Aunque pueda parecer lo contrario, ser Rey o ser Príncipe no te libra de ser humano. Alguien de carne y hueso. Formar parte de la realeza obliga a sus miembros a mantener la compostura. Pero no siempre se puede conseguir una rigidez total.
Lo que sucede en la vida pública de un royal puede llegar a conmocionar. A veces, -solo a veces-, la sensibilidad brota a flor de piel. Y domina hasta al más entrenado en la noble virtud de la contención. Es lo que les ha pasado al rey Carlos III (76 años) y a su hijo, el príncipe Guillermo (42), en sus más recientes actos públicos.
Este viernes, 15 de agosto, el soberano de Inglaterra se ha dejado ver en los actos en memoria de los caídos en el frente oriental durante la II Guerra Mundial en el 80º aniversario de la rendición japonesa. Un acto al que ha asistido con su mujer, la reina Camila (78). En él, el soberano, visiblemente emocionado, no ha podido reprimir las lágrimas.
El rey Carlos III y su mujer, la reina Camila, en los actos en memoria de los caídos en el frente oriental durante la II Guerra Mundial en el 80º aniversario de la rendición japonesa.
El rey y su compañera -enfundada en un vestido de Dior- no han perdido detalle del Servicio Conmemorativo en el National Memorial Arboretum, organizado por la Legión Real Británica en Staffordshire.
En el servicio que conmemoraba el 80º aniversario del Día de la Victoria sobre Japón, Carlos III se dirigió a la nación para recordar que "el sacrificio de los héroes" nunca será olvidado.
"Sus experiencias nos recuerdan que el coste real de la guerra se extiende más allá de los campos de batalla y tocan todos los aspectos de la vida, una tragedia que se ilustra tan claramente hoy en día en conflictos alrededor del mundo", ha pronunciado el soberano en su discurso.
También elogió el "coraje y la camaradería" de quienes lucharon en el Pacífico y el Lejano Oriente en "la hora más oscura de la humanidad" como "una llama que arderá por la eternidad".
Lágrimas en público
Asimismo, reconoció la devastación causada por el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, que llevó a la rendición de Japón, describiendo el "inmenso precio" para sus ciudadanos como uno que "rezamos para que ninguna nación tenga que pagar nunca más".
Su reflexión sobre los ataques nucleares que marcaron el fin de la Segunda Guerra Mundial llega en un momento de creciente inquietud por la amenaza global de un conflicto nuclear.
Puede que esta preocupación, sumada a los 25°C de temperatura de la jornada -que para los británicos es un calor considerable-, hayan hecho que Carlos III haya dejado al descubierto su 'fibra' sensible.
Derramando alguna lágrima, Carlos III y Camila depositaron coronas y ofrendas florales en el Monumento a las Fuerzas Armadas, antes de presidir un minuto de silencio nacional y presenciar un vuelo de las Flechas Rojas de la RAF. Todo ello en compañía del Primer Ministro,
Curiosamente, apenas unas horas antes de la visita de su padre a la localidad de Alrewas, el príncipe Guillermo ha hecho gala de su lado más humano en otro acto público.
"El príncipe William se derrite ante un bebé", dice uno de los titulares de la prensa británica sobre su cálida y cariñosa reacción al encontrarse con una madre y su niño, de apenas unos meses de edad.
Durante su visita al Royal Cornwall Show, -a la que fue acompañado por su tía, la duquesa Sofía de Edimburgo (60)-, el príncipe de Gales regaló a los asistentes un momento de ternura inesperado.
El lado más humano de la realeza
En una escena que se ha vuelto viral en las redes sociales, el Heredero de la Corona británica se mostró enternecido por un bebé, con el que intercambió sonrisas y gestos cómplices.
Con el dedo índice rozaba delicadamente su pecho, intentando arrancarle una sonrisa. Y vaya si lo consiguió. El retoño, rendido a sus gracietas, sucumbió y le regaló una mueca risueña.
Un instante lleno de dulzura en el que se ve cómo le pregunta a la madre por la edad del niño, comenta que "le encanta" su ropa, y ha circulado como la pólvora en internet. Su cercanía no solo ha conquistado a la madre de la criatura: también a miles de usuarios.
Padre e hijo, sin quererlo, han mostrado una faceta todos desean ver: su lado menos institucional y más 'real', nunca mejor dicho.
