Hablar en público es una de esas cosas que se hacen cuesta arriba para la mayoría de las personas. Tener que enfrentarte a un auditorio es algo para lo que uno no nace preparado y es normal tener dudas y estar nervioso. Pero para muchas personas es una barrera infranqueable, capaz de desatar temores y síntomas desagradables, creando una crisis de desconfianza hacia uno mismo que puede llevar incluso al pánico. 

Tranquilos, hay formas de superar esta parálisis y de manejar los temores. Con un poco de preparación y conociendo los puntos clave, podemos dejar atrás la ansiedad y afrontar el reto. Después de todo, incluso si no necesitamos hablar regularmente frente a un grupo, hay muchas situaciones en las que la habilidad de oración puede ayudarnos a avanzar en nuestra carrera y crear oportunidades profesionales.

Consejos que debes tener en cuenta antes de hablar en público

Antes de enfrentarnos al público hay varias cosas que podemos hacer para tener éxito:

  • Debemos admitir que estamos nerviosos: hasta los mejores oradores sienten la presión de los nervios antes de una intervención pública. En lugar de intentar calmarnos artificialmente tomando calmantes, es mejor transformar el nerviosismo en energía positiva y entusiasmo. Piensa que si estuvieras completamente relajado, tu intervención probablemente no tendría la misma calidad.
  • Evita equiparar el discurso en público con tu autoestima. Si el problema es que no crees en ti mismo ni en tus capacidades, te damos algunas herramientas para identificar cual es el origen del autoestima baja y las pautas que hay que seguir para superarlo. Son herramientas que sirven para descubrir las limitaciones con las que convivimos y trasformarlas en oportunidades de mejora. Los errores están para aprender de ellos.
  • Practicar: si tienes una grabación de una intervención anterior tuya, puedes visualizarla e identificar los puntos conflictivos. También puedes asistir a conferencias y ver como otros oradores se desenvuelven, aprendiendo sus técnicas.
  • Llega temprano: te ayudará a conocer el entorno y visualizar la audiencia con más tranquilidad. Es importante que entables conversación informal con miembros de la audiencia antes de empezar. 
  • Organizar tu información en un patrón simple que el público pueda reconocer fácilmente, usando diversos tipos de material como ejemplos, estadísticas o citas para que el interés no decaiga.
  • Organizar el discurso de forma estructurada. Utiliza la introducción como un medio para fijar las expectativas de la audiencia y ten lista una conclusión no sólo para resumir las explicaciones y poner un punto final, sino también para ir directo a ella si ves que se te acaba el tiempo. Eso no significa que tengas que ceñirte a un guión rígido. Todo lo contrario. La estructura ha de ser simple y variada en su forma y contenido.

Consejos que debes tener en cuenta en el momento de la exposición

  • Intentar mantener una actitud dinámica, variando el tono y la intensidad de la voz y haciendo el mayor uso posible de tus manos para transmitir la información. Ten presente que el lenguaje corporal es tan importante como el hablado, pero intenta no pasearte por el escenario ni jugar con objetos o con tu pelo ya que distraes a la audiencia y das muestra de inseguridad.
  • Plantar tus pies: tus pies han de estar bien fijados en el suelo. Eso te transmite equilibrio físico que se va a ver reflejado en tu equilibrio emocional. Por otro lado, también debes evitar cruzar las piernas si estás de pie.
  • Respirar: una inspiración profunda cada pocos minutos, no sólo te ayuda a relajarte, sino que te permite fijar el ritmo de la exposición. 
  • Dirigirse a una persona individual de la audiencia: esta es una técnica muy efectiva. Mientras que dirigirse a un grupo numeroso suele intimidarnos, hablar con una sola persona es lo más normal del mundo para la gran mayoría. Por eso, puedes escoger a alguien de la audiencia que te de confianza y hacer como si te dirigieras exclusivamente a ella, como si el resto no estuvieran presentes.
  • Utilizar un soporte audiovisual: con una proyección desvías la atención de tu persona, ilustras los contenidos de tu exposición y haces la exposición más amena para el espectador.
  • Equivocarse a propósito. Si el problema reside en un temor tan grande que provoca no poder reaccionar como nos gustaría, puedes seguir nuestros consejos para identificar tus miedos y superarlos, evitando así su aparición. Cuando hayamos superado el temor a cometer errores en público, estaremos preparados para equivocarnos "a propósito". Puede sonar paradójico pero cometer errores "tontos" como no encontrar un papel o dejar caer algo al suelo, pueden hacer que el ambiente sea más distendido y acercarte a tu audiencia. De la misma manera, los chistes y las bromas, facilitan romper la barrera que te separa del público.
  • Fijarse en los espectadores que asienten a tus palabras y concentrarse en ellos: no hay nada que provoque una mayor sensación de seguridad que tener interlocutores que captan tu mensaje. Y con mayor seguridad, tu mensaje se hace más claro y aumenta el número de espectadores receptivos.
  • Demostrar dominio en el tema: si bien el humor puede hacer que te ganes a la audiencia y que te sientas cómodo, no sirve de nada si te ven dudar de tus conocimientos. Cuanto más sepas de la temática de la que hablas, más seguro te sentirás. Por eso, siempre debes intentar comunicar alguno de tus pensamientos personales sobre el asunto, que debes tener preparados de antemano, para que el público perciba que estás implicado a un nivel profundo, no sólo recitando unos conocimientos.
  • No asustarse por un momento de silencio: en el contexto de un discurso público el silencio puede resultar atronador, pero, tarde o temprano, cualquier orador pierde el hilo de su discurso. Es el momento de respirar profundo y dejar que la audiencia asimile lo que acaba de escuchar antes de volver a centrar su atención en tus palabras.
  • Prepararse para el error: incluso los oradores más experimentados cometen errores a menudo. Puede ser que un proyector no funcione o que no encuentres unos datos. Para estos momentos embarazosos debes tener una salida preparada, como una anécdota, que no sólo te permita reconducir la situación, sino que, además, proyecte la sensación de que llevas el control.

Hay muchas más técnicas que podríamos compartir, pero con las que hemos mencionado y con la práctica, enfrentarse a una audiencia sin sucumbir al pánico está al alcance de cualquiera.