció esta mañana. Siempre estará en nuestros corazones", ha escrito la familia, rota de dolor. 

En un artículo del New Yorker publicado en noviembre, Schlossberg dijo que le habían diagnosticado leucemia mieloide aguda con una mutación rara, un cáncer de la sangre y la médula ósea.

En ese momento, también criticó a su primo Robert F. Kennedy Jr., el secretario de Salud de Estados Unidos, por ser escéptico de las vacunas y recortar la financiación para la investigación del cáncer.

Tatiana Schlossberg. Getty Images

Su batalla en forma de carta

Schlossberg aprovechó la efeméride del asesinato de su abuelo para publicar una carta en el diario New Yorker en el que narraba su "batalla con su sangre".

El artículo comienza con una confesión: "Cuando me diagnosticaron leucemia, mi primer pensamiento fue que esto no podía estar pasándome a mí ni a mi familia".

En el texto, la joven se sinceraba y explicaba el instante en el que le dieron el diagnóstico, justo unas horas después del parto de su único hijo, y los momentos posteriores en los que, detallaba, "tu cuerpo deja de parecer propio".

Sostuvo Tatiana que ella no se "sentía" enferma: "El día anterior había nadado 1,6 kilómetros en la piscina, embarazada de nueve meses. No estaba enferma. No me sentía enferma. De hecho, era una de las personas más sanas que conocía".

En el ensayo, Schlossberg relató el arduo proceso de tratamiento, con sesiones de quimioterapia, dos trasplantes de médula ósea y la participación en dos ensayos clínicos.

Schlossberg narró que, el pasado septiembre, también le diagnosticaron una forma del virus de Epstein-Barr. Esto "afectó gravemente mis riñones", y tuvo que aprender a caminar de nuevo

Sabía Tatiana que su futuro no era muy halagüeño: "Durante el último ensayo clínico, mi médico me dijo que podría mantenerme con vida durante un año, quizá".

Sus hijos, su gran preocupación

"Mi primer pensamiento fue que mis hijos, cuyos rostros viven permanentemente en el interior de mis párpados, no me recordarían. Mi hijo podría tener algunos recuerdos, pero probablemente empezará a confundirlos con imágenes que ve o historias que escucha (...) Mi hija no sé si sentirá o recordará, cuando me haya ido, que soy su madre", llegó a expresar.

Tatiana Schlossberg y su madre, Caroline Kennedy, en mayo de 2009. Gtres

El dolor de su viudo

Schlossberg, periodista especializada en Medio Ambiente, era la segunda hija de la diplomática y exembajadora de Estados Unidos Caroline Kennedy (67) y el artista Edwin Schlossberg (80).

Estaba casada con George Moran, con el que tenía un hijo de 3 años y una hija de 1 año.

Schlossberg aseguró, en su último tramo de vida, que sus hermanos, Rose, cineasta, y Jack, quien a principios de este mes ha anunciado su candidatura al Congreso, han estado en todo momento a su lado.

Ambos la ayudaron a criar a sus hijos y "han sostenido mi mano sin titubear mientras yo sufría, tratando de no mostrarme su dolor y tristeza para protegerme".

La maldición Kennedy

Desde mediados del siglo XX, la familia, asociada al glamour y al poder, ha visto cómo su narrativa pública quedaba atravesada por muertes prematuras, accidentes y escándalos que alimentan la idea de un destino funesto

El punto de inflexión simbólica fue el asesinato del presidente John F. Kennedy en Dallas en 1963, seguido apenas cinco años después por el de su hermano Robert en Los Ángeles, ambos a plena luz pública y en el corazón de la política estadounidense.

John F. Kennedy y su mujer, Jacqueline, en una imagen de archivo.

Sin embargo, el rosario de desgracias venía de antes: el primogénito Joseph P. Kennedy Jr. murió en 1944 cuando explotó el bombardero que pilotaba en una misión secreta, y su hermana Kathleen falleció en un accidente aéreo en Francia en 1948.

Con el paso de las décadas, la noción de maldición se ha ido actualizando a medida que las nuevas generaciones de Kennedy encadenaban accidentes de avión, siniestros de tráfico, muertes vinculadas a las drogas y enfermedades devastadoras.

Cada nuevo golpe -desde la muerte de John F. Kennedy Jr. en un accidente aéreo en 1999 hasta fallecimientos recientes de nietos por sobredosis o diagnósticos de cáncer agresivo- reaviva el relato fatalista de una saga condenada.