Todos los alumnos de la Universidad deben hacer una gran elección cuando llegan al tercer curso de la carrera: ¿me voy de Erasmus o no? Una decisión que puede causar miedos y angustias, pero que deja una gran huella en todos aquellos que se atreven a realizarla. Es el caso de Mario Rivero, estudiante de cuarto de Administración de Empresas en la Universidad de Valladolid y que, hace aproximadamente un año, decidió que el final de su carrera lo iba a “disfrutar” en Lublin, en Polonia.

Un país que para nada ha sido elegido por descarte. Las ciudades polacas son bien conocidas por todos los estudiantes universitarios por una razón muy simple: hay mucha fiesta y muy barata. No solo en Varsovia, urbes con menos población o alejadas de la capital también destacan por este reclamo turístico, es el caso de Cracovia, Wroclaw o Gdansk. Sin embargo, como bien aclara Rivero, “Lublin tiene mucha fiesta, no es de los que más, pero la hay”. Una ciudad que no despunta especialmente en el mapa polaco, pero sí al compararlo con Castilla y León.

Lublin en la actualidad tiene casi 340.000 habitantes, una cifra algo superior a la ciudad de Valladolid, que roza los 300.000. Es la novena ciudad más grande del país, y actividades de ocio no les faltarán a los estudiantes que la elijan como destino de su Erasmus, especialmente a aquellos interesados en la historia de la II Guerra Mundial, que vivirán en este país del este europeo una experiencia única.

Pero no todo en los Erasmus es fiesta. Viajar es uno de los reclamos más interesantes para los estudiantes universitarios, que además encuentran en Polonia el país perfecto por su gran posición geográfica e infraestructura de transportes. En España estamos acostumbrados a que todos los viajes que se realicen fuera del país tienen que ser en avión. Sin embargo, los polacos cuentan con un sistema ferroviario que les permite ir a todos los países con los que comparten frontera, algo que llama especialmente la atención de los entusiastas de los viajes.

Mario Rivero ha visitado muchos de los países o ciudades colindantes: Austria, Budapest, Praga, Bruselas, Noruega, Grecia… Eso sin contar las muchas urbes polacas. Todo a un precio que sorprendería a más de un español. Billetes de tren, no solo a ciudades del propio país, sino a otras cercanas, que muchas veces salen a un precio inferior de lo que cuesta un viaje Valladolid-Madrid. El bajo coste de visitar otros países sumado a las ayudas que reciben los Erasmus, lo coronan como una experiencia indispensable para todo universitario. Incluso teniendo en cuenta la situación de conflicto que vive el país colindante, Ucrania, no ha empeorado la situación y sigue permitiendo hacer viajes con facilidad: "No se ha notado realmente, hay muchos ucranianos, mucha gente ayudándoles, un poco de colapso al principio, pero ahora está tranquilo".

Las becas del Gobierno y de la Junta de Castilla y León permiten a alumnos con un poder económico más bajo disfrutar de esta vivencia. Según Rivero, los que decidan ir de Erasmus reciben cerca de 3.000 euros entre ambas ayudas durante toda la estancia, aunque dependerá en cada caso particular. Teniendo en cuenta que los gastos medios estimados por el estudiante son de “unos 600 euros mensuales”, en los que entran vivienda, comida, gas, agua y viajes, estaríamos hablando de que casi cinco de los nueve meses son pagados con ayudas. Un apoyo financiero que hay que devolver en caso de suspender varias asignaturas, algo complicado pues según Mario Rivero “académicamente es más fácil, no es ningún secreto que fuera de España es así, y en Polonia más”.

Puede que todas las ventajas citadas hasta ahora no sean suficiente para animar a alguien a disfrutar de la experiencia, por lo que el estudiante de ADE despeja aún más las dudas y cuenta que él “no conocía a nadie, no sabía lo que era vivir solo, pero que no es tan complicado, en nada te acostumbras y haces grupo con los de la residencia”. Que todos aquellos que tengan dudas vayan de Erasmus “100%, que se animen, que merece la pena”.