La muerte de Matthew Perry sigue dando giros impactantes casi un año después de su fallecimiento. Este miércoles, uno de los cinco implicados en el caso, el médico Salvador Plasencia, de 43 años, ha reconocido ante la justicia lo que muchos sospechaban: le suministraba ketamina sin justificación médica.
Aunque su decisión ya se conocía desde hacía un mes, no ha sido hasta ahora cuando el médico ha admitido de forma firme ante el juez su implicación en cuatro delitos de distribución ilegal. Plasencia ha entonado el mea culpa y se ha declarado oficialmente culpable ante la Corte del Distrito de Los Ángeles por haber suministrado ilegalmente drogas al actor.
La noticia ha sacudido Hollywood. Plasencia ha reconocido que le inyectó dosis al Chandler Bing de Friends en repetidas ocasiones, tanto en su casa como en el aparcamiento de un centro comercial de Santa Mónica. Por estos delitos, se enfrenta a una posible condena de hasta 40 años de cárcel, es decir, 10 años por cada uno de los cargos que ha admitido, según ha informado la Fiscalía. El juicio está previsto para el 3 de diciembre.
Matthew Perry
Según ha relatado el doctor, este le facilitó la ketamina al actor durante las semanas previas a su trágico fallecimiento. Lo hacía, según sus propias palabras, “sin finalidad médica”.
Una red de cinco implicados
El caso de Perry no se reduce a un único médico. La investigación llevada a cabo por la DEA (Agencia Antidrogas de EE.UU.) terminó en agosto de 2024 con cinco personas detenidas. Además de Plasencia, también están acusados el doctor Mark Chávez (quien le facilitaba la ketamina), una traficante apodada "La reina de la ketamina", identificada como Jasveen Sangha, un intermediario llamado Erik Fleming, y Kenneth Iwamasa, el asistente personal del actor durante años.
De este grupo, cuatro ya se han declarado culpables: los dos médicos, el asistente y el intermediario. Solo Sangha mantiene su declaración de inocencia y se enfrentará a juicio el próximo mes de agosto.
Un suministro lucrativo… y mortal
La DEA se ha mostrado contundente al exponer sus conclusiones. “Plasencia y Chávez traicionaron su juramento médico solo por ganar dinero. Provocaron un daño irreparable”, declaró la directora de la agencia tras conocerse los hallazgos.
Durante la investigación, quedó demostrado que el supuesto plan médico del doctor Plasencia no era tal: él aseguraba que trataba a Perry con 60 miligramos de ketamina cada 24 horas, pero en realidad las dosis eran excesivas y sin control, generándole una fuerte adicción.
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Los mensajes privados
En su acuerdo de culpabilidad, Plasencia reconoció que su conducta “estuvo muy por debajo del nivel adecuado de atención médica” y que las dosis administradas “no tenían una finalidad médica legítima”.
Los mensajes privados que se analizaron durante la investigación hablan por sí solos. “Me pregunto cuánto más va a pagar este imbécil”, escribió Plasencia refiriéndose al actor en septiembre de 2023. “Vamos a averiguarlo”, respondió Chávez.
Ambos médicos llegaron a cobrar hasta 2.700 dólares por vial, cuando su coste real era de apenas 12. Solo en una operación, le vendieron 20 viales por 55.000 dólares.
El día de su muerte
Una de las revelaciones más estremecedoras es la que vincula directamente a Kenneth Iwamasa, el asistente del actor, con los hechos del trágico 28 de octubre de 2023 en el que perdió la vida. Ese día, Perry murió a los 54 años, en su residencia de Pacific Palisades, en Los Ángeles.
Se ha confirmado que fue Iwamasa quien inyectó la última dosis de ketamina a Perry, usando una jeringa que le había dado el propio Plasencia. Después, le preparó un baño caliente en el jacuzzi y salió a hacer unos recados. Horas más tarde, Matthew Perry fue encontrado sin vida en el agua.
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Un infierno personal público
La historia de Perry con las adicciones era bien conocida y él mismo la había contado con crudeza en sus memorias, Amigos, amantes y aquello tan terrible (Contraluz, 2022).
El actor confesaba haber estado en 15 centros de rehabilitación y haberse gastado nueve millones de dólares en tratamientos. Pasó incluso dos meses en coma y casi muere por una perforación en el colon. “Me dieron un 2% de posibilidades de sobrevivir”, relataba.
En su última gran entrevista con The New York Times, Perry explicaba que el estigma en torno a las adicciones seguía muy presente: ““Mi caso sugiere que todavía existe un enorme estigma en torno a las adicciones, y que todavía nos tenemos que esconder”, decía.
Su historia, por desgracia, es también un reflejo de cómo la vulnerabilidad puede ser aprovechada por quienes, supuestamente, debían protegerle.