Cuando el ciudadano o el visitante que recorre Valladolid camina por la calle Juan Mambrilla, ubicada a pocos metros de la Plaza de la Universidad de la ciudad, está atravesando una auténtica puerta al pasado que se remonta más de mil años atrás. Para buscar el origen de la calle Juan Mambrilla, considerada la más antigua de la ciudad, hay que remontarse al 21 de mayo de 1095, momento en el que el conde Pedro Ansúrez –fundador de la ciudad– y su mujer, la condesa Eylo, entregaron una carta a la primera colegiata de la ciudad de Valladolid, la iglesia de Santa María la Mayor.

Hay que decir que el primer nombre de esta vía no fue el que actualmente ostenta. En un inicio, se denominó calle de Francos, un nombre que responde a dos posibles teorías. La primera es que, en el momento de su fundación, se situaba fuera de la ciudad y esto conllevaba una exención de tributos para sus primeros pobladores, al ubicarse intramuros. La otra posibilidad es que recibiera esta denominación por la presencia en la zona de soldados franceses, después de la toma de Toledo del año 1085, bajo el gobierno de Alfonso VI, que derrotó a las tropas musulmanas de Al-Qádir, emir de la Taifa de Toledo.

El origen del nombre actual

La calle de Francos no cambiaría su denominación a calle Juan Mambrilla hasta el 24 de mayo de 1950, en plena etapa franquista. Juan Francisco Mambrilla López Borricón era natural de Lahorra (Burgos). Cursó sus estudios de Filosofía y, posteriormente, de Jurisprudencia en la Universidad de Valladolid entre 1839 y 1847, obteniendo el grado de bachiller en ese momento.

Obtuvo el grado de licenciado y doctor en Jurisprudencia entre los años 1849 y 1851 y en 1850 ya se había incorporado al Ilustre Colegio de Abogados de Valladolid. En 1851 comienza a trabajar como sustituto, desempeñando cátedras en vacantes hasta 1856 y en 1857 obtiene la Cátedra de Historia y de Derecho Civil de Salamanca, pidiendo un año más tarde traslado para la Cátedra de Historia Mercantil y Elementos de Derecho Mercantil y Penal de Valladolid, donde permanecería hasta 1872, según consta en los legajos del archivo de la Universidad de Valladolid.

En 1860 fue nombrado Diputado de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados, lo que también ocurriría en los años 1872 y 1873. En 1862 y 1863, además, fue nombrado Letrado Consulto del Tribunal de Comercio de Valladolid, recién creado en esas fechas.

Se da la circunstancia de que este catedrático vivió en la manzana de la calle de Francos, motivo por el que se le eligió para protagonizar la nueva nomenclatura, aunque historiadores como Juan Agapito y Revilla censuraron en su momento el cambio de denominación de la vía, al tratarse de la más antigua de la ciudad.

Un pasado palaciego y cortesano

La calle de Francos fue durante siglos una de la más importantes de la ciudad de Valladolid. Se ubicó allí la sede del Tribunal de la Inquisición y se construyeron siete casas palaciegas en la vía. Aunque muchas de ellas han sido sustituidas por construcciones posteriores, aún quedan algunos restos que hacen eco del pasado glorioso de esta calle vallisoletana. 

Al principio de la vía el caminante puede encontrar la fachada del palacio de los Mendoza, con el escudo de la familia, y un patio que comunica con la calle Paraíso a través del conocido como Pasaje de los Alarcón.

Uno de los edificios más emblemáticos de la calle es la casa señorial de la familia Zúñiga, ubicada en el número 24 de la vía. Con origen en el siglo XV, perteneció también a la condesa de Osorno y fue la sede del citado Tribunal de la Inquisición en Valladolid. Además, en la casa de los Zúñiga pasaría la noche anterior a su ejecución Álvaro de Luna, valido del rey Juan II de Castilla, el 19 de junio de 1489.

De gran importancia a nivel arquitectónico e histórico es también el convento de las Salesas. Su origen data del siglo XVI y fue construído como palacio de los Mudarra, ideado para que fuese habitado por el deán de la Catedral de Palencia, Antonio de Mudarra. En su fachada puede observarse aún el escudo familiar. En el interior, el visitante puede recorrer un claustro de dos pisos y varias arcadas en cada lado. Además, se encuentra una iglesia de una sola nave que alberga un retablo de Esteban Jordán y una escultura de Pedro de Ávila.

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