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Por primera vez en muchos años, José Rafael Velásquez Reyes se siente en casa. En el pequeño pueblo zamorano de Trabazos (838 habitantes), en el corazón de la comarca de Aliste, ha encontrado junto a su esposa, Inessa Paoly Montero Mora, y sus tres hijos (Sebastián Antonio, de 14 años; Santiago Rafael, de 8; y Salvador José, de 4) una vida estable y tranquila.

La suya es una historia de miedo, de huir, de sobrevivir y, finalmente, de calma. Venezolano de nacimiento e ingeniero mecánico de profesión, José Rafael abandonó su país en 2018. "Por la situación de violencia que todos vivimos en Venezuela", explica.

No sufrió agresiones directas, pero sí una durísima persecución política. "Nunca estuve con el gobierno. Militaba en la oposición y poco a poco me fueron cerrando las puertas. No podía trabajar ni hacer trámites. Estaba vetado", relata.

Con su esposa y sus dos hijos mayores, ya que el pequeño aún no había nacido, emprendió un viaje hacia el sur. Perú se convirtió en su refugio, aunque no por mucho tiempo.

Los "tentáculos" del temido grupo terrorista Tren de Aragua llegaron al país peruano y así "empezó a haber mucha xenofobia contra los extranjeros y la delincuencia aumentó. Muchos venezolanos sufrimos las consecuencias", recuerda.

Huida a España

En 2023, José Rafael decidió dar un nuevo paso para proteger a su familia emigrando a España. Llegó solo, con la esperanza de reconstruir su vida. Parte de su familia lo recibió en Madrid y comenzó a tramitar el asilo y a buscar trabajo. "Todo era precario, muy caro y muy estresante", confiesa.

Fue entonces cuando descubrió, por casualidad, el programa 'Mi pueblo acoge', una iniciativa pionera de la Diputación de Zamora en colaboración con la Fundación Talento58, que busca asentar población, principalmente latinoamericana, en los pueblos de la provincia.

"Vi una publicación en Instagram y rellené una planilla de registro. Me contactaron y me hablaron del proyecto para repoblar los pueblos, junto a las diputaciones. Me pareció muy bien. Yo siempre he preferido la vida tranquila del campo", cuenta.

En diciembre de 2024 llegó a Trabazos, este precioso pueblo fronterizo con Portugal. Lo recibió Javier Faúndez, alcalde del municipio y presidente de la Diputación de Zamora. "Su gente me recogió en la estación de Renfe, me trajo hasta aquí y me ayudó a instalarme. Desde el primer día me sentí acompañado por ellos", relata el venezolano.

Un hogar en Aliste

Los primeros meses los pasó solo, alojado en una habitación. Consiguió empleo como obrero en la construcción y, poco a poco, fue ahorrando para traer a su familia. "Cuando ya tenía todo listo, lo comuniqué a la fundación y al casero. Me ayudaron a buscar una casa más grande para poder recibirlos", detalla.

José Rafael, Inessa Paoly, Sebastián Antonio, Santiago Rafael y Salvador José en Trabazos Cedida a EL ESPAÑOL Noticiascyl

En febrero de 2025, un año después de su llegada, Inessa y sus niños aterrizaron en Zamora. Fue el final de un largo y doloroso calvario, del que por fin veían la luz. "Mis hijos y mi esposa ya tienen su NIE, la tarjeta de familia numerosa, y ella recibirá pronto su permiso de trabajo", explica.

Para todo esto, la Diputación y la fundación les han acompañado en todos los trámites. "Incluso aquí en el ayuntamiento tenemos una ventana abierta para hacer gestiones sin tener que ir hasta Zamora capital", añade José Rafael.

El venezolano reconoce que el cambio ha sido grande, pero positivo. "El mayor se adaptó enseguida al instituto", cuenta José Rafael. Ahora, los tres hermanos estudian en Alcañices, a donde los lleva cada día el transporte escolar. "Ya tienen amigos de varios pueblos. Se han adaptado bien, aunque todo sea nuevo. Vienen de ciudades grandes, pero aquí hay más calma y seguridad. Eso no tiene precio", recalca.

De ingeniero a carnicero

Para él, el cambio también ha sido grande. En Venezuela fue ingeniero mecánico; en Perú, conductor de tráileres; en Madrid, "manitas cobrando en negro". Ahora, en Trabazos, trabaja en la carnicería del pueblo.

"Empecé sin saber nada. Me corté varias veces, pero ya me salen bien los filetes y las chuletas", dice entre risas. "Trabajo con el hijo de mi casero, que tiene un minimarket y una carnicería. Estoy contento", reconoce.

José Rafael y sus tres hijos esperando el autobús en Trabazos Cedida a EL ESPAÑOL Noticiascyl

A la tranquilidad del empleo se suma la estabilidad que le da contar con coche propio y el permiso de conducir español. "Tuve suerte de poder canjear mi carné de Perú, porque aquí hay que tener vehículo sí o sí", explica.

Su objetivo a medio plazo es homologar su título universitario. "Mi campo es el mantenimiento industrial. Quiero ejercer en lo mío, quizá en Valladolid, Zamora capital, en Toro o en Benavente. Pero vivir, quiero seguir viviendo aquí, en Trabazos", recalca.

La vida en el pueblo

José Rafael valora especialmente la hospitalidad de los vecinos de Trabazos desde el primer día. "La gente es muy acogedora", explica. La familia ya participa en las fiestas y tradiciones de la comarca de Aliste, una zona de raíces profundas y costumbres muy arraigadas. "Vivimos el verano con las fiestas del pueblo, la feria del burro en San Vitero y ahora esperamos el magosto. Todo nos gusta", explica.

Sebastián Antonio, Santiago Rafael y Salvador José en Trabazos Cedida a EL ESPAÑOL Noticiascyl

Quizá lo que más les sorprende son las mascaradas, pero reconocen que les gustan mucho y que "poco a poco nos vamos integrando".

También se asombra de la conexión con Portugal. "Aquí la frontera no se nota. Muchos hablan portugués y mis hijos lo están aprendiendo en el colegio. Está dentro del plan educativo. Aprender otro idioma es una maravilla", explica.

Para esta familia, que vivió apagones y estuvo incomunicada en multitud de ocasiones en Venezuela, en Trabazos no faltan servicios básicos. "Tenemos buena señal, fibra, tienda, transporte. No hemos tenido problemas", explica.

Un refugio tras el ruido

Tras años de inestabilidad y desplazamientos, José Rafael siente que, al fin, ha encontrado un lugar donde echar raíces. "He pasado por muchas cosas. Venezuela, Perú, Madrid. Aquí por fin hay paz. Aquí mis hijos pueden crecer sin miedo".

José Rafael, Inessa Paoly, Sebastián Antonio, Santiago Rafael y Salvador José en Trabazos Cedida a EL ESPAÑOL Noticiascyl

Sus padres siguen en Venezuela. "No quieren salir. Solo quieren visitarnos. Dicen que mientras nosotros estemos bien, ellos están tranquilos". Los llama cada semana y les cuenta cómo es la vida en el pueblo. "Les digo que esto es pequeño, pero muy bonito", explica.

A veces, cuando sale de la carnicería al atardecer y mira los montes de Aliste, siente que el viaje ha merecido la pena. "La tranquilidad no tiene precio", repite. "Después de todo lo que pasamos, poder vivir en paz, ver a mis hijos estudiar, tener una casa y trabajo, eso es una bendición", finaliza.