Este 15 de octubre se celebraba el Día Internacional del Duelo por muerte Gestacional y Perinatal y NoticiasCyL Valladolid les acercaba la historia de Gema y Pablo, dos padres que han tenido que pasar, hasta en dos ocasiones, por la pérdida de un hijo antes del parto. 

Hablamos con la psicóloga perinatal vallisoletana, Isabel Villanueva, sobre este drama silencioso, el duelo que conlleva y muchas cosas más en esta entrevista.

Pregunta. Este sábado, 17 de octubre, se celebra en Valladolid un acto muy emotivo en ‘El Día del Recuerdo’, recordando precisamente una realidad que muchas madres y familias viven en silencio.  ¿Cuántos años lleva celebrándose?



Respuesta. El Día del Recuerdo se celebra en todo el mundo el 15 de octubre. Fue una iniciativa del presidente Ronald Reagan en 1988 para reconocer el lugar que ocupan las madres y padres que han perdido a sus hijos. Para dicho estado no tenemos una palabra propia, como si la tenemos para otras pérdidas (viuda, huérfano, etc), lo cual indica la escasa visibilidad que este duelo tiene todavía en el mundo. En España fue la Asociación Umamanita en 2009 quien empezó en Madrid a celebrarlo. Este año, por primera vez vamos a celebrarlo en Valladolid.

P. ¿Cuántos bebés pueden fallecer al año en España durante el parto?



R. Las cifras oficiales se pueden consultar en el INE (tasa de muerte perinatal). En 2019 la tasa por cada mil nacidos en España fue de 4,65. En Castilla y León es superior, de 6,19 por cada mil nacidos. Estos datos son estimativos ya que hay muchas pérdidas tempranas que no se declaran ni se registran ya que en España no hay obligación legal de inscribir muertes anteriores a 180 días (menos de 26 semanas). Desde hace años se observa la infradeclaración de datos, al cotejar los datos de los hospitales con los de los registros y observando la complejidad en registrar y clasificar las muertes, por lo que resulta complicado calcular con exactitud la tasa de muerte perinatal en España.

P. ¿Cuál es la causa más común de este tipo de fallecimientos?



R. En muchos casos se desconoce la causa de los fallecimientos de los bebés intraútero. A menudo las autopsias no encuentran una causa clara de este fallecimiento, aunque los patólogos suelen apuntar hacia la placenta. En el parto las situaciones de muerte pueden ser debidas a complicaciones en el propio parto y también hay un grupo de bebés que presentan complicaciones que hacen muy difícil la vida y que ingresan en neonatos falleciendo varios días después de nacidos. En algunos casos las familias conocen estas complicaciones mientras transcurre el embarazo y se añade al dolor de despedirse del bebé querido el incluso decidir la interrupción del embarazo por motivos médicos.

P. Tiene que ser muy duro acudir a consulta después de perder a un bebé en el parto. ¿Con qué se encuentra en la primera consulta?



Hay personas que vienen a consulta psicoterapéutica empujadas por su familia, que tiene miedo que la madre siga llorando pasadas las semanas y que pueda “desarrollar una depresión”. En estos casos, la consulta de terapia es un espacio seguro donde poder llorar, hablar del hijo perdido, elaborar lo ocurrido sin juicios ni prisas, normalizar los síntomas, trabajar la culpa, revisar las redes de apoyo y si hay algún otro duelo superpuesto o asunto paralelo.

En algunos casos, la mujer solo necesita esta normalización y escucha puntual y acude a una o un par de sesiones, se siente con recursos para transitar su duelo, en otros casos las personas son acompañadas durante todo el proceso. En otros casos, el duelo se ha atascado y ha derivado en un duelo patológico, aquí, el acompañamiento terapéutico es importante y el proceso puede ser más largo.

P. ¿Cómo llevan los afectados este duelo de alguien al que realmente no han podido ni ver?



R. Esta es una de las razones por las que este es un duelo a veces más complejo. Lo que se pierden son posibilidades, deseos,  el bebé imaginado, los proyectos fantaseados, la posibilidad de tener descendencia, el amor a entregar. Hace años se creía que cuanto antes se le “olvidara” a la madre y se ocultara lo que sí que ha pasado, esto la iba a ayudar en el duelo, y ahora sabemos que esto no es así. Aunque la pérdida se produzca en un estadio temprano de embarazo, la persona puede sentir una gran tristeza y necesitar transitar su duelo. No ayuda hacer como si nada ha pasado, las familias suelen querer hablar de su bebé, nombrarlos y sentirse madres y padres. El conservar recuerdos de la estancia en el hospital, a veces incluso fotos si son posibles, objetos para el bebé es positivo, ayuda a validar que esto ha pasado. Aunque el tiempo compartido haya sido breve, el amor desplegado ha sido muy grande y esto hace falta integrarlo en la propia vida.

P. ¿Cuál son las recomendaciones para que poco a poco vayan saliendo de este pozo?



R. La muerte forma parte de la vida, a veces este duelo es una oportunidad para la persona de profundizar en esta vida, de aclarar las prioridades, de vivir con más conciencia. La despedida duele y despedir a un hijo deseado duele mucho. No hay recetas ni tiempos marcados para este proceso de dolor, en general tener buenos apoyos, personas que no juzguen ni saquen a la persona de sus emociones, que escuchen y estén disponibles. Suele ser un buen recurso de ayuda. Compartir con personas que han vivido una situación similar y están en otro lugar del proceso también suele dar esperanza de futuro, de que este dolor algún dia se calmará.

La medicación no suele ser indicada, calmar la tristeza y el dolor mediante fármacos lo que hace es demorar el proceso de duelo y que este se despliegue más tarde, en su retirada, cuando ya no suele haber tanto apoyo social ni tanta comprensión del entorno.

P. Al final acaba siendo una muerte y nunca se supera del todo…



R. Así es. Yo suelo utilizar la metáfora de una herida, durante un tiempo sangra y duele, cuando se va cerrando ya no molesta tanto pero está, siempre está. Habrá momentos donde vuelva a señalar su presencia, va haciéndose más pálida e integrándose con la persona, pero no desaparece, ocupa un lugar menos central. Vistas con perspectiva, las cicatrices forman parte de uno, nos construyen e incluso pueden ofrecernos aprendizajes y apoyos.

P. ¿A cuántas personas trata en Valladolid usted en este momento con este problema?



R. En consulta individual suelo tener una o dos personas que vienen por este tema, no todas las personas necesitan acompañamiento psicoterapéutico individual  y como comentaba antes a veces sólo vienen buscando calmar el miedo de “caer en una depresión”, que es un trastorno diferente a un duelo, o normalizar lo que sienten y les asusta.



P. ¿Qué importancia tienen los grupos de apoyo?



R. Los grupos de apoyo son otro espacio diferente a la consulta psicoterapéutica. Este espacio facilitado por tres profesionales, Ana Cuevas, Begoña Becoechea y yo misma lo ofrecemos integrado en la red ‘El Hueco De Mi Vientre’ y es un espacio mensual gratuito. Este es nuestro tercer año, vienen familias de toda Castilla y León y también otras facilitadoras de otras provincias que quieren abrir estos espacios en su localidad.

P. ¿En qué consisten y cómo se desarrollan?



R. Las familias contactan con nosotras antes, solemos quedar previamente con ellas para conocerlas y acogerlas. El día del grupo nos reunimos en círculo, solemos ser entre 10 y 15 personas, les damos la bienvenida y la persona que quiera puede empezar a  hablar. Este es un espacio de respeto, por los tiempos propios y por lo compartido. Hay personas que no quieren compartir, están y escuchan, otras necesitan contar su historia y sus vivencias, el grupo escucha, hay silencio y calma, a veces tristeza y emoción. Cuando terminamos salimos todos con una sensación más ligera, con el corazón abierto y con más ganas de vivir. Creo que el grupo nos da pertenencia, comunidad y escucha y es un lugar donde no te sientes rara ni juzgada sino comprendida y acogida. Para las facilitadoras también este grupo es un lugar de enriquecimiento y de encuentro.

P. ¿Es este uno de los dramas más silenciosos de nuestra sociedad?



R. Sí que hay silencio con este tema ya que no se nombra, no se habla de ello, se minimiza el dolor… Hay mujeres que dicen que nunca pensaron que esto pudiera ocurrir y cuando preguntan a su alrededor descubren a muchas  familias que han vivido esta pérdida. La muerte es una realidad, forma parte de la vida aunque esté tan cerca del nacimiento. Por ello es importante visibilizarlo para también saber que el dolor y la tristeza son emociones humanas normales, normalizarlo y sobre todo acercarnos con más respeto y tranquilidad.

P. ¿Qué recomendación le daría a alguien que ha pasado por ello?



R. Que se respete, que sea su propia guía para el duelo, que busque apoyo, en una persona con las orejas abiertas y el corazón caliente. Que sepa que no está sola y que lo que ha ocurrido no es su culpa, que lo que la pasa es normal ante un suceso muy doloroso e inesperado. Que si lo necesita busque apoyo, esto no es un acto de debilidad sino un cuidado a una misma. Poco a poco irá encontrando un lugar en su corazón para su bebé fallecido. Que respete su tristeza y sus tiempos. Y lo mismo le diría al padre, a los abuelos, que a veces son los olvidados que también viven la pérdida y no pueden sumergirse en su dolor por sostener a la madre.