Además de los devastadores daños medioambientales, del innegable peligro para la población, del gran esfuerzo humano invertido y de las incontables pérdidas a corto, medio y largo plazo en la economía de las zonas afectadas, los incendios suponen, de entrada, un elevadísimo gasto a las arcas públicas hasta lograr extinguir las llamas. Según ha informado hoy el delegado territorial de la Junta, Alberto Castro, buena prueba de ellos son los 400.000 euros que ha costado extinguir el incendio de Fermoselle, que además se ha llevado por delante 2.600 hectáreas enclavadas en el Parque Natural de Arribes del Duero, un emplazamiento único en el que viven, ahora con más dificultad, especies únicas, muchas al borde de la extinción. Para colmo, el 'segundo' incendio de Fermoselle ha arrasado 200 hectáreas más, lo que convierte a la zona en la perfecta candidata para su declaración como zona catastrófica.

Hasta 350 personas han trabajado simultáneamente en las labores de extinción, unido a los 14 aviones y helicópteros desplegados en la zona, la UME y brigadas antiincendios llegadas de todos los rincones del país.

El suma y sigue del nefasto verano incendiario en la provincia no acaba aquí: 150 hectáreas en el incednio de Ribadelago; 120 en el de Figueruela, 80 en Otero de Sanabria, 40 en Castromil y 30 en Ferreruela.

Por ello, una vez más el delegado hace un llamamiento a la colaboración ciudadana para desenmascarar a los culpables de estos incendios intencionados y parar esta espirar de fuego y destrucción que, verano tras verano, va destruyendo nuestra rica provincia.