Nacido en Valladolid el 2 de noviembre de 1981, sin antecedentes taurinos en su familia, sintió muy pronto el gusanillo del toreo.

Leandro se inició en la Escuela Taurina de Salamanca. Diestro de exquisito gusto en el manejo de capote y muleta. Tras no pocas actuaciones vestido de luces, pero sin picadores, se presenta con los del castoreño en la vallisoletana Íscar el 3 de agosto de 1999, compartiendo cartel con Diego Urdiales y Julio Pedro Saavedra, en la lidia de novillos de Garcigrande.

El diestro vallisoletano cortó tres orejas y abrió la puerta grande, después de causar una excelente impresión a los aficionados.

Una alternativa de lujo

Tras casi tres años como novillero, en los que se presentó en Madrid y Sevilla y en prácticamente todos los ruedos importantes de España, tomó la alternativa en Valladolid el 13 de mayo de 2002. Con José Tomás como testigo, actúo de padrino Paco Ojeda, quien le cede a Leandro los trastos para matar a "Secuestrador", de Garcigrande.

El diestro vallisoletano cortó una oreja del toro de la ceremonia y las dos del otro de su lote, lo que le permitió salir de forma triunfal por la puesta grande del coso vallisoletano.

La confirmación de alternativa

La confirmación del doctorado tuvo lugar el 18 de mayo de 2004 en una corrida en la que se lidiaron toros de El Torreón y en la que tuvo de padrino a Uceda Leal y como testigo a Antón Cortés.

Torero de extraordinaria clase, tiene Leandro su talón de Aquiles en la espada. Cierto que ha conseguido rematar bien algunas faenas y conseguir llamativos triunfos, pero no es menos cierto que espectaculares faenas se han ido al traste por carecer del refrendo brillante de los aceros.

Dos fechas claves

Hay dos fechas que han podido ser decisivas en la biografía de Leandro. La del debut como matador de toros en Sevilla el 21 de abril de 2004, en la que el toreo alcanzó cotas de excelsitud cuando el diestro se gustó y se recreó en su obra, una obra merecedora de las cuatro orejas que se quedaron en dos vueltas al ruedo, ante un público seducido, primero, y decepcionado después.



La otra tarde es la del 21 de julio de 2009 en Santander, en la que el diestro vallisoletano realizó dos faenas de clamor, dos faenas para enmarcar, a las que faltó la apoteosis del estoque.

En cuanto supere esta especie de alergia a los aceros, Leandro ocupará el puesto que merece en el escalafón de la torería andante. Y merece uno de los primerísimos.

Eran textos de José Luis Lera hasta el año 2011, fecha de edición del libro “Valladolid Ciudad Taurina”. A raíz de esa temporada, los contratos bajaron considerablemente hasta que en el año 2015 tomó la decisión de colgar los trastos y abandonar.

Lo hizo en los primeros días de enero de 2015 a través de un comunicado en el que venía a decir que, “aunque se encontraba en plena madurez artística y personal, su visión de la situación actual del toreo chocaba frontalmente creándole un conflicto y una desazón interior que le ha llevado a perder el nivel de ilusión”. Leandro finalizaba su comunicado “agradeciendo a su familia, compañeros profesionales y aficionados el apoyo que le habían demostrado a lo largo de sus 13 años como matador de toros”

En la actualidad, su dedicación es la de apoderado de novilleros. Suerte para el buen torero vallisoletano.

Fuente: Propia y del libro “Valladolid, Ciudad Taurina”, José Luis Lera y Miguel Angel Soria (2011)

Noticias relacionadas