Castilla y León lleva varias décadas desangrándose poblacionalmente. Una ciudadanía envejecida prácticamente incapaz de poder remontar la batalla demográfica. Las administraciones hacen lo posible, o al menos eso dicen, para no solo atraer talento joven, sino retener el propio. Sin embargo, la realidad habla realmente de lo contrario.

Los datos del Observatorio de la Emancipación correspondientes al último semestre de 2021 y presentados el pasado mes de febrero ponen de manifiesto esta tesitura a la que se enfrentan miles de jóvenes en nuestra Comunidad. En aquellas fechas, el 16,2% de los jóvenes de Castilla y León de entre 16 y 29 años vivía fuera de su provincia, mientras que los de la franja de los 30 a los 34 años dispararon esta cifra hasta el 30%. 

De ellos, únicamente un 4,1% realizaron una movilidad interautonómica. En Castilla y León, 2.720 personas se fueron de la Comunidad antes de los 30 años y 977 antes de los 35. Sin duda, datos que no son nada halagüeños para una autonomía en la que lo que precisamente falta es eso: personas. Un ejemplo que ratifica estos datos y que aparecerá próximamente en el Observatorio de la Emancipación del primer semestre de 2023 es el de Sergio Segoviano Pérez.

Este joven vallisoletano de 24 años se vio en la situación de tener que decidir por apostar por su ciudad natal o coger el tren de la oportunidad lejos de ella. Finalmente, Sergio se vio abocado a la huida de Castilla y León y se marchó hasta la comunidad andaluza. Concretamente al municipio malagueño de Fuengirola. "Aquí no me han dado oportunidades", relata refiriéndose a la comunidad castellana y leonesa en una entrevista con este periódico.

Graduado en Comercio por la Universidad de Valladolid, comenzó su andadura en otros estudios superiores, concretamente los de Relaciones Laborales y Recursos Humanos por la misma institución académica. Mientras tanto, aprovechó la oportunidad que otorga la Fundación General de la UVa para iniciar unas prácticas como auxiliar administrativo en una pequeña empresa de la ciudad del Pisuerga.

Aparentemente una trayectoria profesional habitual, pero con una importante formación académica y unos primeros pasos en el mundo laboral que deberían empujarle al mercado más pronto que tarde. Sin embargo, una vez finalizó esas prácticas los problemas comenzaron a aparecer. Fueron "tres o cuatro meses" de búsqueda incesante de un puesto de trabajo cualificado acorde a sus estudios.

Finalmente, una empresa de mayores dimensiones le dio esa oportunidad, pero, de nuevo, como auxiliar administrativo. "Estaba haciendo tareas que no son de esa categoría", denuncia. Sergio Segoviano lamenta que en la "mayoría" de las compañías ofertan trabajos "precarios". "Te ofrecen puestos en categorías bajas donde no estás acorde en tus funciones con la categoría que te ponen", insiste, para seguidamente añadir que cuando aparece un puesto más alto te piden "mucha experiencia". "Es la pescadilla que se muerde la cola", aclara.

Segoviano tiene claro que en Castilla y León, y con especial incidencia en Valladolid, donde lo ha sufrido, "hay menos oferta y más demanda". Un contexto que se le suma a las pequeñas triquiñuelas de las empresas para "ahorrarse un salario más elevado" hacen de las oportunidades en la Comunidad un bien escaso. "Si te piden experiencia de jefe de Recursos Humanos y yo he estado de auxiliar administrativo... en mi currículum y vida laboral va a salir lo segundo y así es imposible entrar", recalca nuevamente.

Tras esta experiencia alejada de lo realmente encontrado, Sergio Segoviano recibió una oferta de una gran empresa, con diferentes sedes por el territorio nacional, que le instó a marcharse a Fuengirola en unas condiciones "mejores y acordes" a sus estudios. Cuando llegó a Málaga se encontró una situación que "en ningún momento" vio en Castilla y León, pues allí todo cumplía con lo firmado. "La otra opción era irse a Madrid. Tengo varios amigos trabajando allí porque es donde se mueve todo el trabajo en unas condiciones adaptadas a lo que hemos estudiado", matiza.

Pero finalmente él apostó por Andalucía, donde vive ahora mismo una vida independizada a sus 24 años con unas buenas condiciones y un "buen ambiente de trabajo", aunque lejos de su familia y amigos. Regresando al tema de su Valladolid natal, Sergio considera que las empresas son "más pequeñas y el sector se reduce", haciendo que sean "más familiares", dificultando de esta manera la entrada de nueva mano de obra en muchos casos.

Sergio, que vuelve a subrayar que "el conocer gente te lleva a entrar en un sitio o en otro" en su tierra, Castilla y León, pone de manifiesto que oportunidades como las que da la Funge "están muy bien", pero que tienen un "doble rasero". "Mucha gente lo que hace es aprovecharse de esas personas. Tienen un becario seis meses pagándole muy poco, se te acaba el contrato, no te renueven y cogen a otro recién titulado", afirma con rotundidad.

El joven se declara un "enamorado de Valladolid" porque es una ciudad que le "encanta". Asimismo, reconoce que es un lugar donde le hubiera gustado hacer toda su vida, pero, sin embargo, "si te quieres independizar con un sueldo de 1.000 euros es imposible". "Aquí en Málaga, encontrando un trabajo acorde a mi nivel de estudios y capacidades sí que he podido hacerlo", recalca.

Una de las soluciones para este vallisoletano es el hecho de fomentar la atracción de grandes compañías. "Tenemos que ser atractivos como Comunidad para que entren las empresas grandes. Entiendo que se quieran ir a Madrid porque es el núcleo de todo, pero Valladolid está a una hora en AVE", puntualiza.

Precisamente, como ejemplo pone Málaga y más concretamente Fuengirola, un municipio de cerca de 80.000 habitantes censados sin ser capital que ha sabido aprovechar el potencial de la industria. Sergio Segoviano Pérez será uno de esos ejemplos que el Observatorio de la Emancipación pondrá, pero todavía guarda un pequeño halo de esperanza para que no sean otros los jóvenes que se vean abocados a la huida de Castilla y León ante la falta de oportunidades.

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