Jasveen Sangha parecía tenerlo todo: educación privilegiada, un currículum brillante y un amplio círculo de amistades. Pero, según varios de esos amigos, escondía un secreto que ni siquiera compartía con su entorno más cercano.
Detrás de su imagen cosmopolita, esta mujer con doble nacionalidad británica y estadounidense se movía entre ricos y famosos de Hollywood mientras gestionaba un almacén de drogas que incluía cocaína, Xanax, pastillas falsas de Adderall y ketamina.
Su negocio, y la apariencia de vida glamurosa que la acompañaba, se desplomaron cuando suministró 50 viales de ketamina que se vendieron al actor de Friends Matthew Perry, incluida la dosis que causó su muerte por sobredosis en 2023.
Ahora, Sangha figura entre otras cinco personas, incluidos dos médicos, que se han declarado culpables de delitos vinculados al fallecimiento del actor.
Será la última acusada en ser sentenciada en un caso que destapó una red clandestina de ketamina en Los Ángeles y la expone a un máximo de 65 años de prisión.
El entonces agente especial a cargo de la oficina de Los Ángeles de la Administración de Control de Drogas (DEA), Bill Bodner, la describió en una entrevista con la BBC como "una persona altamente educada que decidió ganarse la vida traficando drogas y usar ese dinero del narcotráfico para financiar su personaje de influencer".
Añadió que estaba al frente de "una operación de tráfico de drogas bastante grande dirigida a la élite de Hollywood". La traficante sacaba un enorme beneficio de ello, como demostraba su lujoso estilo de vida en Instagram, donde no dudaba en fotografiarse en escenarios lujosos y viajando en aviones privados.
Los fiscales sostienen que Perry recibía ketamina de forma legal y bajo prescripción para tratar la depresión, pero que con el tiempo empezó a desear más cantidad de la que sus médicos consideraban segura.
Los documentos judiciales indican que lo llevaron primero a varios médicos y luego a un traficante que obtenía la droga para Sangha a través de un intermediario.
Su abogado, Mark Geragos, asegura que ella está asumiendo su responsabilidad, pero niega que llegara a conocer personalmente a Perry, que tan solo sabía de su existencia por su famoso papel de Chandler Bing en Friends.
"Se siente fatal. Se ha sentido fatal desde el primer día", declaró Geragos tras la admisión de culpabilidad. "Ha sido una experiencia horrible". Para quienes la conocían, la gran incógnita es cómo logró sostener durante años esa doble vida.
"Siempre tuvo dinero"
Tony Márquez, amigo y compañero de fiestas en California, trataba con Sangha desde principios de la década de 2010; él asegura que incluso conocía a su familia y que ambos eran habituales de la escena nocturna de Los Ángeles.
Márquez también tiene antecedentes por tráfico de drogas, pero insiste en que, pese a los años de amistad, ella jamás dio señales de estar en problemas —ni cuando hablaron por teléfono semanas antes de la muerte del actor, ni cuando meses antes, agentes habían allanado su vivienda y los fiscales la calificaron como una "casa de escondite"—.
Otro de sus grandes amigos es Jash Negandhi con el que llevaba teniendo contacto desde hacía más de dos décadas, ya que estudiaron juntos en la Universidad de California.
"Estaba muy metida en la escena de la música dance", recuerda en una entrevista de la BBC. "Le encantaba bailar y pasárselo bien". La revelación de que su amiga era traficante lo dejó atónito: "No sabía nada. Absolutamente nada. No me había hablado del tema".
Jasveen Sangha en una foto de su cuenta de Instagram.
A ojos de muchos, Sangha no parecía necesitar dinero. "Siempre tuvo dinero", resume Márquez. "Viajaba por todas partes en jet privado, y lo hacía así antes de que todo se desmoronara".
Sus abuelos habían hecho fortuna en el comercio minorista en el este de Londres y, como hija del empresario Nilem Singh y de la doctora Baljeet Singh Chhokar, estaba destinada a heredar parte del patrimonio familiar.
Su madre se casó de nuevo en dos ocasiones y se mudó a Calabasas, California, donde Jasveen creció en una casa que Márquez describe como "hermosa" y "grande". "Teníamos barbacoas o fiestas en la piscina en casa de sus padres", cuenta. "Son muy cariñosos, muy amorosos, y nos trataban como si fuéramos sus hijos".
Después del instituto pasó un tiempo en Londres y en 2010 se graduó con un MBA en la Hult International Business School. Una excompañera resume a la BBC: "No parecía una estafadora". La recuerdan como amigable pero algo distante, con ropa de marca, muy social y sin rumores de consumo: "Si hubiera consumido en Hult, probablemente lo sabríamos".
Tras completar el máster, regresó a Los Ángeles. Su madre y su padrastro gestionaban franquicias de KFC en California y fueron demandados en 2013 por más de 50.000 dólares en canon de explotación supuestamente impagadas. Él acabó declarándose en bancarrota, aunque, si la familia atravesaba dificultades, Jasveen apenas lo compartió con su entorno.
"No he oído nada sobre eso", afirma Negandhi. En público, ella parecía decidida a seguir el camino empresarial de sus padres: abrió un salón de uñas, Stiletto Nail Bar, que cerró al poco tiempo, y hablaba de su sueño de tener una franquicia de restaurantes.
Las "Gatitas"
Su auténtica pasión, sin embargo, parecía ser la noche. En Los Ángeles formaba parte de un grupo muy unido al que, según Márquez, llamaban las "Gatitas", amigas —en su mayoría mujeres— que organizaban fiestas frecuentadas por celebridades.
Solían reunirse en Avalon, un histórico teatro en Hollywood reconvertido en club de música electrónica, y alargaban las celebraciones hasta el amanecer. Márquez recuerda que allí circulaban pastillas y ketamina, y que algunas fiestas, organizadas en distintas zonas de California, podían prolongarse durante días.
"Viajábamos al Lago Havasu, alquilábamos una gran mansión antigua, llevábamos a nuestros DJ, todos nuestros sistemas de sonido y cada noche era una noche temática en la que solo éramos nosotros", relata. Según él, esas reuniones "siempre involucraban ketamina". Aun así, dentro del grupo, asegura que nadie la llamaba "La reina de la ketamina". "Nadie la llamaba así", insiste.
El grupo temía la presencia del letal fentanilo en el mercado ilegal y se obsesionó con conseguir ketamina de la mayor pureza posible. "Si íbamos a consumir ketamina, queríamos obtenerla de la fuente", explica Márquez.
Para ello, algunos amigos recurrían a mensajeros que cruzaban a México para comprar el anestésico —usado en cirugía— en consultas veterinarias y farmacias corruptas. "No sabía que Jasveen hiciera eso", puntualiza. Dice que nunca sospechó que ella, además de consumir, se lucrara con la venta: "Es impactante, te lo digo".
En retrospectiva, cree "sinceramente" que Sangha se volvió "adicta" al estatus que proporcionaba ser proveedora de drogas para ricos y famosos. "Ella era adicta a estar en ese círculo social y a ser deseada por las celebridades que la gente había visto toda su vida en la televisión".
A su juicio, no era una "capo" ni una gran narcotraficante, sino alguien que acabó en ese mundo porque "le encantaba consumir ketamina, como a todos nosotros".
'La reina de la ketamina' se declara culpable de vender las drogas que acabaron con la vida del actor Matthew Perry
Otro amigo, perteneciente a un círculo distinto, pero que también salía de clubes con ella en la década de 2010, dice haberse quedado igual de impactado. La conocía desde la secundaria y compartió con ella incontables noches de fiesta.
"Siempre estábamos en fiestas, casi todas las noches. Durante muchísimos años", recuerda. "Nunca me ofreció nada". Explica que Jasveen solía ir acompañada de su tío Paul Sing: "No es exactamente el comportamiento de un narcotraficante", opina.
Otra muerte
Los fiscales señalan que en 2019 vendió ketamina a un hombre llamado Cody McLaury, que murió por sobredosis. Tras su fallecimiento, la hermana de McLaury le envió un mensaje para decirle que las drogas que había vendido a su hermano lo habían matado.
"En ese momento, cualquier persona sensata habría recurrido a las autoridades, y sin duda, cualquier persona con un mínimo de sentido común habría cesado sus actividades y no habría distribuido más ketamina", sostuvo Martin Estrada, exfiscal jefe del Distrito Central de California.
Sin embargo, en lugar de detenerse, Sangha continuó, y años después su actividad desembocó en otra muerte: la de Matthew Perry.
Fue en 2020 cuando Sangha ingresó en rehabilitación para tratarse su adicción a las drogas y en escritos judiciales recientes, su abogado sostiene que lleva 17 meses sobria.
En su última conversación con su amigo Negandhi, ambos hablaron del futuro: "Ambos ya teníamos cuarenta y tantos, y uno tiende a autoevaluarse cuando llega a esa edad. Y uno empieza a pensar: ¿qué queremos hacer ahora que hemos llegado a esta edad?".
"Ella estaba muy emocionada por estar limpia durante bastante tiempo y esperaba con ilusión muchas cosas en la vida". No mencionó que acababa de ser arrestada. "No tenía ni idea de que estuviera pasando por todo esto cuando hablamos", admite Negandhi. "No me había contado nada".
