Alicia Armentia Medina es la Jefa del Servicio de Alergia del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid y trabaja también, en la actualidad, en la Facultad de Medicina de la UVa dotando a sus alumnos de toda la sabiduría y experiencia que atesora en sus 43 años de experiencia profesional.

Madrileña de nacimiento, pero vallisoletana ya de adopción, es a sus 63 años una amante de la pintura, de la música, la cocina, también del senderismo y de la natación en el agua del mar. Abre las puertas de su despacho en la Facultad de Medicina a EL ESPAÑOL de Castilla y León para charlar sobre alergiassobre la influencia del cambio climático y como el coronavirus llegó para cambiarlo todo.

“Para mí, especializarme en alergias tenía unas elevadas posibilidades de investigación, innovación y transferencia. Ser profesora de esta especialidad pensaba que podía ser fascinante”, nos cuenta. Como finalmente ha resultado.

P.- Es una pregunta complicada para todos, pero… ¿Quién es Alicia Armentia? ¿Cómo se definiría?

R.- Soy una más entre las 798.000 mujeres que trabajan en el sector sanitario, que se esfuerza diariamente en cuidar de su familia, pacientes, estudiantes y compañeros. Y que siente como un deber investigar.

P.- ¿De dónde le nace su amor por la medicina?

R.- En mi interior siento la necesidad de apoyar a la persona que veo sufrir, no sólo por una enfermedad. Me siento en el deber de hacer algo por ella.  Lo que más me impresionó fue una ponencia desarrollada por dos pacientes afectados. La amargura y desolación al contarnos su pésima calidad de vida me hicieron ponerme a estudiar nada más de regresar de viaje. Deduzco lo necesario que es provocar una emoción para estimular nuestra generosidad, para entregarnos a investigar algo por alguien. Cuando un paciente nos pide ayuda, nos respeta y parece confiar en nosotros, solemos volcarnos en él.  Aunque realmente comencé Medicina tras sugerencia de mis padres, a los que nunca podré agradecer suficientemente su apoyo, pues hicieron un tremendo esfuerzo económico para que yo la estudiara.

P.- ¿Dónde estudia y dónde ha trabajado a lo largo del tiempo?

R.- Terminé mis estudios de Medicina en la Facultad de Medicina de Valladolid en 1982. Me doctoré en 1986 en la Universidad de Valladolid con una tesis sobre inmunoterapia rápida con un nuevo polen que provocaba asma grave. Soy especialista en Alergia desde 1986, formada en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, y amplié formación continuada en diversos centros extranjeros. Desde hace 35 años trabajo en el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, como jefe de servicio de Alergia y desde 1991 como docente de la Universidad de Valladolid, actualmente como catedrática de la Facultad de Medicina de su Universidad. Me gustaría indicar y destacar que soy lo que soy gracias a mis excelentes maestros y familia.

Todos mis trabajos se han enfocado a la investigación clínica del diagnóstico de las causas de la alergia y tratamiento de pacientes más afectados y a la formación en investigación de residentes de Alergia y de otras especialidades mediante la publicación de originales y la presentación de posters y comunicaciones en Congresos Nacionales e Internacionales; consiguiendo además crear una acreditada bolsa de trabajo para becarios y profesionales en paro.

P.- ¿Dónde trabaja en la actualidad?

R.- En el Hospital Universitario Río Hortega como Jefe de Alergia y en la Facultad de Medicina de Valladolid como catedrático, impartiendo la asignatura de Inmunopatología y Alergia. Además de seguir en nuestras líneas de investigación, estoy elaborando un programa de actualización y validación tecnológica de nuestros equipos de laboratorio de apoyo a la investigación clínica, solicitando subvenciones para mantener la excelencia e innovación de los programas de investigación, así como la formación continuada de los jóvenes investigadores, alumnos y residentes. Trabajo además como docente en la Facultad desde 1991. También edito libros de poesía ilustrados que escribe mi hija, técnico molecular. Está afectada de una grave epilepsia. Todo para recabar fondos para la investigación de esta enfermedad.

Alicia Armentia frente a la Facultad de Medicina

P.- ¿Por qué se decantó por el mundo de las alergias?

R.- Quise escoger una especialidad de futuro que me permitiera investigar y hacer trabajos de laboratorio. La Bioquímica fue mi pasión inicial.  En Alergia hay mucho por descubrir y soy, ante todo, investigadora. De la investigación surge la tan importante esperanza. La curación de enfermedades que antes se consideraban mortales. También las mejoras asistenciales, el alivio de parte del sufrimiento, en suma. Para ser un buen médico, de Alergia o de cualquier especialidad, no hay nada mejor que estar al otro lado de la mesa, como paciente. Esto aporta unos conocimientos de relación médica eficiente que ningún libro puede enseñar.

P.- Hablando de Castilla y León en general y de Valladolid en particular, ¿Cuál puede ser el número de alérgicos totales?

R.- En las estadísticas posteriores a la pandemia COVID se ha reportado, por parte de la Dirección General de Salud Pública de nuestra Gerencia Regional de Salud, un aumento de alérgicos en Castilla y León de 100.000 personas, las cuales suman más de 700.000 afectados, entre todos los centros hospitalarios de Castilla y León.

P.- ¿Cuáles son las alergias más comunes en la actualidad y cómo se están comportando?

R.- Según los registros del Servicio de Sanidad ambiental y la Comisión de Asesoramiento del Registro Aerobiológico de Castilla y León a la que pertenezco, el incremento es sobre todo causado por el polen de diferentes especies que polinizan todo el año debido a la atemperación del clima. Antes polinizaban más en los meses de primavera y ahora lo hacen todo el año. Actualmente lo está haciendo el ciprés, avellano y abedul si bien estas dos últimas especies son escasas en nuestra zona. Pero el polen no es la única causa, pues también hay otros importantes alérgenos en el ambiente (esporas) y en los alimentos. Además, se señala a la contaminación y al cambio climático como factores que propician el aumento de la potencia alergénica del polen.  Este se ha vuelto más agresivo y causa más alergias que antes. En los últimos 10 años se duplicó el número de alérgicos a los pólenes más alergénicos. Las gramíneas han subido del 35 % al 74 %; la Arizónica, del 9 % al 23 %; el plátano de sombra y la Salsola, del 7 % al 14 %, y el olivo del 30 % al 52 %. Hay más alérgicos con el cambio climático. En cuanto a los alimentos, cada vez hay más casos de hipersensibilidad cuya causa, en parte, son los necesarios avances biotecnológicos. Por obtener alimentos más resistentes al frío, plagas o microorganismos, se introduce material genético en especies de vegetales, el cual resulta extraño para el sistema inmunológico, que lo termina detectando. Las frutas y semillas (frutos secos, cereales, legumbres) son cada vez causa de más y más graves problemas alérgicos.

P.- Hábleme más de estas alergias alimentarias

R.- Se trata de una respuesta anormal a un alimento desencadenada por el sistema inmunitario. Se ve a través de una respuesta de hipersensibilidad a una de sus proteínas o glicoproteínas. En Estados Unidos en la actualidad un 3,5 al 4% de la población general es alérgica a los alimentos y en Europa un 2,4%. Sin embargo, estos porcentajes varían según las áreas geográficas determinadas y costumbres dietéticas.

P.- ¿Y las asociadas al polen o las gramíneas?

R.- Hay dos familias muy prevalentes entre los alérgenos que son las causantes de la sensibilización. Las profilinas, proteínas de crecimiento vegetal, muy ubicuas y que son termosensibles, perdiendo la conformación molecular por el cocinado. Causan picor orofaríngeo y enrojecimiento. En casos de pacientes muy sensibilizados pueden dar reacciones graves. El otro grupo son las proteínas transportadoras de lípidos, se encuentran tanto en frutas como en  semillas. Éstas son termoestables, no se alteran con el cocinado y dan clínica muy grave (anafilaxia, esofagitis, urticaria-angioedema…).

Me gustaría indicar también que los avances en la investigación de proteínas recombinantes han permitido conocer diferentes tipos de la inmunoglobulina E que se unen a diferentes proteínas de un mismo alimento. El diagnóstico molecular que realizamos desde 2010, técnica en la que nuestro Hospital Río Hortega fue pionero, es una prueba de alta sensibilidad y especificidad. Podemos conocer diferentes tipos de IgE contra diferentes moléculas de cada alimento. También, establecer un pronóstico de la sintomatología alérgica. Es útil, además, para resolver reactividades cruzadas entre alimentos y el polen más frecuente en un área geográfica definida. En nuestra zona hay proteínas comunes entre polen de gramíneas, melón, tomate y frutos secos.

P.- ¿Cómo puede ser este año 2023 para los alérgicos al polen en Castilla y León?

R.- El día 10 de febrero nos reuniremos en la Comisión de Asesoramiento del Registro Aerobiológico de Castilla y León para estudiar todas las variables que pudieran influenciar y dar un pronóstico fiable a la población, pero hasta entonces no debo emitir previsiones que serían subjetivas por mi parte.

P.- ¿Cómo ha cambiado el mundo de las alergias el coronavirus?

R.- Desde un punto de vista general compartido con otros especialistas, la pandemia COVID ha aumentado las cifras de actividad sanitaria a niveles nunca sospechados. Los síntomas de la Alergia y la COVID son similares, excepto la fiebre y la anosmia, y hubo muchas consultas de nuestros pacientes alérgicos al respecto. Me gustaría defender la labor de mis compañeras, tanto de médicos, enfermeras, directores, auxiliares, administrativas, limpiadoras, celadores, sanitarios en general. Pero, principalmente, honrar a los compañeros con las que fui destinada al inicio de la pandemia para la ayuda COVID en residencia de personas mayores. Teníamos la obligación de poner en valor la calidad asistencial y profesionalidad de la Sanidad de nuestro entorno para que nuestros pacientes siguieran confiando en nosotros, para que estuvieran tranquilos porque íbamos a hacer todo lo que fuera por ellos.

Otro cambio notable es que seguimos viviendo demasiado tiempo en el “metaverso”, palabra que no me gusta y que sirve para designar al hermano gemelo digital de la vida real donde habitamos desde hace 2 años. Nos han machacado con teletrabajo, aplicaciones telemáticas webinar y encuentros online, donde nuestra imagen aparece distorsionada y poco tranquilizadora. En la Docencia nos ha costado mucho impartir clases en streaming. Me acuerdo de dar clases encerrada en el despacho hablando a un ordenador sin poder apreciar las expresiones de mis alumnos, y me invadió una tristeza infinita. Les dije que por favor si se encontraban atendiendo me mandaran un pequeño chat y el ordenador se llenó de pequeños mensajes de aliento y me sentí muy cercana a ellos y les aprecié con todo mi corazón.

Pese a que el teletrabajo y la asistencia virtual ha sido necesaria, debo decir que, a pesar de todo, creo que la telemedicina es sólo un soporte de la asistencia, pero nunca podrá compararse con la atención presencial. Para explicar al paciente el uso de estas aplicaciones telemáticas se necesita conocerle en persona, tener tiempo para explicarle su utilidad, contestar sus dudas y darle la total confianza de que será atendido de forma presencial cuando lo requiera, no solo telefónicamente o por “telepresencia”, oxímoron donde los haya. Los datos más fiables en investigación provienen de la recogida cuidadosa de lo que los pacientes nos han enseñado durante muchos años de forma presencial, y los hemos analizado sin utilizar inteligencia artificial, sólo con empatía y empeño en mejorar sus padecimientos.  Necesitamos ser atendidos, tocados en la exploración y consolados por alguien de carne y hueso. Y clases prácticas y presenciales, ¡por favor!

P.- ¿Cómo puede afectar el cambio climático al mundo de las alergias?

R.- Hace un tiempo publiqué, en The Conversation, un artículo sobre este tema que tuvo más de 100.000 entradas, lo que da fe de que es un tema que preocupa a la población general. Si se cumplen los pronósticos, la mitad de la población mundial sufrirá alguna alergia en 2050. Se señala al cambio climático y a la contaminación como presuntos culpables y hay suficientes argumentos. Hay que indicar que los aerosoles biológicos juegan un papel vital en las interacciones entre la atmósfera. También en la biosfera, clima y salud pública. Además, los gases de efecto invernadero y el cambio climático que hemos provocado los humanos afectan a todos los seres vivos. Las bacterias transportadas por el aire, las esporas de hongos, el polen y otras biopartículas pueden causar o amplificar enfermedades en humanos, animales y vegetales. Es importante porque su interacción está implicada en patologías graves más allá de las alergias, incluyendo ictus, cardiopatía isquémica y cáncer.

Hablando de la contaminación es evidente que daña el suelo. Acaba por afectar a las semillas que germinan, a las raíces de las plantas, y a sus frutos comestibles. Los herbívoros se lo comen y nosotros a ellos ¡Arrojamos cantidades inmensas de productos tóxicos a la tierra y mares que nos sustentan y luego pretendemos estar sanos y no sufrir alergias! Un estudio reciente realizado en 18 países europeos indica que el 33% de casos nuevos de asma infantil en Europa son causados por la contaminación atmosférica. Ya sea polen, esporas, partículas PM10 y PM2,5. Las recomendaciones de la OMS no protegen suficientemente a los niños.

P.- ¿Se detectan nuevas alergias?

R.- Claro, el aumento y precisión en el diagnóstico alergológico de nuevos alérgenos ha ido aumentando por varios factores, entre los que cabe destacar la aparición de neoalérgenos debidos a las manipulaciones humanas de alimentos y otras fuentes alergénicas y la contaminación de la tierra por diferentes tóxicos, los mejores extractos y tecnología necesaria para pruebas diagnósticas fiables, la docencia sobre estos temas en la Universidad desde 2011 (he sido la primera catedrática en Alergia en España)  y un mayor conocimiento de estas enfermedades por la población general.

Sobre el último punto quería alabar la iniciativa de NAUKAS, un evento científico organizado por el Parque científico de la Universidad de Valladolid y la Diputación que acerca los descubrimientos científicos y sus perspectivas de futuro a la población general, en forma de charlas cortas, amenas y sencillas sobre los mismos. Participé en una de estas charlas en pasado 12 de noviembre y tuve la agradable sorpresa de ver las colas que se formaron para entrar a escucharnos.

P.- ¿Una ciudad más industrializada tiene mayor número de alérgicos?

R.- Nos encontramos en el análisis de un debate que resulta muy interesante. Se suele utilizar a Estados Unidos como un buen campo de experimentación. Allí cuentan con una gran diversidad genética. Son receptores de inmigración procedente de todo el planeta. Con los estudios, se ha comprobado que a lo largo y ancho del país norteamericano existe una misma proporción en el número de alérgicos. Y que solo varía la sustancia que rechaza cada uno.

P.- En cuanto a su actividad docente, ¿Cómo ve a los estudiantes que entran a la facultad?

R.- Ante todo, ilusionados. Pero también les noto a veces un poco exigentes, recuerdo con qué respeto se trataba en mi época estudiantil a los catedráticos.  Los estudiantes me provocan la sensación de que estoy cumpliendo un deber, de que estoy dando mis conocimientos, mi ilusión, mi experiencia, mi tiempo, todo lo mejor que tengo, porque ellos serán la Sanidad del futuro y merecen cualquier esfuerzo. Recibo de todos su energía y la fuerza de su juventud, su creatividad y entusiasmo. Me tratan con mucha atención y afecto. Me siento muy agradecida todos los días que voy a clase. Siempre pondré la mano en el fuego por ellos, y en concreto por los estudiantes de Castilla y León; son magníficos, muy inteligentes. No debemos dejarles escapar. Pienso que un buen médico empieza en las aulas: hay que animar a nuestros estudiantes.

Alicia Armentia junto a su despacho

P.- ¿Cree que la UVa tiene buenos alumnos?

R.- Por supuesto. Como antes decía, son los mejores, porque hace falta muy buenas notas para comenzar Medicina. Pero igual estamos exigiéndoles demasiado y habría excelentes médicos que no se adaptarían a este perfil. A nuestros jóvenes se les transmite que deben ser los mejores, se les presiona con el éxito. Con ser los mejores del mundo. Pero a veces los mejores descubrimientos han surgido de errores, de darte cuenta de cosas que tenías delante, tras detenerte por el desánimo de un fracaso.

P.- ¿Tienen salidas cuando acaban su formación?

R.- Creo que la sociedad y los gobiernos se han dado cuenta de lo importante que es formar médicos y que además se queden con nosotros. ¡Cuántos médicos españoles excelentes están tratando a pacientes de países extranjeros que no han invertido nada en su formación! Es una pena.  Pienso que una de las mejores labores que pudieran emprender las dirigentes de nuestro país, además de decidir y disculparse con responsabilidad cuando se equivocan, sería hacer el mayor esfuerzo por nuestros jóvenes sanitarios e investigadores, encontrar la manera de incentivar su ingenio y la invención.

P.- Apuesta por una docencia presencial. ¿Introduciría algún cambio?

R.- Disminuiría la burocracia y simplificaría el uso de las TICS. Hay aplicaciones que más desesperan que ayudan. Volvería al contacto más presencial con los alumnos, a su cercanía y a un diario y rutinario feedback. Sustituiría el excesivo respeto o desconfianza hacia el profesor por cercanía y exigencia docente. Los temas deben estar ya entregados para que no pierdan tiempo copiándolos en el ordenador durante la clase, y el profesor debe completarlos con información práctica que solo se puede dar cara a cara. Insistiría en que en vez de ver la vida a través de la pantalla de su móvil lo hicieran en el gran pantallazo que es la vida que les rodea. Les suelo poner retos como encontrar alérgenos en el suelo de la Facultad. Está lleno de caracolas del Cretácico porque es un suelo fósil, es solo un ejemplo.

P.- Y apostar más por la investigación…

R.- Se debe insistir en la investigación, que se ha desarrollado, pero aún necesita más respaldo, menos burocracia, más incentivos y ayudas al que de verdad investiga. Investigación con mayúsculas que contribuya honestamente a mejorar la salud. Me consta que la Universidad de Valladolid promueve muchas ayudas. Hay que salir del nido y aceptar retos.

Penalizaría la falta de respeto y afecto entre alumnos, profesores e investigadores. Como les refería, una de nuestras líneas de investigación más prolíficas ha sido la de alergia a drogas, línea en la que llevamos trabajando desde 2008. A partir de 2014 pudimos aislar y caracterizar a las moléculas responsables de cannabis junto a investigadores básicos de Alemania y Bélgica que recibieron los sueros de nuestros pacientes. Hace una semana me enviaron la publicidad de un laboratorio sueco sobre la venta de un extracto de cannabis cuya molécula había aislado nuestro grupo para el tratamiento de estos pacientes. El laboratorio que la comercializaba no nombraba ningún investigador español, auténticos autores del descubrimiento. Nuestras referencias fueron excluidas.

Es muy frecuente seleccionar bibliografía de autores extranjeros evitando las de médicos españoles, incluso las publicadas en revistas de gran impacto. Es frecuente que investigaciones españolas, como las de Múgica no sean premiadas y si la aplicación de sus estudios como el nobel de Química concedido a Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna  en 2020 por CRISPR-Cas9, pese a que ellas no fueron las que idearon el procedimiento.

Tenemos la culpa nosotros. Hay que seleccionar investigadores españoles para dar charlas en congresos, no llamar a alguien en función de su apellido extranjero. Suelo citar en mis publicaciones todos los trabajos de mis colegas españoles y eso me ha deparado amistades y un inmerecido agradecimiento, aunque solo era hacer justicia.

Pienso que la actividad de la universidad se debe basar en unos valores similares que la investigación fundamentados en la valentía, la innovación y también la prudencia y la honestidad.

 

 

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