En la vertiente noroeste de la provincia de Valladolid se ubica el municipio vallisoletano de Olivares de Duero, cerca de la frontera con Palencia y Burgos y que, en la actualidad y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuenta con una población de 327 habitantes.
Un municipio que cuenta con rutas y senderos que recorren el entorno natural del lugar en el que se conservan, todavía, algunas construcciones de épocas pasadas que conforman el patrimonio histórico y artístico del municipio.
Un lugar para disfrutar de la iglesia parroquial de San Pelayo, que pasa por ser una obra de estilo gótico del siglo XV, entre otras joyas.
Allí se ubica un hotel-restaurante que lleva el nombre de Agapio de Tresniño y que está gestionado por tres hermanos, Eduardo, Alfonso y Julia. Llama la atención que Alfonso, de solo 25 años, es el cocinero del lugar y es autodidacta.
De casa de labranza a hotel-restaurante
“El hotel restaurante es una antigua casa de labranza de hace 385 años. Durante los 90, la familia García Lázaro acondicionó la casa para explotarla como un hotel y restaurante rural. Estos mismos le dieron el nombre de Agapio, que fue el antiguo propietario de la casa”, explica Eduardo Niño González, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Tras unos años, el negocio cerró. Así se mantuvo hasta el año 2021, cuando los hermanos decidieron reabrir el hotel-restaurante, con el nombre del antiguo dueño y añadiendo Tresniño.
Eduardo, de solo 30 años, se define como una persona “joven, alegre y emprendedora” que disfrutaba, cuando era pequeño, de los inviernos estudiando en Valladolid y de los veranos en el pueblo rodeado de sus amigos y familiares.
“En 2021 fue cuando mis hermanos y yo decidimos reabrir este negocio en el pueblo de nuestra infancia sin ningún tipo de experiencia en el mundo hostelero. Finalmente, en 2022, en febrero, comenzó a funcionar de forma plena tras estar cerrado”, añade.
Imagen del interior del restaurante
Comida tradicional
El negocio, que suma ya cuatro años con los hermanos al frente, se ubica en la calle Santa María número 11 de Olivares de Duero. Entre el hotel y el restaurante suma más de 700 metros cuadrados y cuenta con una terraza interior de unos 200. Allí trabajan, además de los tres hermanos, otras tres personas más.
“Ofrecemos una gran variedad de comida tradicional de alta calidad con una amplia variedad de vinos. Un trato familiar y cercano. El hotel cuenta con un total de siete habitaciones de estilo castellano, recién amuebladas con todas las comodidades que se puede ofrecer”, añade nuestro entrevistado.
El suculento bacalao al pil-pil que elaboran en el lugar
Eduardo Niño González añade que “no cuentan con ninguna especialidad en concreto” ya que, asegura, “tienen una amplia carta de platos muy variados”. “Ahí está nuestro encanto. Todo ello, acompañado por una amplia carta de vino”, añade.
El futuro y sacar adelante un negocio en el medio rural
“Tenemos encanto familiar. En el futuro queremos seguir manteniéndolo y dando grandes experiencias al cliente en lo que a la comida tradicional con toques vanguardistas y la gran selección de vinos se refiere. Estamos en la Milla de Oro de la Ribera del Duero”, explica.
Nuestro entrevistado asegura que los tres hermanos cuentan con “ilusión y ganas” para seguir creciendo a base de “un gran trabajo” y “mucho esfuerzo y sacrificio”.
“Es complicado, hoy en día, sacar adelante cualquier negocio, ya sea en el medio rural o no. Nuestro negocio tiene la ventaja de que es una zona que cuenta con el atractivo del enoturismo. Eso hace que los visitantes de las bodegas se acerquen hasta aquí”, finaliza.
Un negocio y tres hermanos que, seguro, tienen un futuro brillante por delante.
