En 1992, la reina Isabel II proclamó que había sido su annus horribilis. Su adorado Castillo de Windsor fue pasto de las llamas, el príncipe Carlos (77 años) y Diana se separaron y la princesa Ana (75) se divorciaba de Mark Phillips (77) . Lo mismo hacían los duques de York, Andrés de Inglaterra (65) y Sarah Ferguson (65).
En 2025, el rey Carlos III podría decir bien alto que también ha sido su annus horribilis. Especialmente, por las desventuras de dos de los personajes anteriormente mencionados, Andrés y Sarah.
Lo del hijo de la soberana ya venía de lejos cuando en diciembre de 2010 viajó a Nueva York en lo que muchos expertos consideraron una escapada para hacer contactos con millonarios.
En aquella época, Sarah Ferguson tenía deudas de 6,5 millones de euros, por lo que Andrés, quien a pesar de ser su exmarido seguía prácticamente conviviendo con ella, pidió ayuda a diferentes empresarios.
Ahí es cuando entró en juego Jeffrey Epstein, que se lo había presentado en los años noventa Ghislaine Maxwell (63), quien había sido una figura notable en la jet set londinense ya que su progenitor, Robert Maxwell, propietario del Daily Mirror y el Sunday Mail, entre otros.
Andrew Mountbatten-Windsor junto a su madre, la reina Isabel II.
Obviamente, Andrés había trabado amistad con Ghislaine. Al royal siempre le ha gustado frecuentar compañías poco recomendables que solían poner en aprieto a la monarquía.
Epstein y Andrés se hicieron íntimos. El millonario empresario soñaba con tirar de los contactos del príncipe y este anhelaba su chequera. El tabloide News of the World descubrió que el miembro más polémico de los Windsor había pasado cuatro días en la mansión que Epstein poseía en el Upper East Side de Nueva York. Es decir, la residencia de los horrores donde durante años habían transcurrido un sinfín de actividades pederastas.
Andrés era plenamente consciente de dónde se metía porque Jeffrey había sido condenado a prisión en 2008 por prostitución de menores. A partir de ese momento, las autoridades empezaron a vigilar con más ahínco al bróker financiero.
Tras la vigilancia exhaustiva de un equipo de investigación del News of the World el mundo pudo constatar la amistad entre el príncipe y el millonario porque el diario publicó en primera página en febrero de 2011 una fotografía de ambos paseando por Central Park con un titular llamativo: ‘El príncipe Andy y el pedófilo’. La sombra alargada de aquella imagen empezó a cobrarse sus víctimas.
Por si eso no fuera suficiente, ese mismo mes, Virginia Giuffre, una de las víctimas de Epstein, casada e instalada en Australia, vendió una imagen al Daily Mail y el Mail on Sunday que iba a acorralar aún más al príncipe Andrés.
Andrés de York y Virginia Giuffre junto a Ghislaine Maxwell.
En la famosa fotografía se ve cómo el hermano de Carlos III agarra por la cintura a la adolescente ante la atenta mirada de Maxwell. Los tres aparentemente son felices. Aquella fue la primera bomba que empezó a dinamitar los cimientos de los Windsor.
En 2014, Virginia alegó que fue víctima de trata sexual en 2001 con 17 años cuando Epstein la obligó, previo pago de 15.000 dólares, a mantener relaciones sexuales con el hijo de Isabel II en diferentes lugares.
Los dos primeros encuentros tuvieron lugar en la casa de Ghislaine en Londres y en la mansión de Epstein en Nueva York. Unos meses después, tras alcanzar la mayoría de edad, la joven participó en una orgía con el príncipe en la isla privada del magnate estadounidense en Little St James (Islas Vírgenes, ubicadas en el Caribe).
En Estados Unidos las investigaciones cada vez más acorralaban a Epstein, hasta que el 6 julio de 2019 fue detenido por tráfico sexual y explotación sexual de menores y encarcelado en el Centro Correccional Metropolitano en Manhattan, donde el 10 de agosto de ese mismo año apareció muerto. Estos hechos finiquitaron las declaraciones que el empresario efectuó al New York Post en 2011: "No soy un depredador sexual, soy un delincuente".
Se dijo que se había ahorcado, pero esta hipótesis no se sustentó ya que no había espacio ni altura suficiente en la celda. Después se comentó, y aún se sigue afirmando, que hubo un complot para asesinarlo para que no se fuera de la lengua ya que entre los amigos de Epstein figuraban Donald Trump (79), Bill Clinton (79), Woody Allen (90), Bill Gates (70), etc.
El desenlace de Epstein provocó que la trastienda de Buckingham ideara una campaña para limpiar la imagen del príncipe Andrés, por lo que este concedió una entrevista exclusiva al programa Newsnight de la BBC en noviembre de 2019.
El resultado fue poco convincente. Andrés empezó a ser nombrado por la prensa británica como "el príncipe apestado". Como no podía ser de otra manera, Andrés negó cualquier tipo de vínculo sexual en el caso Epstein. Asimismo, confesó que había cortado el contacto con el magnate en diciembre de 2010. El tiempo demostraría que había mentido.
Cansada de tanta hipocresía y manipulación, y con la firme intención de limpiar su nombre, Virginia Giuffre demandó judicialmente a Andrés en el verano de 2021 tras haberla violado cuando era menor de edad.
Para que la sangre no corriera al río, en febrero de 2022 se llegó a un lucrativo acuerdo económico para que Andrés no testificara en el tribunal. Al no tener una fortuna propia fue su madre quien de su propio bolsillo desembolsó, según se dice, entre 8 y 14 millones de euros a cambio de silencio total. Aquel gesto fue el principio del fin del príncipe Andrés.
Melania Trump, el príncipe Andrés, Gwendolyn Beck y Jeffrey Epstein en una de las fiestas en Palm Beach en el año 2000.
A pesar de ser su hijo favorito, la reina Isabel II decidió dar un paso al frente para retirarle los títulos militares y patronazgos de organizaciones benéficas, le quitó el título de Alteza Real y le prohibió aparecer en actos oficiales. Tras el fallecimiento de la monarca en septiembre de 2022, Carlos III heredó el quebradero de cabeza.
A finales de 2024, el monarca decidió cortarle el grifo, por lo que Andrés dejó de percibir 1,2 millones de euros anuales como asignación oficial. Unos meses después, Carlos III entabló otra ardua batalla con su hermano para que abandonara Royal Lodge, una residencia de 30 habitaciones en las inmediaciones del castillo de Windsor en la que residía bajo régimen de alquiler desde 2004. Cuatro años después se instaló también Sarah Ferguson porque no disponía de recursos propios.
A medida que pasaban los meses en 2025, Carlos III decidió ir eliminando cualquier resquicio que perturbara su reinado, por lo que despojó oficialmente a su hermano de la Orden de la Jarretera y de la Orden Victoriana Real y, con todo el dolor de su corazón, de su título como príncipe.
Por ello, desde el 31 de octubre, el hermano menor del monarca se convertía en un ciudadano normal con el nombre de Andrés Mountbatten-Windsor. Además, finalmente consiguió que abandonara Royal Lodge, por lo que se tuvo que mudar a York Cottage, en los dominios de Sandringham, una residencia bastante secundaria.
A mediados de noviembre de 2025 el escándalo Epstein terminó por quemar en la hoguera a Andrés y Sarah, ya que se demostró que ambos habían mentido con respecto a cuándo se efectuó la ruptura de la relación con el pederasta.
Después de que la familia de Epstein entregara más de 20.000 documentos al Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos se revelaron una serie de emails que demostraban la relación de los exduques de York con el criminal hasta poco antes de su fallecimiento.
Sarah Ferguson y Andrés.
Tras la publicación de la fotografía de Jeffrey y Andrés en Central Park que empezaba a cerrar el círculo entre ambos, el Mail On Sunday ofreció al entonces príncipe la oportunidad de expresarse, pero este lo rechazó. Lo que hizo en secreto el hermano de Carlos III fue escribir a Ghislaine Maxwell lo siguiente: “¡Hola! ¿Qué es todo esto? ¡No sé nada! Por favor, déjalo claro. Esto no tiene NADA que ver conmigo. No puedo soportarlo más”.
Posteriormente comentó en otro correo electrónico que “por favor, asegúrate de que cada declaración o documento jurídico establezca claramente que yo NO estoy implicado, y que no sabía NADA de todas estas acusaciones”. Esto demostró que Andrés mentía cuando afirmó que había cortado con Epstein en 2010.
Por su parte, Sarah Ferguson también ha formado parte de la polémica porque este 2025 se desveló que había pedido dinero a Epstein para saldar una parte de sus deudas.
The Telegraph y The Sun publicaron un email fechado en abril de 2011 en el que la ex duquesa describía su situación y a su destinatario: “Sé que te sientes infernalmente decepcionado por lo que te dijeron o leíste y debo disculparme humildemente contigo. Siempre has sido un amigo fiel, generoso y supremo para mí y mi familia” y, sobre todo, puso el énfasis en que en ningún momento le había llamado pedófilo: “Como sabes, no dije, en ningún momento, la palabra P (pedófilo) sobre ti, pero entiendo que se divulgó lo que dije”.
Andrés junto a su hermano, el rey Carlos III.
Ese fue un intento prácticamente fallido para limpiar su imagen después de que Ferguson admitiera en una entrevista en el Evening Standard en marzo de 2011 que “aborrezco la pedofilia y cualquier abuso sexual infantil y sé que esto fue un gigantesco error de juicio por mi parte (…) siempre que pueda, devolveré el dinero y no volveré a tener nada que ver con Jeffrey Epstein”. De esta manera, Sarah Ferguson caía nuevamente en la desgracia. Pero, en esta ocasión, se ha encontrado sin salvavidas.
Lamentablemente, Virginia Giuffre no ha podido ver este desenlace porque se suicidó el 25 de abril de 2025 en Neergabby, en Australia Occidental.
