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María Alameda es una mujer de 46 años que ama el arte por encima de todas las cosas. Nació en Soria, donde vivió hasta que tenía 22 años y se trasladó a Valladolid. El teatro le encandiló desde pequeña, pero apostó, finalmente, por el complicado, laborioso y a la vez satisfactorio mundo artesano.

De casta le viene al galgo diría aquel. Su madre era modista y su padre era zapatero. Ellos fueron los que le infundieron la pasión por todo lo que está realizado, de forma exclusiva y única por las manos.

Suma 17 años en el mundo de la artesanía. Hace auténticas obras de arte en su taller vallisoletano, con vidrio, y bajo la marca Ázida Glass, lo que combina dando clases en Cearcal (Centro Regional de Artesanía de Castilla y León).

EL ESPAÑOL de Castilla y León charla con ella para conocer al detalle una historia única.

María trabajando con el vidrio Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Hija de zapatero y modista y un amor por el arte

“Me considero una persona sencilla, soñadora, trabajadora y una madre orgullosa y feliz”, confiesa, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, María Alameda, soriana, de 46 años, que ama el arte y que llegó a Valladolid hace 22 años. Suma 17 en el mundo de la artesanía.

Recuerda su infancia, como “la de cualquier niña en una ciudad pequeña” como es Soria. De forma “feliz”. Creció, como ella misma apunta, “valorando el trabajo hecho con las manos”. Y es que su madre es modista y su padre zapatero.

“Desde bien pequeñita he jugado a clasificar botones o a clavar puntas con el martillo de mi padre. Pasaba largas horas observando cómo trabajaban con las manos y cómo ponían todo su cariño y esfuerzo en hacer un trabajo impecable. Soy muy perfeccionista en lo que hago”, explica.

Desde pequeña siempre le ha interesado el arte en general. Destacó en el mundo de la literatura. Le encantaba leer a los clásicos, la poesía, el cine… y el mundo del teatro.

Mientras estudiaba diseño publicitario en la Escuela de Arte de Soria pude disfrutar de una vida más bohemia. Conocí gente con las mismas inquietudes que yo. Eso es complicado en una ciudad pequeña. En aquella época me hinchaba a ver exposiciones en Madrid. A disfrutar de otro tipo de cine menos comercial en el cine club, a escribir poesía y a darme largos paseos a orillas del Duero para hacer bocetos en mi cuaderno de dibujo”, apunta.

Fue el teatro lo que, hace que se mude a Valladolid para estudiar arte dramático después de formar parte de un grupo amateur en Soria durante dos años. “Siempre supe que quería hacer algo artístico”, remarca.

Del teatro al vidrio

Tras finalizar sus estudios de Arte Dramático en Valladolid, creó una compañía con la que estuvo trabajando en la ciudad del Pisuerga y también en Salamanca. “No terminaba de estar feliz. Me desencantó el mundo del teatro”, confiesa.

Es por eso que en 2010 estudió el Grado Superior de Vidrio en la Real Fábrica de Cristales de La Granja siendo una de las personas, de las tres únicas promociones que cuenta con esa titulación reglada en estudios de vidrio.

Cuando estudiaba teatro, como buena actriz, hice mis pinitos en la hostelería y también trabajaba haciendo bolos de todo tipo, sobre todo cuentacuentos. Después he tenido la suerte de poderme dedicar a la artesanía, gracias al apoyo de mi familia”, añade.

Y es que, cuando estudiaba teatro, uno de los principales hobbies era el vidrio y empujada por sus compañeros de carrera comenzó a presentar sus obras en pequeñas exposiciones locales lo que le llevó a descubrir su oficio, a encontrar su sitio en la vida.

“Poco después, antes de realizar mis estudios en La Granja, pude formarme con dos maestros italianos en la técnica de emplomado y pintura de vidriera clásica y conseguí trabajo en un pequeño negocio de artesanía vidriera, haciendo vitrales para Iglesias como para particulares. Un trabajo que terminó cuando comenzó la primera crisis económica del 2008”, explica.

Ahí comenzó todo.

María Alameda concentrada trabajando en su taller Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Artesana y docente

En la actualidad compagina su trabajo de artesana con la docencia. Lleva varios años impartiendo clases de vidrio en Cearcal (Centro Regional de Artesanía de Castilla y León) que se ubica en Valladolid.

Cuenta con un taller propio desde el año 2012. Primero la tuvo en Segovia, compartido con otros artesanos vidrieros en una ubicación privilegiada al lado del acueducto para trasladarlo a Valladolid, primero en La Rondilla y ahora en Delicias. Su marca se llama Ázida Glass y trabaja el vidrio en diferentes disciplinas o técnicas, siempre de forma artesana.

“Aunque comencé en el mundo del vidrio haciendo vidriera emplomada, no es a lo que más me dedico ahora mismo. Creo que la creación de obra nueva en vidriera no está pasando por el mejor momento, aunque estoy segura de que volverá el gusto por decorar cualquier espacio con vitrales; pero sí que, a diferencia, lo que sigue funcionando es la restauración de vitrales como de objetos tipo lámparas tiffany o espejos, y de vez en cuando realizo obras de este tipo”, añade.

En la escuela conoció la “técnica de fusión de vidrio” tanto en horno como en soplete. Esta última fue la que le “atrapó totalmente” y ha sido “la línea de trabajo” de su taller durante un largo tiempo.

“Me especialicé en realizar piezas de joyería y bisutería en vidrio trabajando con vidrio murano, el cual se caracteriza por su riqueza en color, creando colecciones siempre con un claro estilo orgánico lleno de movimiento. Sin dejar de lado mis raíces siempre me ha interesado el vidrio arqueológico y poder realizar mis versiones de piezas de cuentas de vidrio prerromano o de cuentas de vidrio para los collares de los trajes regionales castellanos ha sido una línea de mi trabajo con el soplete”, explica.

Una de las piezas elaboradas por María Alameda Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Lo último, influenciada por la pasión de su madre, Aurelia Alameda, que es realizar el traje de piñorra o piñorro y que ha llegado “a ser un referente en la defensa del traje regional soriano”.

En los últimos años, nuestra protagonista ha sentido la necesidad de “volver a lo más primitivo” del material con el que trabaja que es la transparencia. Es por ello que, últimamente, le atrae “crear obras donde el color no es lo primordial” sino “poder exaltar las cualidades del vidrio como son “el brillo, la dureza o la sonoridad” con el “uso de vidrio incoloro o con pequeños toques de color”.

Apuesta por reducir la huella que dejamos en el planeta

“Trabajo mucho con vidrio industrial tanto liso como con texturas y en buena medida intento reciclar todo el material posible. Y es de aquí donde está surgiendo la línea de trabajo con más presencia en mi taller, que es la filosofía del upcycling o suprarreciclaje, donde se utiliza un producto usado o partes de él para fabricar otro de mayor valor”, enfatiza.

Desde que es madre, confiesa, le “interesa con más motivo ser consciente de la huella que dejamos en el planeta” por lo que, tanto en casa como en su taller intenta que “el residuo sea controlado”.

“Fue un flechazo a primera vista, residiendo en tierra de vinos como es la nuestra, poder reutilizar todo ese vidrio que se desecha de las botellas. Trabajo para bodegas y hostelería, sobre todo, aunque cada vez el cliente particular se está interesando más en este producto, que sobre todo se trata de la realización de vasos, jarrones, bandejas, platos o cuencos usando el vidrio de la botella como materia prima”, añade.

María trabajando Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Cuenta con una web y una tienda online donde vende sus joyas y también expone sus trabajos en algunos mercados en los que colabora con Foacal, la Federación de Artesanos de Castilla y León.

Hace, principalmente trabajos por encargo. Desde joyería, pasando por vidrieras, hasta artículos para hostelería que vende a cualquier persona, empresa o entidad que se interese por esa artesanía.

Siempre veo el futuro con optimismo. Quiero continuar haciendo lo que me llena y me gusta y disfrutar de mi familia. También lucho para que la artesanía sea valorada y apreciada”, concluye.