No es la hija de un multimillonario como lo era Kate Middleton (36 años), sino de un pobre hombre en bancarrota que ha sido embaucado por la prensa para luego ser denunciado por los propios medios que lo corrompieron. Y, sin embargo, Megan Markle (36) ha hecho de la necesidad virtud. Sin un padrino que la acompañara al altar, exhibió toda la fuerza de una mujer que se basta a sí misma para entrar sola por la puerta grande en la Historia. La primera afroamericana que contrae matrimonio con un miembro de la familia real británica ha estado a la altura de lo que esperaban de ella los británicos, rendidos por completo y de corazón ante ella. 

Meghan Markle, el día de su boda con el príncipe Harry. Gtres

La monarquía nodriza ha vuelto a sacar músculo para organizar la que ha sido considerada por muchos la boda más bella, innovadora y emocionante del siglo. Hasta el diario The Times resume así un acontecimiento que ha servido para "aventar las telarañas de miles de años de historia, y demostrar que, en el corazón de la institución, en el centro de nuestras antiguas tradiciones y creencias más sagradas, por fin se ha producido el reconocimiento de que Gran Bretaña es un país cambiado, con una gran diversidad y capacidad de inclusión, que ya ha llegado y está dispuesta a quedarse para siempre".

Es actriz, está divorciada, y sus padres, como los de Letizia (45), también son una pareja rota. Y sin embargo, el huracán Meghan arrasa en el Reino Unido. Hemos de recordar que algo parecido ocurrió con la actual reina de España. Luis María Ansón (83), el gran gurú de la monarquía española, aventuró un futuro majestuoso para la entonces aspirante a princesa nada más conocerse la noticia del noviazgo. ¿Qué importaba que fuera periodista y no un miembro de una casa real reinante o la hija de un grande de España? El haber estado en contacto con la realidad informativa, su dinamismo profesional y su experiencia de vida podrían servir de mucha ayuda tanto a ella en sus futuras funciones como a su marido.

Letizia Ortiz, el día de la pedida de mano. Gtres

Ni siquiera se puso en cuestión que fuese una mujer divorciada. Letizia fue una de las primeras princesas consortes que rompieron el "convenio colectivo" hasta entonces vigente en las monarquías. Sesudos articulistas versados en asuntos del Tribunal de la Rota argumentaron que afortunadamente su primer matrimonio con Alonso Guerrero (55) había sido por lo civil, con lo cual no había mancha que enmendar. La boda celebrada en Almendralejo en agosto de 1998 carecía de validez a los ojos de la Iglesia. La Razón y ABC justificaron incluso justificó que su otra pareja, David Tejada, se enterara por la tele de que su novia iba a ser la Reina de España. 

No se le había dicho nada "por motivos de seguridad y con el fin de preservar el secreto", fue la excusa utilizada entonces. Meghan no tiene novios recientes, pero sí una familia complicada. La hermana, Samantha Markle (53), sería una especie de tita Henar (60) elevada a la enésima potencia. Una auténtica bomba de relojería. Y el hermano ex convicto podría convertirse, llegado el caso y con una conveniente oferta, en un remedo del primo traidor abogado que escribió Adiós princesa, David Rocasolano. De hecho ya mandó una carta a su cuñado Harry (33) advirtiéndole de que aún estaba a tiempo de echarse atrás. Unas joyitas. Se están comportando como unos dignos representantes de la denominada 'White trash', una expresión algo racista pero muy usada en Estados Unidos para denominar a los blancos pobres y palurdos carentes de las más mínimas nociones de educación y saber estar. La mamá afroamericana de Meghan, en cambio, no ha dado ni un solo motivo de escándalo.

Meghan Markle y Doria Ragland. Gtres

La boda celebrada el pasado sábado ha sido, según el diario The Times, una boda blanca, "pero también una boda negra. Desde el coro de Gospel cantando el Stand by Me de Ben E King hasta el Obispo negro que dio el sermón (…) Estaba todo preparado para transmitir el mensaje de que la herencia racial de la novia no había sido meramente aceptada por la familia real, ansiosa de mostrar sus credenciales liberales, sino más bien como una familia que abraza y aprecia el origen de  la novia, lo celebra y se regocija con él".

El hecho de que la reina de Inglaterra pueda tener un nieto negro carece de importancia en un país donde los británicos de raza blanca ya son minoría en Londres. Otro asunto es si la popularidad de Meghan, como ocurrió con Letizia, puede disminuir con el tiempo. La ventaja de la monarquía británica es que ya está curada de espantos. Resistió los jugueteos en top less de Sarah Ferguson (58) con un amante tejano junto a sus hijas pequeñas, el sexo telefónico entre el príncipe de Gales (69) y Camilla (70) con las inolvidables 'metáforas poéticas' sobre sus tampax, las venganzas públicas de Lady Di, y hasta el divorcio del heredero y su posterior boda con la amante de toda la vida, Camilla. Y sin ningún tipo de censuras.

La realeza nodriza, el buque insignia de las monarquías tiene tal peso histórico que ya navega por propia inercia. Ni un tsunami afectaría a su trayectoria. Tuvieron a Cromwell pero no dos repúblicas tan recientes como la nuestra. Meghan no reinará nunca, salvo que ocurran, Dios no lo quiera, demasiadas desgracias. Harry ocupa el quinto puesto en el puesto de sucesión al trono. El nieto más querido de la Reina, el mismo que escandalizó al mundo al disfrazarse de nazi, el pelirrojo al que pillaron desnudo en Las Vegas con unas bailarinas, ha madurado.

La pregunta es: ¿Está preparada la duquesa de Sussex para lo que se le viene encima? ¿Soportará que los amigos más posh de su marido la miren por encima del hombro como le ha ocurrido en alguna ocasión a Letizia cuando ha querido mostrarse tal y cómo es, especialmente al comienzo de su matrimonio? ¿Había derecho a crucificarla porque, cuando se encontraba a gusto, cogiera las cucharas como si fueran micrófonos para defender con gracia y naturalidad sus argumentos? ¿Ha recibido Letizia todo el apoyo que merecía del entorno de su marido?

La Familia Real en el cumpleaños del rey Juan Carlos. EFE

Nuestros soberanos, tanto los eméritos como los actuales, en esta monarquía con overbooking, están directamente emparentados con la casa real británica. No hay que olvidar que Pablo de Grecia, el abuelo de Felipe VI (50) era primo hermano del duque de Edimburgo (96). Juan Carlos I (80), como la propia reina de Inglaterra desciende como su prima Lilibeht de la legendaria reina Victoria de Inglaterra. Pero no son ellos los que podrían echar un cable a Meghan. Su origen real les coloca por encima del bien y del mal.

Es Letizia, tan cuestionada en la actualidad, la que puede asesorar a la recién llegada a las Cortes Europeas. Recomendarle que no cometa sus mismos errores, advertirle que cuide las relaciones con las parientes pijas  de su marido, si es menester hasta hacerles la pelota, incluso a las políticas, para evitar situaciones como la creada tras el polémico tweet de Marie-Chantal Miller (49), y, sobre todo, que practique el autocontrol. Y que nunca, jamás de los jamases, discuta en público con nadie de la familia. Solo, en todo caso, con Camilla, probablemente los súbditos de Su Majestad se lo perdonarían.

Discusión entre las reinas Sofía y Letizia (subtitulado)

Meghan no necesita de demasiadas ayudas. Cuenta con una ventaja. Es actriz, como lo fue Grace, quien jamás cometió un error… Y un/una periodista, siempre es un/una periodista. Tal vez su problema más grave es lo mucho que añora su profesión. ¿Acabará contándolo todo?

[Más información: Harry y Meghan "quitan las telarañas de mil años de Historia", según 'The Times']

Noticias relacionadas