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Israel Sancho Sanzano (Valladolid, 31 años) es un ejemplo de todo. Una persona que desprende una positividad tremenda pese a las adversidades. A principios de año su padre fallecía, pero él ha tirado adelante.

De hecho, con Ramón comenzó a trabajar en la empresa familiar, hace casi once años, en Instalaciones Eléctricas Sanzano. Con el fallecimiento de su progenitor, la compañía se disolvió y ahora ejerce como autónomo por su cuenta.

Este periódico charla con él sobre su vida, el sueldo, el sudor que cuesta ganarse el jornal y el futuro de la profesión en esta entrevista.

Pasión por la electricidad

“Soy una persona trabajadora y que tiene muchas ganas de tirar adelante con todo. Me encanta mi oficio y disfruto mucho con él”, asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Israel Sancho Sanzano.

A sus 31 años de edad, nuestro entrevistado suma un total de once como electricista. Nació en Valladolid y vive, desde los 19, en Santovenia de Pisuerga. Es amante del atletismo, de hecho, viene de firmar un gran papel en la Media Maratón de Valencia hace pocos días.

“Recuerdo mi infancia en Valladolid yendo del colegio a casa. En Santovenia sí que participaba en varias actividades deportivas del pueblo y me gustaba estar con mi padre y ver el oficio desde pequeño. He tenido una buena infancia”, apunta.

A nuestro protagonista siempre le ha llamado la atención la profesión de electricista. Tras acabar la ESO, completó un Grado Medio de Instalaciones Eléctricas y Automáticas y se puso a trabajar con su padre en la empresa que este tenía.

Israel atiende a EL ESPAÑOL de Castilla y León Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

De trabajar con su padre a ser autónomo

“Una vez que terminé el Grado Medio en el Cristo Rey, me puse a trabajar con mi padre en la empresa que creó en el año 1994 en Santovenia. Se llamaba Instalaciones Eléctricas Sanzano. Yo tenía 21 años. Mi padre falleció en enero de este año y la compañía se tuvo que disolver. Desde febrero trabajo como autónomo”, explica Israel.

Suma 11 años en la profesión y continúa realizando los mismos trabajos que cuando las jornadas laborales las desarrollaba, mano a mano, con su padre.

“En la actualidad, sigo realizando los mismos trabajos que con la empresa de mi padre. Desde reformas integrales a instalaciones eléctricas o mantenimiento de alumbrado público. En general, todo lo que sea relacionado con la electricidad. Cuento con los clientes que tenía mi padre y he sumado algún otro”, añade.

Acude a los trabajos en los que se le requiere, tanto en Valladolid capital como en pueblos de la provincia. Siempre, para dar lo mejor de él mismo y que todo quede de la mejor manera posible.

El sueldo

“El sueldo depende de todo. De la cantidad de obras abiertas y demás. Trabajo mucho para cobrar 1.500 euros un buen mes. Luego hay que pagar muchas cosas. Seguro de autónomos, almacenes y demás. Somos autónomos, al final tenemos más gastos que ingresos, casi”, asegura.

Todo en una profesión que “es muy sacrificada” ya que, si existe una avería un fin de semana, a cualquier hora, tiene que atenderla. “La electricidad es clave. Todo funciona con luz y hay que acudir siempre, allá donde me reclamen”, explica.

Israel trabajando Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Por suerte, Israel no ha sufrido ninguna lesión trabajando, aunque sí algún calambrazo y apuesta por “trabajar con calma y haciendo bien las cosas” porque así “todo sale mejor” ya que “las prisas no son buenas”.

Un mensaje muy a tener en cuenta.

El futuro de la profesión

“Creo que, en la actualidad, los jóvenes no quieren trabajar de nada. Yo soy joven, pero veo que no les interesa trabajar en una obra. Están todo el día grabándose para subirlo a redes sociales, jugando al ordenador o a la Play Station. Se piensan que esa es la vida y aquí nadie te regala nada”, cuenta nuestro entrevistado.

Expresa, además, con temor, que profesiones como la de electricista “están condenadas a desaparecer” porque “nadie quiere aprender” y se ven estos oficios como “de segunda” y “sin atractivo para los más jóvenes”.

Sobre el futuro, lo ve “con ganas” y “tirando para adelante”. Etapas con más y con menos trabajo, pero seguir con ello y “sin estar de brazos cruzados”.

“Hay que luchar por lo que nos gusta y yo amo la profesión de electricista. No hay que ver el trabajo como una obligación sino como una diversión. Yo me lo paso muy bien cada día que me levanto para hacer la faena”, finaliza.

Israel, un ejemplo de todo.