Si de algo pueden presumir los servicios de seguridad de Zarzuela es de que cuando no quieren que se les vea, no se les ve. Por eso, los muchos comensales que el pasado viernes 6 de octubre por la noche disfrutaban de su cena en uno de los restaurantes más de moda de Madrid no se percataron de que iban a compartir local con el jefe del Estado hasta que entró por la puerta.

Con sus casi dos metros de altura, Felipe VI (55 años) tiene muy difícil pasar desapercibido cuando entra en un local. Una de las cosas que más llamó la atención a las personas que se encontraban cenando en La Castela, situado en la calle Doctor Castelo de Madrid, muy cerca del parque de El Retiro, es que en ningún momento trató de esconderse o que nadie lo viera, tranquilamente pasó a una zona del comedor un poco más reservada, pero sin ser un salón cerrado ni nada parecido. Así lo desveló La Otra Crónica.

Con su sonrisa tímida, esa que luce el monarca cuando es reconocido en su vida privada y recibe espontáneas muestras de cariño, cenó y se marchó como llegó, de forma muy discretaFelipe VI llegó sin la reina Letizia (51), ya que se trataba de una velada entre amigos, que tampoco estaban con sus parejas. 

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Según ha podido saber EL ESPAÑOL, se trata del grupo de amistades más íntimo del Rey, en el que se encuentran personas a las que conoce y en las que confía desde que iba al colegio, el Santa María de los Rosales de Madrid. Entre los hombres que le esperaban sentados a la mesa estaban Pedro López-Quesada (59) y su fiel Álvaro Fuster (55).

Había dos personas más, pero no han sido identificadas por los testigos. "Se trata de un grupo que se reúne de forma habitual para cenar, para pasar la tarde con la familia (las mujeres e hijas se llevan francamente bien) o para ir a algún palco privado de fútbol, ya sea el Metropolitano o el Bernabéu. No siempre puede ir el Rey, muchas veces se lo impide la agenda y el trabajo, de hecho, no se veían desde antes del verano por culpa de todo el ajetreo tras las vacaciones" cuenta a este medio una persona cercana al monarca.

Felipe VI, el pasado 4 de octubre. Gtres

La idea de la velada era picar algo entre todos, así que eligieron de la carta de sala varios platos, como las gambas de Huelva y los chipirones encebollados y disfrutaron de una gran noche entre risas y conversación. Es muy probable que Felipe VI les comentara la emoción ante el acontecimiento que se iba a vivir el día siguiente en la Academia Militar de Zaragoza, donde su hija, la princesa de Asturias, Leonor (17) iba a jurar bandera con el resto de los cadetes de su promoción. Tras más de dos horas de cena, el jefe del Estado salió por la misma puerta por la que había entrado, despidiéndose de la gente con un cariñoso "hasta luego" y dando las gracias a los empleados del local.

Aunque el precio medio de La Castela es de 40 euros, parece que el Rey y sus amigos gastaron algo más por cabeza, aunque las arcas reales no se vieron afectadas por la cuenta, ya que al Rey lo invitaron sus compañeros de mesa. La Castela es uno de los locales con más historia de la zona de El Retiro. Abrió sus puertas en el año 1989, y mantiene desde entonces su famosa barra, donde se puede comer con una carta especial, su plato más famoso son los callos con garbanzos, típicos de la gastronomía madrileña.

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Además del rey Felipe, el local puede presumir de haber recibido otras visitas, como la de Michelle Obama (59) en 2016. La ex primera dama de Estados Unidos aprovechó su estancia en Madrid, donde acudió para hablar sobre el derecho de las niñas a una educación en todo el mundo junto a Letizia, para salir a cenar con sus hijas. Fue el entonces embajador en Estados Unidos en España, James Costos y su marido, Michael Smith, los que la llevaron a cenar a La Castela.

También han tenido la visita de Harrison Ford (81) y su mujer, Calista Flockhart (58), ese mismo año y con unas semanas de antelación a la mujer de Obama, cuando tras salir de una visita al Museo del Prado, decidieron cenar en el mismo local en el que el pasado viernes lo hicieron Felipe VI y sus amigos más íntimos, los de toda la vida.