En los Campos Elíseos de París se puede comprar cualquier símbolo que denote el poder de la riqueza, pero no el amor. Una atractiva joven, rubia, con un porte elegante estaba mirando uno de los exclusivos escaparates de la avenida cuando un hombre intentaba ligar con ella. "Es usted guapísima", le comentó. En ese momento, ella le giró la cara no sin antes contestarle: "Discúlpeme, pero usted no es mi tipo, así que no pierda el tiempo".

- ¿Y quién sería su tipo?

- ¿Ve ese señor que está paseando y acaba de cruzar la calle? Ese lo sería.

- Voilà, pero si es amigo mío, es mi abogado. ¡Philippe!, le llama con un grito discreto.

Como si fuera la reencarnación de Beau Brummell, Philippe se giró y exclamó: "Oui?"

- Te voy a presentar a la mujer que me acaba de dar calabazas y que me ha dicho que el hombre de su vida no sería yo, sino alguien como tú.

En aquel preciso instante Philippe se enamoró. Y ella de él. Perdonen que no la haya presentado adecuadamente, ella es Olivia Albouhair. Aquel 1973 fue crucial en sus vidas. Nunca más se separaron hasta que la inoportuna visita de la muerte se la arrebató de los brazos a Philippe el pasado 9 de junio con 75 primaveras. Durante su matrimonio tuvieron un hijo, Xavier, pero ambos tenían otros vástagos de anteriores relaciones. Olivia tuvo a Arnaud y Karen, y Philippe, a Virginia.

[Muere Olivia Valère, la reina de la noche marbellí, a los 75 años]

El matrimonio, en su famoso local de Marbella. Cedida

La ex relaciones públicas del senado francés creó en 1981 L'Apocalyse, una mezcla entre club y piano bar que marcó la diferencia en la noche. Fue el lugar de moda en París como en los sesenta lo fue Maxim's, donde los asistentes se podían encontrar a Elizabeth Taylor, Michael Jackson o Alain Delon.

A pesar de que Philippe ha alcanzado notoriedad en Marbella "gracias a mi adorada Olivia" -aún la recuerda en presente con cariño- un dato poco conocido es que el letrado y empresario conoció la Costa del Sol de la forma más curiosa.

Relata a EL ESPAÑOL que "la primera vez que llegué a Marbella fue por una equivocación de mi padre porque al ir conduciendo en vez de ir a Sevilla se equivocó y llegamos hasta aquí. Estoy hablando del año 1958, no había carteles bien escritos, los caminos eran de tierra, había un peón cada kilómetro para poner piedras y un poco de arena, los coches no podían adelantar… España estaba muy atrasada".

Antes de recalar en Marbella, usted y Olivia ya veraneaban en España.

Tuvimos una casa en Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava, en una época en la que la vida era una maravilla. Todo estaba limpio, había poca gente, las playas eran salvajes…

Pero aceptaron una invitación de cumpleaños de Kimera y…

Nos enamoramos de este lugar. Era el año 1985. También había poca gente, muy simpática y divertida como Jaime de Mora, Alfonso de Hohenlohe, Gunilla von Bismarck… Raymond Nakachian era mi cliente en mi bufete parisino, por eso su mujer nos invitó a la fiesta. Nos compramos una casa y pasábamos temporadas aquí y en la de París.

¿Sigue trabajando como abogado?

Hasta fin de año. Cumpliré 82 años y creo que ya es hora de parar. Tengo varios asuntos que arreglar y todo lo demás se lo dejaré a mis socios.

Olivia Valère en su casa de Marbella.

¿Qué significa la noche para usted?

(Risas) La profesión de abogado puede ser un poco aburrida. El lado más gris no me ha gustado. Cuando era estudiante salía mucho de noche por los lugares de ocio como los cabarés, teatros, discotecas. Siempre me ha gustado mucho divertirme. Olivia se cruzó en mi camino hace casi cincuenta años, era relaciones públicas del senado francés, trabajaba con gente muy mayor y también estaba aburrida. A los seis meses estaba aburrida y me dijo que se venía a trabajar al bufete conmigo.

¡No me lo creo!

La vi muy decidida, pero le dije: "¡Uy, no, trabajar juntos sería insoportable! (risas) Uno de mis clientes tenía problemas con la discoteca L'Apolypse y me preguntó si podía hacer un análisis de lo que estaba pasando. Faltaba un millón de euros -de la época- y le dije que si no lo ponían irían a la quiebra. Olivia lo escuchó todo porque estaba en el despacho. Y así empezó todo. Ella se quedó con el local y…

La noche cambió para siempre.

Olivia creó un nuevo concepto de diversión. Quería a todo el mundo. No hacía distingos. Jamás hubo un malentendido, una mala palabra ni rechazó a nadie. A excepción, por supuesto, de alguien que maltratara a los animales, las mujeres, los niños…

Uno de los grandes logros ha sido la mezcla de culturas a lo largo de todo este tiempo.

Ha sido fundamental. La tolerancia, el respeto y la concordia son primordiales para crear una buena atmósfera. Hasta hace poco los rusos dominaban la noche, pero ahora han vuelto los árabes. Los herederos del rey Fahd. Tienen otra mentalidad. Vienen grupos de mujeres guapas, simpáticas y bien vestidas que salen a bailar. Hace 20 años esto era impensable. Y los hombres son más educados.

¿Y dónde han ido los rusos?

(Pensativo) Prácticamente han desaparecido porque están comprando casas en Marruecos y Turquía.

Cientos de celebridades de diferentes niveles sociales han pasado por su local. ¿Quién le ha impresionado más?

El príncipe Harry, el duque de Sussex. Tenía 19 años, hablaba francés bastante bien y me dijo que quería conocer Olivia Valère, el local, porque en Londres le habían hablado mucho de este lugar. Se presentó a medianoche, estuvimos varias horas juntos, conoció también a Olivia y se divirtió como otro joven más. Hubo mucho respeto.

Philippe Valère en el funeral de su esposa, Olivia. Gtres

¿Y algún verano especial?

(Pensativo) Cuando íbamos a casa de Sean Connery o aquel verano en el que nos reunimos más de una decena de veces con Camilo José Cela para hablar de historia, de cine, de las anécdotas del Nobel.

Todo lo que ha hecho su esposa por Marbella se lo van a agradecer de una manera especial con una avenida que llevará su nombre. ¿Cómo se siente?

Feliz. Olivia lo dio todo. Era una mujer simpatiquísima, divertidísima, sencillísima, guapísima y muy trabajadora. Que una parte de la carretera de Istán, que pasa por el club, lleve su nombre es uno de los mayores honores que le agradecemos a la Junta de Andalucía y a la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz.