Viajar es, sin lugar a dudas, una manera perfecta de desconectar y escapar de la rutina, pero también una oportunidad de conocer lugares, culturas, historias, tradiciones, etc.
Es bien sabido que la mejor manera de hacerlo es a través de visitas guiadas, pues estas permiten empaparse a fondo de un destino a través de sus rincones y secretos, y, además, de forma rápida y divertida.
De ahí que cada vez sean más las personas que ya no conciben un viaje sin un guía turístico que les ayude a moverse por la zona y que les muestre, con todo detalle, los encantos del lugar a visitar.
Estos se han convertido así en una pieza clave de las escapadas de una gran parte de la sociedad. Sin embargo, para quienes la ejercen, es una profesión poco valorada que, además, se enfrenta a una serie de problemas "desprestigian" el trabajo.
Así lo ha confirmado a este periódico la vallisoletana Noemí González, guía turística en Castilla y León. Lleva más de dos décadas ejerciendo como tal y asegura que los denominados 'free tour' se han convertido en un auténtico "lastre" para la profesión.
Estos ofrecen visitas guiadas a los turistas cobrándoles únicamente la voluntad. Cada cual les paga lo que considere en función de sus posibilidades y lo que les haya gustado el tour. Un nuevo sistema del que Noemí no es "nada partidaria".
Ella se pregunta por qué los guías turísticos tienen que vivir de propinas cuando es un trabajo como otro cualquiera y afirma que "no me parece ético ni moral porque devalúa nuestra profesión". "No se puede permitir", expresa.
En su caso, trabaja de manera autónoma para distintas instituciones y agencias de viajes, siempre a cambio de una remuneración económica por el trabajo desempeñado.
Un trabajo que le hace tremendamente feliz, pero que también lidia diariamente y desde hace años con el problema del "intrusismo".
"Hoy en día ves a gente que dice auténticas barbaridades. Aprovechan para sacarse el carné de guía en otras comunidades, que se facilita de una forma más sencilla, y se ponen a trabajar sin una base sólida a la hora de explicar monumentos", denuncia.
Noemí González, guía turística en Castilla y León
Una serie de inconvenientes que "están devaluando" la profesión cada vez más y en los que, a su juicio, las instituciones deberían intervenir.
"Necesitamos apoyo institucional, que se pongan firmes en este aspecto para que no se permita trabajar por propinas y que haya un mínimo exigible a la hora de solicitar una acreditación como guía", ha expresado.
En cualquier caso, ella se siente una afortunada de poder seguir dedicándose a lo que le gusta desde hace más de 25 años.
Fue en 1999 cuando Noemí se examinó para ser guía turística, primero en Valladolid y después en Castilla y León. Al principio, lo compaginó con otros trabajos, pero cuando se dio cuenta de que podía vivir de ello, decidió dedicarse "en exclusiva" a la que hoy, a sus 52 años, define como "mi pasión".
Actualmente, ella hace visitas guiadas para grupos, fundamentalmente en Valladolid, y, pese a opinar que las redes sociales también han hecho daño a su profesión por la cantidad de publicaciones turísticas que se pueden encontrar en ellas, presume de estar en un momento de su vida en el que, afortunadamente, "a veces no doy abasto con todo el trabajo que tengo". Y todo, gracias "al boca a boca y a su experiencia".
Señala su "esfuerzo", su capacidad de "innovar" y su facilidad para "ubicar a la gente en otra época" como su clave del éxito, "la satisfacción de sorprender a la gente" lo más bonito de su trabajo y el hecho de que "últimamente la gente está muy impaciente" como lo que peor lleva de este.
En cualquier caso y pese a todo lo comentado, le sigue compensando seguir dedicándose a ello, pues, para ella, pocas cosas hay más reconfortantes que "ver a la gente disfrutar y quedarse con un bonito recuerdo" del lugar que han visitado.