Con la llegada del otoño, muchos de los parajes naturales de Castilla y León se tiñen de dorado, con tonos ocres y miel. Los bosques de castaños se transforman para ser una de las estampas más deseadas por los amantes del campo. Y llega la codiciada época de las castañas.
Condé Nast Traveler, una de las revistas de naturaleza más prestigiosas de nuestro país, ha elaborado una lista con los castañares más mágicos de España. Y entre ellos ha situado a uno que se ubica en Castilla y León, en concreto en la provincia de Ávila.
Los árboles centenarios de los castañares son objeto perseguido por muchos, para vivir verdaderos momentos de tranquilidad, en conexión con la naturaleza. También es destino habitual de fotógrafos, que buscan en estos espacios las mejores instantáneas que representan esta época que resalta por los colores brillantes en contacto con la luz.
En total, la revista ha escogido ocho castañares de nuestro país, que recorren de norte a sur y de este a oeste todo el territorio español. El Souto de Rozavales (Galicia), El Genal (Andalucía), Hervás (Extremadura), O Courel (Galicia), Montseny (Cataluña), Rincón de Ademuz (Comunidad Valenciana) y Pendes (Cantabria), conforman la lista.
Más el castañar de El Tiemblo, en Ávila. Con el estatus de, probablemente, el "más famoso de Castilla y León y también uno de los más fotografiados de España", la revista se ha decantado en el número 1 de su lista por este emblema natural.
Emplazado en plena Reserva Natural del Valle de Iruelas, a solo una hora y media de Madrid, Condé Nast Traveler elige este bosque que "parece sacado de un cuento".
Algunos de los castaños monumentales que dan sombra al lugar tienen más de 500 años, como el 'Abuelo', un gigante de 16 metros de perímetro que sirve como resumen de toda la historia del bosque.
La revista explica que durante este mes de octubre, las sendas se cubren de hojas doradas, a la vez que el aire evoca la mezcla de la resina, humedad y el tiempo parado.
Se puede recorrer el bosque a través de una ruta circular de unos cuatro kilómetros, avistando los rincones más bellos y llegando hasta los miradores donde se puede observar el pantano del Burguillo.
Tras la caminata, invitan a hacer una parada en la localidad de El Tiemblo, para no perder la oportunidad de probar sus patatas revolconas o el chuletón de Ávila, acompañado de un vino de Cebreros.
Además, durante los días de magosto, el humo y las brasas de las castañas asadas transforman la plaza del pueblo en una fiesta sencilla, pero que asegura recuerdos inolvidables, según destaca la revista.
