Desde hace varias décadas, España en general, y Castilla y León en particular, vienen sufriendo una sangrante pérdida de talento joven. Un talento joven que en ciertas ocasiones se ve obligado a marcharse sin querer hacerlo y en otras tantas son atraídos por las sugerentes oportunidades laborales y sociales del país de destino.
Europa, muy especialmente el norte, se ha convertido en una especie de agujero negro que absorbe nuestro potencial nacional. Uno de estos jóvenes que emigró de Castilla y León, aunque más por las convincentes condiciones laborales y retributivas y por motivación de vivir una experiencia en el extranjero que por obligación, es Álvaro Jáñez García (30-9-1996, Valladolid).
A sus casi 29 años, los cumplirá el próximo martes, es graduado en Economía por la Universidad de Valladolid y doctor por la Universidad Carlos III de Madrid. En su quinto año de doctorado realizó una estancia de tres meses en la Universidad de Minnesota, donde le sorprendió el nivel intelectual de los mejores departamentos de economía de los Estados Unidos.
Álvaro Jañez (30-9-1996, Valladolid) en una de las aulas de la Universidad de Estocolmo, donde trabajar como doctor en Economía
Hoy, afincado en Suecia, donde trabaja para la Stockholm School of Economics (Escuela de Economía de Estocolmo), el joven vallisoletano relata a este periódico que allí, según un estudio de 2024 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), "un empleado trabaja 200 horas menos al año que un español". Es decir, 25 días menos.
También según este organismo, el salario anual es "alrededor de un 11% más alto que en España" después del ajuste por la diferencia de precios. Aunque allí la vida es "más cara", Álvaro resalta que la "diferencia salarial compensa por esa diferencia".
"En resumen, las condiciones laborales en Suecia son significativamente mejores que en España", reconoce el profesor e investigador universitario. Con respecto a su sector, desvela que "casi ninguna universidad" de nuestro país "puede competir en nivel de salarios con Suecia". "Una universidad española promedio me pagaría la mitad en términos de salario anual neto", precisa.
Circunstancias laborales que, unido a su interés por querer trabajar como profesor de economía en una "universidad con reputación académica y alto nivel de investigación", y unas condiciones de trabajo con "poca carga de docencia, buen salario y la posibilidad de vivir en una gran ciudad", le llevaron a marcharse a Estocolmo en el verano de 2024.
Destaca también que Suecia, según los datos de Eurostat de gasto de I+D, Suecia destina más del doble en relación a su Producto Interior Bruto (PIB) que España. Esto es un 3,5% frente a un 1,5%. "Esto lo puedes notar en el presupuesto del departamento, las becas o conferencias", apunta Álvaro.
Antes de desembarcar en Suecia, Álvaro optó a distintas ofertas en Austria, Canadá, Inglaterra, Italia, Noruega y hasta el Banco de España, cumpliendo un proceso que en su rama profesional se conoce como Job Market y que no es otra cosa que al finalizar el doctorado, los estudiantes se dediquen "a buscar trabajo en un mercado centralizado e internacional".
En ese proceso, el joven se presentó a entre 100 y 200 aplicaciones de trabajo y tardó "aproximadamente seis meses" en encontrar empleo hasta que surgió lo de Suecia. En la Stockholm School of Economics tiene un contrato para los próximos seis años como asistente de profesor.
"Es hasta que demuestre que cumplo con las condiciones necesarias para posteriormente tener un puesto permanente. Es un sistema que han copiado casi todas las universidades en base a la práctica estadounidense", explica.
En este año que lleva en Estocolmo, el investigador valora "muy positivamente" su estadía en el norte de Europa. "A pesar de los largos y oscuros inviernos, la calidad de vida es muy alta. Es una ciudad muy bonita, cómoda, limpia y cosmopolita. Además, mi trabajo es muy flexible y me permite pasar mucho tiempo viajando o en España", reconoce.
Es precisamente eso, la flexibilidad laboral, otro de los factores que le llevaron a decidirse por el extranjero. Por otro lado, asegura que, aunque "es difícil de medir", en los países escandinavos la burocracia "es casi nula" y su universidad le pone "pocas trabas" en su día a día.
Algo que dista mucho de la realidad en España, donde la burocracia "es mucho más pesada y, en muchas ocasiones, inútil". "Tuve que rellenar largos informes anuales de seguimiento de mi doctorado, a pesar de que nadie los lee o que el departamento ya hace ese seguimiento en la práctica", recuerda.
Ambos países comparten el sistema de investigación, pero el joven profesor recalca que en Suecia le ha "sorprendido muchísimo el papel de la sociedad civil en la financiación" de su universidad.
Siendo gestión privada, por ley no cobra ninguna tasa a ningún estudiante con nacionalidad de la Unión Europea. El Gobierno sueco se encarga de aportar "solo" alrededor de un 20% del presupuesto de la institución académica, por lo que "entre un 60-80% es financiada por donantes privados, principalmente antiguos estudiantes y empresas, que donan millones de euros". "Esto debe ser significativamente menor en escuelas de negocios comparables en España", resalta.
Calidad de vida
En Estocolmo también ha aprendido a valorar aspectos en los que España gana o iguala en calidad de vida, que igual hasta entonces parecían poco importantes o reseñables, pero que hasta que no estás fuera no te percatas de ellos.
"Aunque cada persona lo valora en términos diferentes, todos consideramos al menos cuatro dimensiones al elegir donde vivir: poder adquisitivo, vida laboral (crecimiento profesional, emprendimiento, horario, etc.), vida social, servicios de la ciudad y el clima", avanza.
Haciendo una comparación, considera que Suecia es "mucho mejor en cuanto al poder adquisitivo y la vida laboral" y similar si nos referimos a servicios como transporte público, sanidad, educación, naturaleza o cultura.
Sin embargo, resalta que España es "imbatible" si hablamos de clima. En Suecia es "muy templado todo el año, con inviernos relativamente fríos, alrededor de los 0 grados, y veranos casi nunca por encima de los 22".
"Lo peor de todo es lo extremo de las horas de sol durante el año. En diciembre amanece a las 09:00 y anochece alrededor de las 14:30. En junio amanece a las 3:30 y anochece a las 23:30 horas", asegura.
La mayor barrera que se ha encontrado allí, tiene claro que es el idioma, incluso allí, "que todo el mundo domina el inglés". "Si no hablas sueco es casi imposible formar relaciones de amistad profundas. Imagina que alguien en Valladolid trae a su amigo sueco ¿Todos nos pondríamos a hablar inglés siempre que esté él? Esto complica mucho las interacciones", precisa.
A los suecos les define como unas personas que "tienden a tener una aversión al conflicto, lo que les complica ser directos en ocasiones, pero les hace muy respetuosos". Además, señala que para ellos es "bastante habitual no juntar a sus amigos de grupos diferentes (instituto, barrio o universidad)", algo que "es casi impensable en España"
"Dicho esto, los españoles y suecos nos parecemos mucho. Los europeos de áreas urbanas tenemos intereses muy parecidos y la vida social es muy similar", aclara.
Oportunidades
Para Álvaro, el dato que mejor representa las oportunidades para los jóvenes es la edad media en la que la gente se marcha de la casa de sus padres. "En Suecia, lo habitual es que alguien se independice con 22 años, mientras que en España se hace a los 30", apunta, basándose en los datos de Eurostat.
Allí, además, garantiza que todavía no ha conocido a nadie "que necesite compartir piso". "Cuando me marché a Madrid, todos debíamos compartir piso para independizarnos", apunta.
Aunque es un puente que aún no tiene pensado cruzar, el vallisoletano sí que ve la vuelta a España como "un gran problema" de cara al futuro. Todo por el hecho de tener que superar trabas burocráticas, "en ocasiones injustas", como que aquí el trabajo del investigador se "minusvalora la calidad de los artículos en detrimento de la cantidad". Algo que no ocurre en Suecia.
Además, admite que "seguramente tendría que renunciar a una gran parte de mi salario y facilidades a la hora de llevar a cabo mi investigación".
Retener el talento joven
Álvaro Jáñez cree que España tiene varias asignaturas pendientes a la hora de tratar de retener el talento joven. En primer lugar aboga por aumentar el presupuesto de las universidades para "competir en salarios y financiación de la investigación".
También por descentralizar los métodos de contratación para dar mayor flexibilidad, tanto por universidad como por sus departamentos dentro de cada una de ellas. "Cada año, los departamentos de economía en España forman a decenas de doctores con la capacidad de publicar en revistas de prestigio internacional. Muchos de ellos permanecerían en el país si las condiciones laborales mejoraran mínimamente", puntualiza.
Por ejemplo, apunta que de su cohorte doctoral fueron seis estudiantes y todos salieron de España, "a pesar de que al menos la mitad se hubieran quedado encantados si los salarios se ajustaran al coste de la formación recibida".
"No retener ese talento implica universidades con peor docencia e investigación. Sinceramente, soy pesimista. Especialmente ahora, que tenemos la oportunidad histórica para mejorar significativamente el sistema, ya que la gran generación del baby boom comienza a jubilarse", aclara.
A día de hoy, Álvaro valora en afrontar por lo menos los próximos tres años en Suecia, aunque en adelante reconoce no saber qué ocurrirá. En cualquier caso, tiene la sensación de que intentará volver a España, pero sin descartar la "posibilidad de quedarme (en Estocolmo) indefinidamente".
