Con una tendencia creciente inacabable en contagios, presión hospitalaria y mortalidad pese a las medidas interpuestas por la Junta de Castilla y León, el coronavirus ya aboca a la población a un confinamiento domiciliario que la consejera de Sanidad, Verónica Casado, ha calificado como "programado", de manera que se pueda vigilar cada dos semanas para conocer su funcionamiento. 

Este, más allá de que, en principio, sería más liviano, al estilo de Francia y Alemania donde también se puede tomar el aire aunque con restaurantes, bares y comercios no esenciales cerrados, se antoja que puede llegar al menos a la comunidad de Castilla y León ya en la primera quincena de septiembre. Tendrá que ser, eso sí, a partir del 9 de noviembre ya que el actual estado de alarma aprobado no permite estos confinamientos, como ya afirmó el propio ministro de Sanidad, Salvador Illa. 

De esta manera, como afirmó la consejera de Sanidad en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, se pidió por parte de Castilla y León que a partir de este día se le permita a las comunidades confinar domiciliariamente a la gente en sus casas para cortar la transmisión del virus de la única forma que, de momento, han podido hacerlo. 

Y es que el resto de medidas, aunque han podido funcionar en algún momento y en municipios determinados, lo cierto es que no están dando el resultado esperado. Los polémicos confinamientos perimetrales municipales no han funcionado en León, Palencia o Salamanca, donde la inciencia ha crecido claramente pese a ellos, mientras que el toque de queda, con cinco días efectivos, pese a que el primero de ellos fue tumbado por el TSJCyL tampoco está provocando ningún cambio. 

La tendencia, han explicado desde la Junta la propia consejera y el vicepresidente, Francisco Igea, sigue subiendo en todas las provincias y ya solo una capital, Soria, se encuentra por debajo de los 500 casos por 100.000 habitantes en 14 días. Incluso hay dos, Salamanca y Burgos, que ya doblan este primer parámetro que se puso en su día para los confinamientos perimetrales. Superan el millar y la incidencia, de hecho, se ha multiplicado por dos en poco más de una semana. 

Con los hospitales cada vez más colapsados y, sobre todo, con los ejemplos que llegan desde Alemania o Francia, al que, por cierto, se han calcado las medidas con toque de queda inoperante incluido, no parece que España, y especialmente Castilla y León, pueda seguir otros caminos. 

No en vano, la propia Junta lleva ya más de una semana avisando sobre el confinamiento que, aunque aseguran no quieren hacerlo, parece la única manera de evitar más muertes "de las que ya está habiendo, que son suficientes", como afirmó Igea. 

Así, la Junta basa sus decisiones, según las palabras de Igea y Casado, en la tendencia que continúa a las medidas que se toman y es evidente que, al menos de momento, no hay ningún viso de que cambie. El propio Igea lo ha dicho abiertamente: "Parece que no va a bajar lo suficiente". De esta manera, aunque el cambio de tendencia se ve en "siete o diez días", ya están preparando a la población para lo que viene. 

El martes se aprobará el semáforo que salió del Consejo Interterritorial del pasado jueves, 22 de octubre, y tras ello se volverá a poner el reloj en cero. En otros siete o diez días "si podemos" se verá la tendencia y, entonces, habrá que confinar. Si no es antes, ya que los hospitales marcan el futuro y ya se encuentran en una complicada situación. Y aunque Igea valoró positivamente la posibilidad de que sea a nivel nacional, avisó de que, independientemente de ello, desde la Junta "tomaremos las medidas que tengamos que tomar". "Nos cargaremos con los desprecios que sean necesarios pero no pondremos la vida de nuestros ciudadanos en juego para ganar unas elecciones".