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"Que el ritmo no pare, no pare no, que el ritmo no pare". Así sonaba, en los años 2000, la banda sonora de la adolescencia de miles de españoles. Nadie sabía quién era la intérprete de este temazo, pero fue entonces cuando Patricia Manterola (53 años) se convirtió en un icono vivo de un país que gritaba a los cuatro vientos sus canciones.

Tras convertirse en una de las mujeres más perseguidas de nuestro país, Manterola llegó a poner la música de La Vuelta Ciclista a España, algo que le dio el salto a Europa y la llevó a ser la imagen de la copa de fútbol en México. Tres versiones de una misma canción que la convirtieron en una gran estrella de escala mundial.

Ahora, tras 23 años fuera de nuestro país y con una vida personal muy diferente a la de entonces, Patricia Manterola regresa para presentar su nuevo trabajo musical ante más de 15.000 personas. La cantante ha llenado la Plaza de Colón de Madrid en el Perrotón que organizó la capital, días después de presentar Lagrima Azul, su último sencillo.

La mexicana regresa a España, y EL ESPAÑOL ha sido cómplice de esta vuelta. Tras la máscara de una artista insaciable y con ansias de protagonismo sobre el escenario, hay una mujer que brilla por su esencia.

Madre de tres hijos, divorciada y casada de nuevo desde hace 15 años, así es como la vida de Patricia Manterola ha cambiado desde que se convirtiera en una de las mujeres más conocidas de España.

Patricia Manterola vuelve a España con su éxito 'Lágrima Azul' John Reyes

Usted fue una persona muy importante en nuestro país en los años 2000. Después de 23 años desde su éxito en España, ¿cómo ha sido regresar?

Lo recuerdo con muchísimo cariño, lo atesoro en el corazón y nunca quité el dedo del renglón de regresar. Tenía tanto deseo de regresar. Obviamente, mi vida personal cambió. Antes podía entregarme en cuerpo y alma, venir a hacer giras sin que me importara nada ni nadie. No dejaba a nadie atrás y me lo gocé muchísimo.

Pero desde que fui mamá, mis prioridades cambiaron, así que tuve que hacer las cosas más contadas. Hoy por hoy, sentí la necesidad de regresar con todo y con el mismo cariño con el que vine la primera vez.

Pero, ¿qué fue realmente de Patricia Manterola?

He seguido sacando música, eso sí, no he parado. También he hecho proyectos de televisión, series o películas que me han permitido grabar rápidamente. Ya no he hecho telenovelas porque mis hijos no me lo permiten, pero no he parado en mi parte profesional. Sin duda alguna, mi vida privada, mis hijos, mi familia y mi esposo son mi prioridad.

Su vida ha cambiado, pero ¿a qué ritmo?

Me divorcié y cinco años después me casé con Forest. Lo conocí un año antes de casarnos, fue amor a primera vista. Fueron años difíciles porque siempre quise formar una familia; ese llamado siempre estuvo en mi corazón. Cuando atravesé el divorcio, como digo en Lágrima Azul, sentí que tocaba la lágrima más profunda.

Me refugié en mi fe, en mi Virgencita de Guadalupe, y le pedí fortaleza para reconstruirme. Le dije: "Si tienes a alguien para mí, ahí estaré. Ayúdame a volver a estar fuerte". Y llegó.

Y después de su boda, quiso formar una familia, ¿qué tal se siente en esa faceta?

Si te soy sincera -y sé que a los fans no les gusta cuando lo digo-, cuando conocí a Forest ambos queríamos formar una familia. Cuando tuve a mi primer hijo en brazos, no había disco, novela o escenario que se comparara con esa felicidad. Fue tan mágico que decidí cuidarlo al máximo. No tuve nannies ni ayuda, quise disfrutarlo yo. Después vinieron Alesso y Matteo.

¿Y cómo vivió la llegada de los gemelos?

Cuando Luca tenía siete meses, me enteré de que estaba embarazada. Fui a mi primer ultrasonido con él en brazos y la doctora me dijo: "Felicidades, va a tener dos bebés". Yo pensaba que era una broma. Fue un shock: "¿Cómo voy a cuidar tres al mismo tiempo?" Forest estaba feliz y me tranquilizó. Y tenía razón. Dios te da la fortaleza. Hoy los tres son mi mayor bendición: Luca toca violín y chelo, Matteo el saxofón y el contrabajo, y Alesso el violín.

La cantante Patricia Manterola en un posado de estudio. Cedida a EL ESPAÑOL

Pero, tras convertirse en familia numerosa, ¿ha sentido que a veces se idealiza la maternidad?

Sí, sí. No es para todo el mundo. La maternidad es como cuando ves a mucha gente en una piscina pasándolo divino y te dicen "vente, el agua está calentita", y cuando te lanzas, ¡está helada! Es un shock. Te descubres como madre y como pareja. Es un salto a lo desconocido y eso es difícil.

¿Qué ha sido lo peor de ser madre?

El no dormir, sin duda. No me arrepiento, pero añoro esos momentos. Luca nació en parto natural en mi casa; lo saqué yo misma y lo puse en mi pecho: "Tú no te despegas de aquí", me dije. Durmió conmigo tres meses. Cuando intenté pasarlo a la cuna no duraba diez minutos sin llorar. Fue una locura: no dormí en años.

Hasta que él aprendió a dormir sin usted, ¿no?

Sí, hasta los seis o siete años. Me decía: "Mami, ¿puedo dormir en su cama?" Y yo accedía. Sin embargo, con los gemelos aprendí la importancia de que duerman solos. Ahora me dicen: "¿Querías más a Luca que a nosotros?" Y yo siempre respondo lo mismo: "No, mi amor, era cuestión de aprendizaje".

¿Entonces me está diciendo que tuvo a su hijo en un parto acuático?

Sí, parto natural en agua, en mi casa, con mi esposo, una midwife, una doula y el doctor siempre pendiente. Fue un embarazo saludable, ideal para hacerlo así. Con los gemelos también fue parto natural, pero en hospital, porque en Estados Unidos no permiten partos múltiples en casa. El doctor me dijo que no habían tenido uno así en siete años. De gemelos y de forma natural.

Volviendo a su faceta más personal, ¿cambió tras el divorcio? ¿Cómo fue ese proceso?

Siempre que hay una ruptura, la responsabilidad es de dos. Bendije la relación pasada, perdoné y aprendí. Fue una etapa de autocrítica y de crecimiento. Me fui de rodillas ante la Virgen de Guadalupe y le pedí ayuda para convertirme en una mujer capaz de valorar y ser feliz por mí misma.

La cantante Patricia Manterola en una imagen de estudio. Cedida a EL ESPAÑOL

¿Se encontró?

Sí, me encontré y descubrí herramientas maravillosas: la meditación, la oración.. La felicidad no me la da Forest ni mis hijos; la comparto con ellos. Agradezco todo lo que he aprendido en cada etapa.

Es verdad, he leído que no bebe alcohol y que lleva una vida muy saludable... ¿cómo se vive así y por qué cambió su vida?

Sí. Los fines de semana me permito algún pecado, pero no tomo alcohol. Lo dejé porque Forest no bebe. Antes tomaba vino o tequila, pero poco. En nuestra primera cita me dijo: "No tomo alcohol, pero si quieres una copa, adelante". Preferí no hacerlo, me parecía aburrido. En la boda tampoco tomé nada y no me arrepiento porque la viví plenamente. Luego vinieron los embarazos y decidí dejarlo definitivamente.

¿Cómo afronta la vuelta a España después de tantos años fuera de nuestro país y tras ser el icono en el que se convirtió?

Se sienten mejor, y vivo en tanta presencia y tanto agradecimiento, de verdad, que venir acá y hacer todo lo que estoy haciendo, platicar con usted, estar en una gala de televisión, presentarme en la Plaza Colón... Me siento como una niña chiquita, me lo estoy gozando y disfrutando al máximo.

Le tengo tanto agradecimiento y tanto cariño a España porque sé que Que el ritmo no pare fue una canción poderosísima, pero fueron los primeros que me dieron la oportunidad de usarla como banda sonora de la Vuelta Ciclista. Y de ahí se fue a Alemania, Italia, Latinoamérica…

¿Ha sentido en algún momento una pérdida, entre comillas, de identidad por crecer profesionalmente fuera de su país, o allí también le han transmitido el mismo cariño?

No me puedo quejar. Aunque Que el ritmo no pare no fue tan fuerte en México, sí se escuchó mucho Que el fútbol no pare -así es como se llamó la adaptación en su país- por las transmisiones deportivas. Pero mis primeros sencillos, los que no conocieron en España, como Quiero Emborracharme de Ti o Niña Bonita, fueron fundamentales. Sin México, yo no hubiera sido nada.