Miguel Delibes de Castro nació en Valladolid, en el año 1947. Es doctor, por la Universidad Complutense de Madrid. A esto hay que añadir que es también profesor de investigación del Consejo de Superior de Investigaciones (CSIC) y fue, desde el año 1988 hasta el 1996, director de la Estación Biológica de Doñana, instituto de investigación del CSIC.

Es una buena fuente para analizar la situación de sequía actual que vive nuestro país en general y Castilla y León en particular. Miramos al cielo en busca de esas gotas necesarias que mitiguen uno de los problemas más importantes y graves, a la vez, de nuestra sociedad.

P.- Es doctor en Ciencias Biológicas por la Complutense de Madrid. También profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC. ¿A qué se dedica en la actualidad Miguel Delibes de Castro?

R.- Soy Profesor ad honorem del CSIC. Es decir, un jubilado que sigue trabajando, aunque menos que antes, en investigación. Además, doy conferencias de divulgación, escribo artículos, participo en mesas redondas y presido la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos. También, el Consejo de Participación de Doñana y la Sección de Ciencias Naturales de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España. 

P.- ¿Qué es lo que más le preocupa a Miguel Delibes de Castro en la actualidad?

R.- No se puede contestar a eso. Hay días que me preocupan situaciones familiares o personales. Otros días, quehaceres que no puedo atender. A veces, la situación política, el COVID, la guerra, o el hambre y la injusticia en el mundo… Con carácter general, me preocupa el deterioro de la naturaleza y el ambiente, tanto a escala global, pues es un asunto que estudio, como a escalas más cercanas.

P.- ¿Cómo es su día a día?

R.- Lo que le he comentado, más o menos, al principio. Trabajo en temas de investigación atrasados. Preparo y doy charlas. Organizo tareas de la Academia de Ciencias. Participo en la gestión de la Sociedad de Mamíferos. También, salgo a menudo en bicicleta por los alrededores de Sevilla. Recojo a mi nieta en la guardería y tomo algún vino con familia y amigos.

P.- ¿Cree que nos estamos cargando el planeta?

R.- Es una expresión muy coloquial a la que coloquialmente debería contestar que sí. Pero no sería ajustado a la realidad. Al Planeta le da igual ser de una forma u otra. Estar más caliente o más frío, albergar muchas formas de vida o solo bacterias. De hecho, el planeta ha sido muy distinto a lo largo de los miles de millones de años de su historia. No nos lo vamos a cargar, por tanto, seguirá habiendo planeta. Lo que sí que nos estamos cargando es el planeta hospitalario para los humanos, el que nos acoge y permite vivir aquí.

P.- Hace unos días, el presidente de la Junta de Castilla y León hacía un llamamiento a la unidad para que todas las instituciones hicieran frente al problema de la sequía. ¿Le preocupa?

R.- Claro que me preocupa. Pero siempre ha habido sequías. Me preocupa mucho más que, teniendo poca agua, cada año gastemos más. La superficie de regadío crece incesantemente en España. Hay una presión social y política tremenda para incrementarla aún más aprisa. Y también los ciudadanos, y el turismo, demandamos cada vez más agua en primeras y segundas residencias, urbanizaciones, campos de golf… Es una dinámica insostenible. Muchas fuentes se han secado hace decenios, muchos ríos y arroyos apenas llevan agua. Eso no es consecuencia de la sequía actual, sino de que estamos usando más agua de la que es posible usar.

P.- ¿Cómo podemos revertir esta sequía?

R.- Las sequías son, no se revierten. Deberíamos reducir, no solo en España, sino en todo el mundo, la emisión de gases de efecto invernadero. Parece probado que en nuestro país el calentamiento global se está traduciendo en más calor, menos lluvia regular y más eventos de lluvias catastróficas. Si por revertir se refiere a evitar sus efectos, resulta claro que tenemos que aprender a vivir utilizando menos agua dulce, aceptando que acuíferos y ríos son depósitos de los que no puedes extraer a medio plazo más agua de la que aporta la lluvia para llenarlos. El agua es como una cuenta en el banco: si gastas más de lo que ingresas, llegarás a números rojos. Si encima un año te bajan el sueldo, que sería lo equivalente a la sequía actual, la situación se volverá desesperada.

P.- ¿Qué influye para que tengamos tantos problemas con la lluvia?

R.- El clima mediterráneo es más bien seco y, sobre todo, se caracteriza por una variación grande entre años. Es decir, que siempre ha habido sequías alternando con años largos de agua. Con el calentamiento global la tendencia aquí es a una disminución de las lluvias. Pero lloverá, no me cabe duda. 

P.- ¿El calentamiento global y lo que estamos haciendo con el planeta, le preocupa?

R.- Mucho. Es parte del deterioro ambiental del que hemos hablado antes.

P.- ¿Qué puede suponer para la economía de Castilla y León la sequía?

R.- Es muy atrevido que un vecino de Sevilla venga a diagnosticar problemas en Castilla y León. Quizás baste con recordar que mi padre llamaba “pan para Castilla” al agua de lluvia. Por otro lado, si nos falta agua, y vamos por ese camino, las dificultades de Castilla y León no serán distintas de las de otras Comunidades Autónomas.

P.- Desde 1988 hasta 1996 ha sido director de la Estación Biológica de Doñana, instituto de investigación del CSIC. ¿Cómo ve la situación actual?

R.- La situación de la Estación Biológica, como instituto de investigación, es buena. Se trata de un centro de excelencia en nuestro país, muy competitivo internacionalmente. Si te refieres a la conservación de Doñana y su entorno, la situación me parece triste.

P.- ¿Y el choque político?

R.- Con mucha frecuencia me resulta descorazonador e irritante. Me deprime.

P.- ¿Cuál sería la solución para Miguel Delibes de Castro?

R.- Refiriéndonos a Doñana, tiene muchos problemas y la solución de algunos, como el calentamiento global o la llegada de especies invasoras, escapa en gran medida a nuestra capacidad de control. Pero en otros asuntos hay que arremangarse y bajar al fango, trabajar duro, todos juntos, para encontrar soluciones a las dificultades evidentes. No hay soluciones mágicas, eso solo genera falsas expectativas. 

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