Publicada

Este verano, un grupo de 12 voluntarios, todos ellos estudiantes o graduados en Historia por la Universidad y una más graduada en Arqueología por la Universidad de Sevilla, han afrontado la segunda campaña de excavación en la Villa Romana de Las Calaveras, en Renedo de Esgueva.

Lo han hecho liderados por Santiago Sánchez de la Parra Pérez, doctor en Arqueología por la Universidad de Salamanca, aunque trabaja en la Universidad de Santiago de Compostela, de 32 años, y que pasa por ser el codirector de la excavación junto con Sonia Díaz Navarro, doctora por la Universidad de Valladolid pero trabajando en la de Burgos.

“Tras los resultados tan prometedores del año pasado, este volvemos con un equipo más amplio y con nuevos objetivos que nos permiten conocer mejor cómo era la vida en este asentamiento rural durante la época romana y el periodo tardoantiguo”, asegura Santiago Sánchez de la Parra en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

En la primera campaña de excavaciones, que se desarrolló en septiembre de 2024, se pudieron encontrar joyas únicas en Castilla y León con “más de 1.500 años de antigüedad”.

La segunda campaña

La segunda campaña en la Villa Romana de Las Calaveras de Renedo de Esgueva se ha centrado en la “intervención del mausoleo ya documentado en la campaña previa” aunque “se ha ampliado el área de excavación para descubrir por completo el edificio funerario y delimitar el área de necrópolis”, explica nuestro entrevistado.

Todo con el objetivo de continuar ampliando esta área de excavación para “aproximarse a la basílica documentada” que se encuentra a escasos metros del mausoleo. Esta campaña, arrancó el 20 de agosto de 2025 y ha llegado hasta el 5 de septiembre.

“Las dos campañas desarrolladas nos han permitido conocer la funcionalidad del mausoleo y definir un edificio sin paralelos en España debido a su planta cuadrangular en el exterior y, especialmente, a su estructura interna de tipo octogonal con un juego de ángulos rectos que forman una planta de cruz griega”, explica.

Además, la excavación, el análisis de paralelos y el estudio de materiales permite hacerse una idea de la “configuración y ornamentación del edificio”. Un mausoleo de unos 10-13 metros de alto con ricos mosaicos y paredes de ladrillo enlucidas con estucos pintados.

La importancia histórica del mausoleo

“Ha sido casi un milagro poder reconstruir estos aspectos ya que el mausoleo ha sido fuertemente alterado por sociedades posteriores y por las labores agrícolas que se llevan a cabo en el terreno desde hace décadas”, nos explica Santiago Sánchez de la Parra Pérez.

Las dataciones de carbono 14 y los datos arqueológicos permiten apuntar a “una pervivencia muy corta del edificio” de unos “100 años”. Después, en el siglo V-VI, el edificio “fue destruido y los elementos constructivos reutilizados en las tumbas que conforman la necrópolis que rodea el mausoleo”, añade.

Fotografía del mausoleo Fotografía cedida por el equipo arqueológico a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

La cronología del edificio y de las fases de reutilización y uso funerario son muy valiosas para “explorar la transición al cristianismo en el medio rural”. Los datos, como señala el arqueólogo, sugieren que “el lugar mantuvo carácter sagrado y de referencia comunitaria durante siglos”.

Por ello, estamos ante una pieza clave para comprender, tanto el final del mundo romano, como los primeros pasos de las comunidades cristianas en la actual provincia de Valladolid.

A pesar de la proliferación de hábitats rurales fechables en esta época en Valladolid el sistema de creencias e identidades de las comunidades que los habitaron “es escaso”.

Restos humanos

“El hecho más importante de esta segunda campaña de excavaciones es el descubrimiento de una cista en el interior del edificio con tres cuerpos, uno de ellos cuidadosamente colocado con una probable jarrita litúrgica”, nos cuenta Santiago Sánchez de la Parra.

Imagen de uno de los cuerpos hallados Fotografía cedida por el equipo arqueológico a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

Añade, además, que de momento “no hemos hallado sepulturas de los individuos para los que se configuró el edificio sino de las personas que lo reutilizaron”. Añade que, aunque hay un área en la Villa Romana de Las Calaveras no intervenida, el lugar “mantiene una gran importancia y sacralidad por la basílica que sobrevive al mausoleo y tiene una mayor pervivencia”.

Los restos hallados en esta segunda excavación serán entregados al Museo Arqueológico de Valladolid una vez se vea finalizado todo el trabajo de laboratorio y acaben las investigaciones oportunas.

“Ahora mismo, los restos humanos están siendo objeto de diferentes estudios que incluyen análisis de antropología física, genética, paleoparasitología e isótopos para definir a estas poblaciones, conocer la movilidad que practicaban, el parentesco, su origen y aspectos de su día a día como la dieta, enfermedades o la higiene”, añade el codirector de la excavación.

Una joya en la provincia de Valladolid

El Valle del Esgueva fue en la Antigüedad una zona de gran riqueza agrícola y ganadera. Esto explica la concentración de poblamiento rural y la calidad de las construcciones que se encuentran en sus tierras.

En época romana y en el periodo tardoantiguo, este entorno fértil se convirtió en un espacio privilegiado para la implantación de villas y complejos productivos, cuyos restos aún afloran en numerosos puntos del valle.

El paraje de Las Calaveras, declarado Bien de Interés Cultural, es un buen reflejo de esa riqueza y continuidad de ocupación: alberga yacimientos con cronologías que van desde la Edad del Hierro hasta la época visigoda.

Imagen de una tumba Fotografía cedida por el equipo arqueológico a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

“Dentro de ellos destacan una villa romana de peristilo, estructuras domésticas de época visigoda y, sobre todo, el conjunto formado por el mausoleo y la basílica que investigamos actualmente. La monumentalidad y complejidad de este complejo funerario no solo hablan de la presencia de élites locales, sino que también nos ayudan a entender mejor la transformación de las comunidades rurales y el arraigo temprano del cristianismo en la provincia de Valladolid”, añade nuestro entrevistado.

Restos con unos “1600 años de antigüedad” que se ubican en el conjunto de Las Calaveras “patrimonio de todos y que debemos conservar” porque es “la memoria de las comunidades que habitaron el Valle de Esgueva hace miles de años”, apunta el especialista que da las gracias a la Diputación de Valladolid y al Ayuntamiento de Renedo por el apoyo para poder desarrollar este gran trabajo.

“El apoyo de la Diputación nos permite diseñar un proyecto de investigación sólido y con continuidad en el tiempo. Nuestro objetivo es seguir avanzando en el conocimiento del conjunto arqueológico de Las Calaveras, incluyendo el mausoleo y la basílica”, finaliza el arqueólogo.

Mirando al futuro, su deseo pasa por conseguir que el esfuerzo de su equipo sirva para consolidar el yacimiento “como un referente patrimonial de la provincia favoreciendo su protección y haciéndolo accesible al público mediante actividades de difusión”.