Guijuelo, con toda lógica y justicia, se salió con la suya, a pesar de las presiones, zancadillas y caciques que evitaron a toda costa que este estupendo espectáculo no se celebrara. No entramos en otras cuestiones, sí en que la novillada picada de este interesante y acertado Ciclo de Novilladas de Castilla y León, fue ajeno al Ayuntamiento de Guijuelo -que muy bien hizo ceder la plaza- ya que fue apoyado por la Consejería de Cultura y Turismo y promovido por la Fundación Toro de Lidia, siendo organizador Servicios Taurinos del Duero. Muy bien hizo, más que mejor la Consejería de Cultura y Turismo y, aplausos fuertes a la organización por tan bien como salió el festejo. Lo demás, chiquillerías provincianas y pataletas del que se cree que tiene todo y, a la larga, su poder es efímero.

Pero vamos a lo nuestro, con la aquiescencia del amigo Gonzalo Santonja, que no se pierde una, y también de los amigos de TVCyL La 7 por el buen trabajo en difundir la fiesta y, cómo no, a Nacho y Ángel que tan bien están llevando toda la organización con todo lo que ello conlleva en estos tiempos de COVID. Ahí están los resultados. Todas las tardes lleno de público -es decir, las localidades permitidas para guardar la distancia de seguridad sanitaria- y todas las tardes éxito en el ruedo.

Quería haber comenzado esta crónica con Salinero 'el presidente', a quien Diosleguarde no le tendrá mucha simpatía. Le gateó, en el más claro sentido de la expresión, una oreja que lo hubiera convertido en el triunfador de la tarde. Cortó dos a su primero y una sola -injustamente- en el quinto. No sabemos qué cuestiones sopesó el señor Salinero para escamotear un trofeo ante la abrumadora petición del mismo por los aficionados. Dicen que la Fiesta es el espectáculo más democrático. No. Las normas que rigen la Ley General Taurina deben modificarse, por el bien de la Tauromaquia, y que sea el público -quién a la larga es el que paga- el que apruebe o deniegue trofeos. No se puede dejar al arbitrio de una sola persona con sus filias y sus fobias y, quién sabe, con los escasos conocimientos de la lidia que tienen la inmensa mayoría de los presidentes que nos encontramos por esas plazas de Dios. 

El caso es que disfrutamos de una gran tarde de toros en Guijuelo. Un coso bonito, bien cuidado y que tiene su encanto para los profesionales y los aficionados. Eso sí, señor Salinero, no se percató de que el tendido estaba lleno de aficionados y profesionales que, como entenderá, bien supieron discernir la paja del grano.

Una novillada en la que se lidiaron seis utreros de Garcigrande/Domingo Hernández, que tanto monta monta tanto, de gran juego, en línea con esta ganadería de éxitos. Nobles, manejables y bien presentados. Eso sí, hubo un primer novillo que fue todo un primor de derroche de fuerzas, nobleza y embestidas. Por ello, ciertamente señor Salinero, se le dio la vuelta al ruedo. Esta casa ganadera, con Justo a la cabeza, no deja de dar estupendas tardes de toros, por eso mismo, se los rifan las figuras.

Tres novilleros cada uno a su gusto. Debutaba con caballos el vallisoletana José Manuel Serrano, que llegaba con un pie en Mojados y con otro en La Pedraja de Portillo -tierra de festejos taurinos populares- pero formado en la Escuela de Tauromaquia de Salamanca -a ninguno de cuyos integrantes, llámense profesores o alumnos, vimos por Guijuelo ¿por qué sería?-. Cortó una oreja al tercero, el utrero más complicado en cuanto no tenía la embestida limpia, pero el chaval lo supo meter en el engaño y demostró tener técnica y en momentos gusto. La pena fueron los aceros, ya que tuvo que descabellar. En el sexto, ya la noche entrada, el debutante no tuvo suerte con el descabello, pero dejó atisbos de conocimiento de la lidia y también patentó series con interés estando siempre por encima del novillo.

Antonio Grande, que cortó dos orejas al primer utrero -el mejor de toda la tarde- estuvo en su línea, con pellizco, gusto, estética y, además, lo vimos más 'hecho' que en ocasiones anteriores con mucha cabeza y desarrollo. Cuando consiguió encelar al animal, arrancó series de muletazos profundos y de buen pincel. Toreo variado por los dos pitones que, como decíamos, le da ese estupendo toque de madurez. Pinchó una vez, pero aún y así el señor Salinero le dio las dos orejas. En el cuarto no anduvo tan fino, aunque arrancó una oreja, tardando algo en acoplarse a una embestida que no era tan continua y dulce como la del primer novillo. Quizás fue un toreo más voluntarioso que artístico, pero es lo que daba el de Garcigrande. 

Manuel Diosleguarde cuajó la mejor faena de la tarde al quinto novillo, al que picó estupendamente Alberto Sandoval. El brindis a la madre y a la hermana pequeña le vino como al pelo, aunque Manuel cometiera un error de Primaria -al toro nunca se le debe perder la cara, ¡menudo susto! que quedó en nada pero le pudo costar muy caro-. El novillero se gustó con una faena plomiza, honda, variada y muy bien llevada por ambos pitones y, al final, rematada con la mano izquierda en varias series en las cercanías de mucho valor y hondura. Mató de una estocada fulminante. Y Salinero que ni se enteró, quizás fuese porque desde el Palco la noche era más oscura. Pero el público pedía y pedía... Al final, una oreja, pero en el albero de Guijuelo quedó el poso de una intensa faena a un novillo que exigía de Justo Hernández. En el segundo, pechó con el menos malo, un novillo que no transmitía por mucho interés que pusiera el novillero, aunque logró enjaretar varias series por el pintón derecho. La estocada ya de por sí valía la oreja.

Quién nos iba a decir, a estas alturas de la vida y la profesión -cuando parece que ya estamos de vuelta de todo- que asistiríamos a un festejo taurino de luces el ¡31 de octubre!, cuando Los Santos, y además con sol de 21 grados. Ciertamente que es un año incierto al que todos deseamos que pase a mejor vida y quede ahí posado, en lo alto del campanario, como un mal sueño, ay!

FICHA DE LA CORRIDA

Plaza de toros de Guijuelo. Lleno con las restricciones marcadas por las autoridades sanitarias, unas 300 entradas, en tarde de otoño caluroso. Primera de las dos novilladas picadas del Ciclo Castilla y León. Festejo retransmitido en directo por RTVCyL La 7.

Se lidiaron seis utreros de Garcigrande/Domingo Hernández, bien presentados, con cuajo y nobles, destacando el primero que dio la vuelta al ruedo.

Antonio Grande: dos orejas y oreja.

Manuel Diosleguarde: dos orejas y oreja con fuerte petición de la segunda.

José Manuel Serrano: Oreja y ovación.

Bien en la brega del primero Roberto Blanco, y destacado puyazo de Alberto Sandoval al quinto.

GALERÍA DE IMÁGENES