La presencia de los Reyes Eméritos en la boda del heredero al trono de Jordania ha dejado imágenes sorprendentes y un sinfín de comentarios sobre la frialdad del reencuentro. Pero, sin duda, el momento más llamativo ha sido éste: Juan Carlos I (85 años), en silla de ruedas para dirigirse al salón donde se oficiaba la ceremonia. A su lado, impasible, la reina Sofía (84), caminando a su lado, pero manteniendo las distancias.

El padre de Felipe VI (55) llegó al enlace del príncipe Hussein (28) caminando, apoyado en un bastón y ayudado por su fiel asistente, Vicente García-Mochales. Se notaba que sus problemas de movilidad habían aumentado, ya que iba muy lento y con bastante dificultad. Aún así, quiso entrar en el Palacio de Zahran por su propio pie y saludar de este modo al rey Abdalá (61) y a su esposa, Rania (52). 

El tesón del rey Emérito es innegable, aunque finalmente no pudo evitar tener que recurrir a la silla de ruedas, quizá demasiado cansado para continuar caminando. No es la primera vez que se ve esta imagen, ya que en 2018 fue operado de la rodilla y abandonó así el hospital, pero sí en un evento como éste.

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Juan Carlos I, dirigiéndose al salón de la ceremonia. Gtres

Los Eméritos hicieron el recorrido hasta su destino casi sin mirarse. Juan Carlos I sentado en su silla de ruedas, y la reina Sofía, caminando a cierta distancia. Una vez dentro de la sala, se sentaron juntos, aunque nuevamente no hubo demasiado contacto entre ellos; la frialdad se mantenía. Terminada la entrega formal de anillos, el Emérito volvió a caminar para felicitar a los novios. Siempre ayudado por su persona de confianza, aguantó pacientemente la cola. 

Más tarde, la pareja real asistió a la recepción nupcial ofrecida por los recién casados en el Palacio de Al Husseiniya. El suegro de Letizia (50) repitió la hazaña y caminó para estrechar la mano de sus anfitriones. La razón para que siempre trate de hacer un esfuerzo, a veces titánico, para mantenerse en pie en sus apariciones públicas hay que buscarla en su obsesión por no acabar en una silla de ruedas como le sucedió a su madre, María de las Mercedes. 

Así lo reveló en 2019 una fuente consultada por EL ESPAÑOL a raíz de un ingreso de Juan Carlos I en la clínica Quirón de Madrid para una revisión. "Tiene unos dolores de cadera insoportables. Ese es todo el problema y la verdad: tiene mala solución. Y esto es una cosa que le obsesiona porque no quiere que nadie le vea en silla de ruedas", dijo.

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De hecho, esa misma fuente relataba que en esa visita al hospital, el Emérito tuvo una reacción sorprendente cuando, al salir del ascensor sentado en su silla, una persona lo reconoció pese a trataba de ir de incógnito. "Vimos a dos personas que le reconocieron al segundo y el Jefe dio un salto para ponerse de pie que yo hacía muchos años que no le veía con esa agilidad. La situación le crea mucha frustración porque él quiere volver a algo que no va a pasar nunca. La edad es la edad y 81 años son muchos", confesó.