La Junta de Castilla y León ha ordenado en la noche de este martes la evacuación preventiva de las localidades sanabresas de Ribadelago Nuevo y Ribadelago Viejo, donde según el censo residen alrededor de un centenar de personas.
Los vecinos han sido trasladados hasta el Centro de Transportes de Benavente después de que el humo y la rápida evolución de las llamas comprometieran la seguridad de ambos núcleos.
La decisión de desalojar se tomó alrededor de las nueve de la noche, después de que el incendio declarado en Porto, que durante buena parte del día se mantuvo contenido, se desbordara bruscamente debido a un giro repentino del viento.
Las rachas, que alcanzaron los 80 km/h, hicieron saltar las líneas de defensa y empujaron el frente de fuego desde la zona de Garandones hacia La Fraga, poniendo en riesgo directo a las dos poblaciones ribereñas del Lago de Sanabria.
Un fuego “muy extraño”
Miguel García Rodríguez, director técnico de extinción, reconoció en una comparecencia que el incendio “está teniendo un comportamiento muy extraño”.
“Este incendio está teniendo unos comportamientos muy extraños, unos comportamientos con unas longitudes de llama muy altas que hacen muy difícil el ataque sin medios aéreos y cuando se han retirado los medios aéreos, junto con el cambio de viento, ha producido esta situación”, afirmó.
A lo largo del martes 19 de agosto, el operativo había logrado mantenerlo dentro de los perímetros previstos, gracias al trabajo de brigadas y maquinaria en tierra. Sin embargo, al caer la tarde la situación cambió de forma radical.
“Cuando los medios aéreos se retiraron por problemas de visibilidad debido al humo, el comportamiento del fuego se volvió aún más impredecible”, explicó García.
El técnico señaló que las llamas alcanzan alturas inusuales, lo que dificulta cualquier maniobra directa de extinción.
La retirada de los helicópteros y aviones, forzada por la escasa visibilidad y el peligro que suponían las turbulencias, dejó a los equipos de tierra en una situación de gran vulnerabilidad.
El fuego mantiene actualmente un perímetro de alrededor de 70 kilómetros, aunque de forma muy irregular, consecuencia de sus repentinos cambios de dirección. Una de las zonas más complicadas sigue siendo el cañón del Forcadura, hacia el este, donde cuadrillas y bulldozers trabajan contrarreloj para frenar el avance.
La prioridad, subrayó García, sigue siendo la protección de las poblaciones cercanas, y por ello se adoptó la medida drástica de evacuar Ribadelago Nuevo y Viejo.
El traslado, aunque preventivo, refleja la elevada preocupación por la seguridad de los vecinos ante un incendio que los propios responsables califican de “inusual” y “difícil de leer”.
Esperanza en la noche
A pesar de la complicada jornada, el director técnico se mostró algo más optimista de cara a la noche. Se prevé una mejora de las condiciones meteorológicas, con la bajada de temperaturas, el incremento de la humedad y un alivio en la intensidad del viento.
Estos factores podrían permitir ejecutar maniobras de contrafuego y consolidar líneas de contención más seguras.
